25 febrero, 2021
Organización docente y control de protocolos: el día después de la foto
Las comisiones de docentes para el control de cuidados y de la seguridad frente a la irresponsabilidad de Larreta y Acuña en este regreso a las aulas, recupera las mejores tradiciones del movimiento obrero. Y a la vez son iniciativas con potencial organizativo para proyectar la lucha y fortalecer lazos en la comunidad educativa.

La clase que da clases
La historia de les trabajadores de la educación siempre tuvo particularidades que la distinguen de otras ramas gremiales de la clase obrera. El recorrido sindical permite observar distintos momentos en la consolidación de una identidad clasista; conocidos fueron los debates en torno al apostolado de nuestra profesión como así también las discusiones que prologaron el nacimiento de la CTERA. Del mismo modo, podemos visualizar en forma rápida el diferencial que hace a nuestro trabajo: nuestra materia prima son las personas. Esa distinción se activa en momentos de conflictividad social y se articula con las diversas experiencias del pueblo trabajador.
Hace unos meses, en una ronda de anécdotas militantes, una compañera recordó un diálogo entre ella y un compañero que encabezaba la columna de la OUM-Seccional Quilmes durante las jornadas de protesta y movilización que los sindicatos llevaron adelante contra la reforma previsional del 2017 impulsada por la Alianza Cambiemos. En medio del tumulto y del calor de la movilización, la columna de la CTERA se cerraba para dar espacio a la entrada del sindicato metalúrgico que avanzaba haciéndose lugar con fuerza mientras cantaba y tiraba “tres tiros” al aire. En el momento previo al cruce entre las columnas, quien llevaba el cordón de seguridad de la UOM se acerca a la seguridad de la CTERA, y antes de acordar el paso de la columna le grita: “¡Usted fue mi maestra de tercer grado!”.
Nuestra experiencia docente tiene muchos capítulos similares y la vuelta a la presencialidad trajo otro tipo de articulaciones con el recorrido de otras porciones de nuestra clase. Son conocidas las anécdotas de la militancia fabril donde la disputa por los ritmos de trabajo y por las condiciones de salubridad dieron pie a la formación de comisiones internas combativas.
Uno de los ejemplos más conocidos es el de los obreros del astillero ASTARSA que en 1973 formaron una “Comisión de Control Obrero de la Higiene y Seguridad” para tener control sobre el cuidado de los trabajadores navales. Cincuenta años después de esas experiencias, la docencia es protagonista de sus propios cuidados y de los del resto de la comunidad a través de la creación de comisiones de seguimiento de los protocolos para garantizar y evitar el contagio y la propagación del COVID-19.

Participación de las escuelas
Les delegades, a partir de una propuesta de los sindicatos, emprendieron una serie de iniciativas y relevamientos encuadrados en la Verificación Técnica Escolar (VTE) para construir un informe certero sobre las condiciones en que les trabajadores de la educación y les estudiantes desarrollamos nuestra vida cotidiana.
Los resultados fueron determinantes: la cantidad de baños no se corresponde con el número de estudiantes y docentes, las dimensiones de las aulas y la ventilación de las mismas no permiten la ventilación cruzada, termómetros que marcan temperaturas irrisorias, ausencia de máscaras e insuficiente cantidad de alcohol, entre otras cosas.
Sin embargo, detrás de la puesta en marcha de la oposición a las iniciativas de Larreta y Acuña se encuentra un potencial organizativo desde donde hay que posarse para pensar el 2021.
Con pandemia o sin pandemia, las condiciones edilicias y de cuidado siguen siendo insuficientes, y es por ello que la potencialidad de las comisiones de seguimiento y la participación en el relevamiento de la Verificación Técnica Escolar son prioritarias para volcar los resultadosa mediano plazo, pero, sobre todo, para acompañar a las conducciones de las escuelas que sufren diariamente el atropello político de la maquinaria burocrática del Ministerio de Educación. La presión de la gestión amarilla sobre directores y rectores debe ser contrabalanceada con la participación de las comunidades en las comisiones de seguimiento.
La experiencia de organización que les trabajadores de la educación y les estudiantes construimos para frenar las iniciativas irresponsables de Larreta y Acuña deben ser una apuesta a futuro para consolidar el lazo entre las familias y la escuela. Una apuesta que, además, auspicie de trampolín para que, pasada la pandemia, volvamos a las calles. El capítulo de la vuelta a clases deja una marca indeleble en nuestras subjetividades y en nuestro cuerpo.
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