Nacionales

2 marzo, 2021

Adopciones y revinculaciones en pandemia: crónica de un reclamo de (y a la) justicia

Días atrás, la ONG “Acunar Familias” convocó a la primera marcha nacional en reclamo por la agilización de los procesos de adopción. ¿Qué circunstancias posibilitaron un reclamo de estas características? ¿Qué versiones de los acontecimientos se construyen, confrontan y legitiman en la configuración de una disputa por los derechos de les niñes? ¿Qué sucede cuando esta bandera es alzada en un reclamo de quienes ceden o son separadas de sus hijes?

Cartel en las paredes del Juzgado de Familia. Fotografía cedida por las mamás de la agrupación.

Natalia Larrea*

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Resulta bastante común toparnos con notas y artículos periodísticos donde se exponen las inquietudes de quienes desean adoptar, muchas de ellas enmarcadas en demandas colectivas de índole pública, sobre los “vaivenes” y “obstáculos burocráticos” que envuelven los procesos de adopción. Sin embargo, no parece tan común hallar exposiciones de iguales características acerca de las inquietudes y procesos que atraviesan las personas que ceden o son separadas de sus hijes por ser consideradas “no aptas” o “incapaces” para ejercer su cuidado. Pero el contexto de pandemia y aislamiento que caracterizó el año 2020 parece haber sido el catalizador en la conformación de una agrupación de madres de la ciudad de Tandil que llevó a cabo un acampe en las puertas de uno de los Juzgados de familia de la localidad, reclamando la restitución de sus hijes. ¿Qué circunstancias posibilitaron un reclamo de estas características? ¿Qué versiones de los acontecimientos se construyen, confrontan y legitiman en la configuración de una disputa por los derechos de les niñes?

Un acampe en las puertas de un Juzgado de familia

El día 13 de julio de 2020, los medios locales de la ciudad de Tandil cubrieron un evento que por sus características parecía ser bastante inusual en la localidad. Un grupo de familias, principalmente madres, acampaba en las puertas de un Juzgado de Familia como modo de manifestación y reclamo “por la restitución de sus hijes”, quienes habían sido separades de sus familias mediante la implementación de medidas de abrigo, establecidas en la Ley 13.298 de Promoción y Protección Integral de los Derechos de les Niñes, y alojados en un hogar de guarda.

En el marco de la pandemia y en fase uno del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) decretado en el país en marzo de 2020, varias carpas y carteles adosados a las paredes del Juzgado constituían el escenario que durante una semana se avistó en las puertas del organismo. Durante el acampe las familias fueron entrevistadas por diversos medios locales a través de los cuales expusieron su reclamo públicamente. El principal motivo expuesto como causal de la manifestación, fue lo que definían como “irregularidades” en los procesos de revinculación con sus hijes durante el transcurso de la medida de abrigo que instaura la separación.

La revinculación entre niñe-familia de origen constituye el objetivo primordial de toda medida de abrigo. Si quienes se encargan de velar por el efectivo cumplimiento de los derechos de les niñes, en los organismos administrativos competentes para tal fin, consideran que una familia o alguno de sus miembros no está en condiciones de ejercer adecuadamente el cuidado de sus hijes, puede adoptarse una medida de abrigo por el término de 180 días, pudiendo prorrogarse por 90 días más en caso que se considere necesario. Durante este lapso temporal se separa al niñe de su familia, y se le aloja en un sitio de cuidado alternativo.

Paralelamente, debiera esperarse que, a través de un trabajo orientado a moldear y normalizar comportamientos considerados “desviados” o “peligrosos”, y que en muchos casos viene llevándose a cabo desde hace tiempo por agentes institucionales abocados a ello, las familias logren revincularse con sus hijes. Si esto no sucede, quienes son responsables del caso pueden sugerir y peticionar una adopción a un Juez, quien finalmente decidirá el destino de les niñes. Se trata de una decisión fundada especialmente en informes elaborados por agentes de los órganos administrativos a cargo de los casos, de los hogares de guarda, defensorías y también de los equipos técnicos de los Juzgados de familia. Para ello las familias, fundamentalmente las madres, serán evaluadas durante el proceso, incluidas las instancias de visitas a sus hijes en los hogares.

Durante el aislamiento que regía en el país debido a la pandemia, estas visitas fueron suspendidas temporalmente en el hogar de guarda que alojaba a les hijes de las mamás del acampe. Fue por ello que su reclamo apuntaba, en principio, a la imposibilidad de contar con una instancia de encuentro con sus hijes donde poder “demostrar” el cambio esperado y propiciar una efectiva revinculación. En vistas de que lo que para ellas representaba la oportunidad para “recuperar a sus hijes” no estaba garantizada, no consideraban justo que los tiempos del proceso administrativo y judicial que enmarca su situación excepcional siguieran su curso habitual. Por este motivo, las situaciones de adoptabilidad que fueron dictaminándose en estos momentos sobre algunos de los niñes, sumado a los rumores que comenzaban a circular entre ellas sobre posibles vinculaciones con pretensos adoptantes, fue lo que motivó la organización de un reclamo público.

Pero si bien esta parecía ser la principal causa de la manifestación, no constituía la única. Las mamás cuestionaban, además, los fundamentos expuestos por quienes gestionaron sus casos en los organismos competentes, para decidir la implementación de medidas de abrigo y, en algunos casos, la adopción. Una y otra vez insisten en que sus hijes no están “desamparados”, que ellas nunca les “abandonaron” y que están “luchando para recuperarlos”. A su vez, sostienen que ha sido escasa la información brindada sobre el procedimiento judicial y administrativo que sucede a la adopción de la medida de abrigo, en especial en lo referente a la posibilidad de contar con patrocinio jurídico durante esta instancia.

La conformación de una agrupación

El día 10 de julio, Carolina, la mamá impulsora del acampe, recibe a través de su abogada la notificación sobre la declaración judicial de la situación de adoptabilidad que acababa de dictaminarse sobre su hija mayor de diez años, alojada en un hogar de guarda. A Carolina le pareció contradictorio el hecho de que si ella no podía visitar a su hija debido al aislamiento que regía en ese momento y continuar con el proceso de revinculación que supone una medida de abrigo, se continuara, en paralelo, con los pasos que llevaron a dictaminar la situación de adoptabilidad de su hija. En sus palabras: “Me quitaron tiempo y la oportunidad de revinculación”. A raíz de este suceso, Carolina decide tomar la iniciativa de organizar una manifestación convocando a otras mamás que conocía de sus visitas al hogar.

Durante las breves charlas que las mamás mantenían en los intervalos de estas visitas previas al aislamiento, pudieron compartir sus experiencias e incluso llegaron a intercambiar sus números de teléfono con el fin de brindarse asesoramiento y contención mutua y, fundamentalmente, de circular información sobre les niñes. Cuando alguna de las mamás acudía al hogar a realizar la visita estipulada, luego informaba a las demás sobre sus hijes: cómo vestía en ese momento, qué hacía, si recibía visitas de alguna persona o si ya no parecía estar en el hogar. Esta información resultaba muy valiosa, en especial para las mamás que tenían “la vinculación cortada”, como denominan ellas al suceso por medio del cual se les notifica que no podrán continuar con la revinculación por decisión de quienes evalúan el proceso.

El vínculo que las mamás comenzaron a sostener se vio fortalecido cuando el aislamiento les impidió las visitas, y recurrieron al acompañamiento mutuo a través de WhatsApp para sortear la angustia y la incertidumbre que aumentaban a medida que cierta información sobre posibles vinculaciones con otras familias circulaba entre ellas.  A su vez, estos lazos les permitieron caer en cuenta de que su situación personal no era excepcional ni la única, sino que era similar a la de todas las mamás y familias cuyos hijes se encontraban en el hogar por esos momentos, e incluso de muchas otras con las que fueron contactándose a través de redes sociales desde varias regiones del país.

Si bien ningún actor judicial respondió al reclamo público directamente en diálogo con las familias del acampe, las mamás sostienen que el resultado más fructífero que obtuvieron de la manifestación fue la posibilidad de exponer públicamente una problemática que ellas veían invisibilizada. Gracias a ello, lograron contactarse con algunos funcionarios públicos locales y nacionales y diversos actores institucionales que en mayor o menor medida han brindado información, apoyo y asesoramiento. Pero fundamentalmente, el acampe logró la conformación de una agrupación a través de la cual las mamás adquieren herramientas para enfrentar la situación que atraviesan mediante la circulación de información, la contención y el apoyo mutuo, elementos sumamente valorados por todas ellas.

Un reclamo que aún persiste

En una nota publicada en el diario El Eco de Tandil en julio de 2020, dirigida al juez titular del Juzgado de familia donde se desarrolló el acampe, las familias que participaron en él expresan:

“Solicitamos que vuelva a evaluar nuestros casos ya que no comprendemos los motivos que han llevado a solicitar las medidas de adoptabilidad para nuestros hijos e hijas. Consideramos que hemos cumplido con los requisitos que nos fueron comunicados. Hemos iniciado tratamiento psicológico, hemos logrado conseguir en un contexto muy difícil un empleo que nos permita estabilidad económica, hemos modificado nuestro espacio de vida. Somos tratadas como familias ausentes cuando vivimos para recuperar a nuestros hijos. Son escasos los esfuerzos que las instituciones han realizado para revincularnos con nuestros hijos”.

Además de poner el foco del reclamo en la instancia de revinculación que implica una medida de abrigo, las mamás advierten que quienes evalúan el desarrollo del proceso y el cambio esperado en ellas, no reflejan en los informes la realidad de su situación. Sostienen que los actores institucionales “sacan conjeturas e hipótesis”, sin observar la situación en profundidad y ponderando una cierta desconfianza hacia ellas. En palabras de una de las mamás, “ellos no ven tu punto de vista del porqué de la situación y si haces algo bien creen que lo haces sólo porque te lo piden”. La instancia de implementación de la medida de abrigo constituyó para ellas un proceso tan dramático como ambivalente, pues siempre creyeron que se trataba de una “oportunidad” para fortalecer el vínculo con sus hijes y que luego puedan retornar a su hogar. Sin embargo, con el transcurrir del tiempo, lograron la comprensión de que esta oportunidad podía verse amenazada por la posibilidad de la adopción.

La agrupación, denominada “Por nuestrxs hijxs”, continúa al día de hoy sumando y también restando adherentes, ya sea por temor a ser juzgadas por las instituciones que gestionan sus casos, cuando se trata de organizar reuniones y marchas, o por el desasosiego que su situación les provoca. Si bien el aislamiento producto de la pandemia resultó un catalizador del reclamo y la posterior conformación del grupo, permitió sobre todo dar cuenta que, lejos de parecer un hecho aislado o producto de meras irregularidades, los sucesos que llevaron a la situación por la cual se reclamaba formaban parte de un entramado de prácticas y sentidos institucionalizados del cual no constituían una excepcionalidad. El encontrarse entre algunas mamás atravesando similares situaciones permitió que ello comience a vislumbrarse y a organizarse un reclamo colectivo que aún persiste.

*Becaria doctoral CONICET/UNICEN

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