Géneros

29 diciembre, 2020

El aborto en los barrios vulnerados: “La legalización busca la igualdad en términos de salud”

A pocas horas del tratamiento de la Interrupción Voluntaria del Embarazo en Senadores, Notas dialogó con Johana Benitez, referenta barrial del comedor Los Solcitos en la Villa 20 (Lugano) y militante del feminismo popular.

Crédito: Bárbara Leiva

Llegó el día: el Senado decidirá si se aprueba la Interrupción Voluntaria del Embarazo en nuestro país. Nuevamente los movimientos feministas colmarán las calles para recordarle a les representantes del Congreso que afuera hay cientos de miles de personas exigiendo que se les otorgue un derecho. En ese marco, Notas dialogó con Johana Benitez, una militante feminista y referenta barrial del comedor Los Solcitos, ubicado en la Villa 20, en el barrio porteño de Lugano. 

-Para vos, ¿por qué es importante que se legalice el aborto?

-Principalmente porque sería un derecho ganado, y segundo porque también plantearía un debate sobre la igualdad. La mayoría de la gente de bajos recursos no llega a poder acceder a un aborto en condiciones dignas, termina haciéndolo en un lugar que no es seguro, que no sabemos si el método que se usa es eficiente o no, no hay una persona controlando ese aborto. La legalización del aborto busca la igualdad en términos de salud. 

También se puede pensar como un precedente, ante una lucha que es acompañada por las organizaciones feministas y ese empuje que le dan todas las personas que acompañan la búsqueda de ese derecho. Hace que haya una puja política de demostrar que la gente cuando se organiza puede lograr un montón de cosas, como esta que es tan grosa, que habla del derecho sobre nuestros propios cuerpos.

-¿Cuáles son los obstáculos que debe atravesar una persona gestante de los sectores populares para poder acceder a un aborto?

-Los obstáculos son miles, ya partiendo de la base de que no se encuentra un lugar específico en donde ir a plantear que alguien quiere realizarse un aborto. Entonces se buscan otros caminos que terminan siendo vecinas del barrio que se sabe que venden pastillas, o ex enfermeras que colocan sondas. Ahí es a donde se llega, no a algún tipo  de institución que tenga que ver con la salud, y es ahí donde puede pasar cualquier cosa, donde puede terminar en cualquier lugar esa persona, y la mayoría de las veces es en la soledad. El estar sola por vergüenza, por no tener con quien compartir ese momento de realizarlo porque siempre está impregnado de la culpa de sentir que es un delito, como si una no tuviera poder sobre su cuerpo. Siempre hablamos de poder decidir, que es tan difícil y siempre es cuestionado por todos, por los vecinos, las vecinas, hermanas, madres. Es un arraigo cultural que hay que romper, que viene de una mirada machista.

-Si bien el aborto no es legal todavía, existen protocolos de Interrupción Legal de Embarazo contemplados por las normativas actuales. ¿Cómo funciona esto en la Ciudad de Buenos Aires? ¿Puede una mujer pobre acceder a este derecho?

-El desconocimiento también es una forma de violencia. Entonces al no saber que si sos violada tenes el derecho a poder abortar, también es violencia. Y no sólo eso, sino en el marco de la representación. Por lo general tenes que comprobar que de hecho fuiste abusada, y eso tiene todo un marco legal que es inaccesible para nosotras.

En sí, por lo general, las que caminamos el barrio no contamos con esa información. Nunca ha circulado, y se está sabiendo ahora un poco más por todo el movimiento de la ley del aborto. Creo que la mayoría de las compañeras no tienen esta información. Caemos en lo mismo, porque en las circunstancias en la que se contempla al aborto por causales también es una cuestión de vergüenza: por algún abuso sexual, una violación. Siempre vivimos en la vergüenza, justificando actos sobre nuestro cuerpo como si no nos perteneciera. Y en eso se nos va la vida, porque cargamos con culpas que no nos pertenecen, no nos interesan, y por eso creemos que el aborto tiene que ser una ley. El hecho de que no esté legislado no quiere decir que no vaya a seguir sucediendo. Van a seguir abortando y van a seguir muriendo.

¿En qué se basa la idea de que los sectores populares están mayoritariamente en contra de la legalización del aborto?

Para mí la idea está basada en que no se visibiliza -porque genera eso, vergüenza, culpa, que te señalen- y no termina saliendo a la luz, pero que no salga a la luz no quiere decir que no suceda. Siempre también con esto de que «nadie lo hace, nadie lo hizo ni lo va a hacer», siempre es «la amiga de una amiga» y no ponemos en primera persona lo que nos sucede, lo que hicimos o lo que no hicimos. 

Siempre hay que estar justificando, y si lo haces sos una mala madre, porque eso las buenas madres no lo hacen. De hecho, siempre está esto de decir «donde comen dos, comen tres», y eso es romantizar la situación, a la buena madre que se esmera, sin ver el contexto que se viene cuando una criatura ya ocupa un lugar en la familia.  Pero bueno, principalmente es porque no se visibiliza, porque nadie dice «yo aborté» o «pensaría en abortar», está mal visto socialmente. 

-¿Qué pensas que puede pasar si el Senado no aprueba la ley este miércoles?

-Creo que la lucha en la calle es una referencia bien de las organizaciones feministas y populares, y que se va nutriendo de eso, de no quedar en el camino. Creo que eso lo fuimos demostrando. Algo parecido pasó con el caso de Luz Aimé Díaz, la piba trans que estuvo presa por un crimen que no cometió. Todo el empuje y el acompañamiento sirvió para eso, para visibilizar su caso y no dejarlo pasar como uno más, y al final la terminaron absolviendo. Fue pararse y decir «acá estamos todas las pibas, los pibes, y acá no se calla nadie, y vamos a prender fuego las redes sociales y las calles para que no haya una injusticia». 

Creo que va a pasar eso con el aborto, vamos a pelear y rogar que sí se apruebe. Yo estoy segura de que sí va a pasar, pero en el caso de que no, se formarán otras estrategias de lucha. La principal es en la calle, ya lo sabemos, pero vamos a ir armando otros esquemas más fuertes, porque ya venimos de una organización y experiencias previas. Hay caminos que ya no recorremos, y vamos a ir transformándolo, impulsando a la juventud y sumando voces, miradas, y estando en la calle agitando hasta que sea ley, porque esta lucha nos pertenece, nos la deben, y ya no la vamos a dejar pasar.

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