Nacionales

4 febrero, 2021

Primer round del año: volver a la presencialidad

La decisión del gobierno porteño de volver a las clases presenciales sin dialogar con la comunidad educativa y sin protocolos serios y plan de vacunación para docentes vuelve a poner de relieve la irresponsabilidad con que se toman las decisiones educativas.

Lucía Cancela y Luciano Alderete

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El 2021 empezó con el conflicto entre Vamos Juntos -el oficialismo porteño- y el sindicalismo docente y las comunidades educativas en el centro del debate. El anuncio por parte de la ministra Soledad Acuña en los medios de comunicación acerca de la fecha de vuelta presencial a las escuelas -sin diálogo mediante- puso nuevamente de manifiesto la irresponsabilidad con la que la gestión porteña toma las decisiones educativas. 

Sin ningún tipo de protocolo serio se apoyaron en la necesidad de muchas familias trabajadoras y estudiantes que desean reencontrarse y recuperar sus espacios de aprendizaje, ocio y socialización que la pandemia les quitó. No hay dudas sobre el efecto negativo del encierro en las infancias, adolescencias y todes les que día a día acostumbraban a encontrase en un ámbito académico. Tampoco las hay de que esa situación no debemos ignorarla hoy en día. Es necesario ponerla sobre la mesa para profundizar un debate que merece de las mayores responsabilidades y del inmediato atendimiento.  

Sin embargo, la ministra Soledad Acuña es la primera en tomarse a la ligera el futuro de les jóvenes de nuestra Ciudad poniendo en riesgo su salud, tanto física como psicológica, la de sus familias y la de les trabajadores de la educación que son rehenes de la incertidumbre e irresponsabilidad que reflejan las medidas anunciadas.  Las palabras de distintos funcionarios de la Nación son claras y todas apuntan a lo mismo: hay que retomar la presencialidad con protocolos adecuados y todos los cuidados. 

Quienes creemos en la educación pública, quienes la elegimos y no caemos, somos les primeres en querer reencontrarnos. Sin embargo, queda pendiente, al día de la fecha, encontrar en esas palabras un resguardo concreto para las comunidades que, en el distrito más rico del país, se encuentran a días de tener que volver a las aulas sin un plan de vacunación para les trabajadores de la educación y sin las adecuaciones edilicias y de movilidad necesarias para el regreso seguro que estudiantes y trabajadores se merecen.

Si analizamos las iniciativas y líneas discursivas del oficialismo de CABA no caben dudas de que para elles esta es una carrera de casilleros hacia las próximas elecciones. El marketing electoral pone de manifiesto una diferencia clara entre la educación como servicio o la educación como derecho social. Esto explica la radicalización en las palabras de la ministra hablándole al electorado más antisindical y profundizando la idea de les docentes ideologizados vs. la educación como un intento de solidificación del núcleo duro electoral.

De esta manera se puede ver como la educación se convirtió en los últimos años en un enemigo central del Gobierno de la Ciudad en base al cual desarrollan su entramado ideológico camuflado en intentos de “revolución de la alegría”, “el cambio”, “lo apartidario”, que al final del día se convierte en votos amarillos.  Cualquier arista que presente el conflicto por la vuelta a la presencialidad tendrá planteos de fondo sobre la estructura educativa actual, lugares comunes en torno al trabajo docente (son vagos, trabajan vagas, etc) y la calidad educativa. 

Otro elemento que entra en juego es que el resultado del enfrentamiento marcará una correlación de fuerzas a favor del gobierno o a favor de las comunidades para lo que sigue del año, comenzando por la próxima negociación paritaria, las demandas edilicias, de alimentación, etc.

En síntesis, debemos combinar tres tareas para bloquear las iniciativas del Ejecutivo porteño: en primer lugar, tareas de comunicación de mediano y largo plazo para resistir la virulencia del discurso amarillo; en segundo lugar, asumir que los enfrentamientos van a tener una dimensión electoral-marketinera; y por último, abordar los conflictos más allá de la resistencia gremial para robustecer la oposición porteña al modelo larretista.   

Creemos que analizar las disputas teniendo en cuenta las particularidades del 2021 nos va a permitir pensar una fricción anual donde el modelo educativo, de Ciudad e impronta cultural de la jurisdicción estén en el epicentro del debate. ¿Una ciudad para quiénes? ¿Una educación para qué?

Por ahora, gracias a la organización de las comunidades y a la no menospreciable inoperancia de la ministra Acuña, el frustrado intento de burbujas en agosto y las ficticias burbujas planteadas en el presente generan condiciones favorables para quienes estamos convencides de una Ciudad para todes y de una educación para la transformación.  

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