Nacionales

8 febrero, 2021

Güemes y la guerra gaucha y popular

El caudillo salteño fue líder de gauchos, querido por los sectores populares y uno de los mejores estrategas militares que tuvo la guerra de independencia. Fue clave para contener el avance español. Murió traicionado por la oligarquía norteña.

Martín Miguel de Güemes nació en Salta un 8 de febrero de 1785. Fue un caudillo popular que tuvo un rol fundamental en la guerra de independencia para frenar el avance español en las provincias del noroeste. 

Luego de la Revolución de Mayo se unió al ejército patriota en el Alto Perú. Por su experiencia y virtudes militares el 15 de mayo de 1815 fuera electo gobernador de su provincia, cargo que ejercerá hasta 1820

La pesadilla de los españoles

La Guerra Gaucha que lideró permitió resistir nueve invasiones realistas en el norte. Sus tácticas guerrilleras pasaron a la historia junto a Los Infernales, el regimiento de gauchos que creó siendo general. Además de ser admiradas por San Martín, han sido objeto de estudio en numerosas academias militares en el mundo. 

Aplicó una guerra de recursos que, junto a la guerra de guerrillas, fue la pesadilla de los españoles y sus experimentados oficiales.

Por ejemplo, en 1817 el Mariscal de la Serna, que planeaba invadir Salta con más de 3 mil hombres veteranos de las guerras napoleónicas, fue víctima de su estrategia guerrillera. Al enterarse de estos planes, Güemes levantó al pueblo en armas creando un verdadero ejército popular sin levas forzosas. El acoso constante de las guerrillas, sumado al boicot popular y la táctica de tierra arrasada , obligaron a De la Serna a emprender la retirada hacia el Alto Perú.

Traicionando por las clases altas

Hombre de confianza de San Martín y amigo de Belgrano, el caudillo salteño fue un continuador del ideario igualitarista de Mariano Moreno y Juan José Castelli. La primera década después de Mayo fueron un prólogo de la guerra civil que terminaría de estallar abiertamente en 1820. En ese contexto, Güemes fue para el centralismo porteño (los unitarios rivadavianos) la amenaza de otro Artigas en el norte que cuestionara su política de monopolizar el puerto en desmedro del resto de las provincias.

Mientras que para las clases oligárquicas de Salta y Jujuy representaba el peligro de las montoneras y el pueblo en armas, a lo que se sumaba el enojo por los reiterados empréstitos forzosos que el caudillo les aplicó por su retaceo a colaborar en la guerra contra los españoles.

También otro motivo del odio oligárquico al caudillo tenía que ver con el Fuero Gaucho. En 1817, tras la declaración de la Independencia, el Congreso General Constituyente dictó un Reglamento Provisorio en el que reconocía el «Fuero de las Milicias» que consistía en el sueldo y posesión de las tierras donde habitaban los soldados. Pero esta medida excluía a los gauchos de Güemes porque solo alcanzaba a las milicias regulares. Inmediatamente el caudillo exigió a Pueyrredón, el Director Supremo, incluir a sus tropas en el fuero, pedido que fue acatado.

En síntesis, Güemes crecía en ascendencia popular, quitaba mano de obra a los terratenientes (a quienes enrolaba no debían trabajar en las tierras de los patrones), les imponía empréstitos y además otorgaba derechos al pueblo, razones suficientes para eliminarlo.

Para 1820 la división entre Buenos Aires y las provincias ya era un hecho. La Constitución unitaria del año anterior daba a los porteños un poder mayor que en la época del virreinato para sus pretensiones de monopolizar la renta aduanera del puerto. Comenzaba la guerra entre unitarios y federales que se desarrollará por décadas.

En este marco, Güemes debía luchar en dos frentes: contra los españoles y contra la clase terrateniente que lo detestaba.

Gracias a la traición de oligarcas y comerciantes norteños, el 7 de junio de 1821 José María Valdés, apodado “el Barbarucho”, un coronel salteño traidor que estaba a las órdenes del ejército español ocupó Salta y salió a combatir al caudillo. Güemes fue herido por una bala. Siguió a caballo hasta una hacienda a dos leguas de la ciudad. Pero su herida nunca cicatrizó porque era hemofílico. Murió diez días después, el 17 de junio de 1821, a los 36 años de edad.

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