7 febrero, 2021
Ambiente y salud: la disputa por el espacio público en la CABA
En un momento donde se discute la relación con el ambiente a quienes habitamos la Ciudad de Buenos Aires nos toca aceptar que este es nuestro entorno y paisaje. Mientras otres se paran contra la megaminería, el fracking o las fumigaciones, a nosotres nos toca defender el espacio público.


Florencia Trentini y Mora Bernstein
Puede parecer poco comparado con montañas, ríos, extensas mesetas. Puede parecer que llegamos tarde porque nos rodea el asfalto, los edificios, la contaminación. Por eso, muches habitantes de la Ciudad de Buenos Aires sienten más empatía por causas ambientales que suceden a muchos kilómetros de distancia, que por aquellas que nos tocan de cerca. Sin duda es sumamente importante lo que sucede en Chubut contra la megaminería o los desastres ambientales en Neuquén por culpa del fracking, pero ¿podemos ser ambientalistas en la CABA?
La pandemia puso sobre la mesa algunas cuestiones de nuestra relación con el ambiente que no solemos pensar. Primero lo más obvio: si seguimos destruyendo los entornos naturales de otras especies serán cada vez un riesgo mayor para nuestra salud, es decir, el problema no es un murciélago sino un sistema que avanza sobre todas las vidas y ambientes sin pensar en el futuro a costa del lucro inmediato. Pero en la CABA, lejos de China, lo que la pandemia mostró es que cuando quisimos salir, porque estar adentro con otres era un potencial peligro de contagio, los espacios públicos que nos quedaban eran pocos y escasos.
En el medio de todo esto nos enteramos que el Ejecutivo Porteño, haciendo uso del poder que tiene en la Legislatura, pretendía cambiar la zonificación de uno de los pocos espacios verdes que nos quedan, y además uno de los pocos que nos permite acceder al río. Ese río que no casualmente olvidamos que tenemos, porque mientras la Ciudad se desarrolla de espaldas al río quienes quedan de frente son los que pueden pagar un piso en los lujosos edificios que el propio oficialismo impulsa de la mano de desarrolladores inmobiliarios.
En síntesis, en CABA hay 5 metros cuadrados de espacio verde por habitante -cuando la OMS recomiendo entre 10 y 12- y aun así el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta insiste en avanzar con la privatización de uno de los pocos espacios verdes que nos quedan para la construcción de edificios de lujo frente al río. Si esta idea replicara lo que sucede en Puerto Madero el resultado sería que además de quedarnos sin el espacio público de todes, el 80% de esos departamentos podría permanecer desocupado, porque el objetivo no es resolver otro problema de la Ciudad, el de acceso a la vivienda, sino volverlos reserva de valor para la especulación inmobiliaria en dólares.
El otro lado de esta moneda es que mientras la población de la Ciudad no aumentó en los últimos años, sí aumentó la población que vive en villas, hoteles e inquilinatos y la gente que alquila a precios exorbitantes sin poder acceder a comprar su propia vivienda. Sumado a esto la CABA tiene una gran y violenta tasa de desalojos. Todo esto mientras los departamentos permanecen vacíos aumentando su valor.
Una ciudad dual desde la perspectiva de la salud
En la ciudad tenemos un ordenamiento territorial cada vez más dividido. Una estructura urbana social y económicamente muy polarizada. No estamos en una ciudad que sea para todes, sino en lo que se conoce como una “ciudad dual”. La planificación urbana de este tipo de ciudades no se puede pensar sin la complicidad entre lo público y lo privado, es decir entre el estado y el mercado, entendiendo así el enorme rol que tiene el estado para generar esta dinámica de “ciudadanes de primera” y “ciudadanes de segunda”. Porque que no sea una ciudad para todes no sucede azarosamente, sino que responde a una definición claramente política.
Toda esta lógica responde a lo que se conoce como extractivismo urbano, que opera igual que el resto de los extractivismos, pero esta vez el recurso escaso es la tierra pública y los espacios verdes. En la Ciudad esto genera, por un lado, el encerramiento de los espacios públicos, el encerramiento de las plazas. Con la gentrificación las plazas, por ejemplo, terminan quedando para uso de la población que se vio privilegiada por esta organización socioespacial. Así, el modo de construcción de la ciudad habla del estilo de vida que va a llevar la gente, y esto tiene un gran impacto sobre su salud.
La presencia de espacios verdes no solo tiene que ver directamente con la contaminación ambiental, al funcionar como reguladores de la temperatura, del dióxido de carbono en el aire, de la polución, del ruido, entre otras cosas, que implican gran importancia para la salud física; sino también representan un lugar de paseo, de ocio, previniendo estrés y enfermedades relacionadas a este. Porque la salud también es recreación y esparcimiento.
Pero, por otro lado, además, esta planificación genera lo que se conoce como “zonas de sacrificio urbano ambiental” y “zonas de sacrificio urbano social”. Las primeras representan territorios que se toman como “costos del progreso” donde por avance de urbanización se lleva a contaminación del agua, de suelos, etc. Y las segundas son aquellas en las que se termina con menor disponibilidad de acceso a derechos básicos de vivienda y condiciones sanitarias. La población termina enfermando porque su ambiente lo hace.
Entonces, el mismo proceso de urbanización influye en el proceso de salud-enfermedad de la población. Se generan barrios en los que no se tiene acceso a servicios, o donde se vive en completo hacinamiento, o donde no se tiene acceso a una plaza. Estos son los que se llaman determinantes sociales de la salud, que serían las circunstancias en las que las personas nacen, crecen, viven, trabajan, que condicionan su estado de salud y enfermedad.
Todo esto es resultado de la distribución de dinero, poder y recursos, y dependen de las políticas adoptadas, que pueden derivar en una mayor vulnerabilidad hacia las enfermedades por parte de ciertos sectores de la población. La alimentación, las condiciones de vivienda, el acceso a espacios verdes, la contaminación del aire, el acceso a servicios, entre otros. Es central pensar en la facilitación de las enfermedades en la población a partir de distintas condiciones de vida que se incorporan al concepto de determinante social de la salud.
Y es importante destacar esto porque cuando se discute sobre cómo el Gobierno Porteño avanza sobre nuestros espacios verdes y públicos pocas veces tenemos en cuenta cómo sus negociados repercuten en nuestra salud. Que sigan vendiendo espacios públicos al sector privado sólo reproduce una ciudad dual, desigual y excluyente, que sigue vulnerando las posibilidades y la calidad de vida de una gran mayoría de su población.
¿La Ciudad somos todes?
El caso de la venta de los terrenos de Costa Salguero permitió mostrar que hay cosas que si no frenamos podrían hacer peor nuestra vida como habitantes porteños. Por este motivo la audiencia pública por la rezonificación de Costa Salguero (porque para poder vender primero hay que rezonificar), que culminó a finales de enero, fue histórica. Se inscribieron más de 7000 personas y de 2058 expositores sólo 55 se manifestaron a favor de la propuesta del oficialismo porteño, y de ellos 34 fueron funcionarios.
El procedimiento oficial indica que una vez finalizada una Audiencia Pública se puede pasar a la segunda lectura del proyecto oficial y como la audiencia no es vinculante nada asegura que la masiva participación en contra garanticen que el gobierno porteño y sus aliados en la Legislatura no sigan adelante con su objetivo. Sin embargo, sí deberán aclarar de qué manera se han tomado en cuenta las opiniones de la ciudadanía, y en caso de desestimarlas explicar los motivos.
Pero lo importante de la Audiencia por Costa Salguero es que el casi 100% de los participantes que rechazó la propuesta se manifestó en rechazo del proyecto de urbanización del PRO en la Ciudad, y no solo de este caso puntual. Porque Costa Salguero representa sin dudas lo peor del modelo de ciudades duales, pero también representa la posibilidad de que quienes habitamos la Ciudad nos demos cuenta que todavía estamos a tiempo de frenar no solo este proyecto, sino también un futuro de exclusión, desigualdad y también enfermedad.
Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.