Deportes

8 diciembre, 2020

De Independiente para el mundo

El 9 de diciembre de 1984, Independiente se consagraba campeón del mundo luego de vencer al Liverpool por 1 a 0 con gol de Percudani. En Notas, el recuerdo de aquel memorable equipo dirigido por el gran José Omar Pastoriza.

Federico Coguzza

@ellanzallama

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El cielo de Tokio no tiene ninguna mancha. El sol estalla sobre el Estadio Olímpico. Más de sesenta mil personas hacen sonar unas cornetas ensordecedoras. Sobre un terreno de juego en mal estado, los veintidós jugadores aguardan el inicio del encuentro. El árbitro brasilero Romualdo Arppi Filho, parado apenas unos centímetros dentro del círculo central, se lleva el silbato a la boca. José Percudani toca para Ricardo Bochini. Es 9 de diciembre de 1984. Independiente y Liverpool se enfrentan por la Copa Intercontinental.

El equipo dirigido por el inolvidable José Omar Pastoriza había obtenido su pasaje a Japón luego de vencer al Gremio de Porto Alegre en la final de la Copa Libertadores. El 1 a 0 en el partido de ida y el posterior empate en cero en Avellaneda, llevaron a Independiente a la obtención de su séptima copa. El equipo inglés por su parte, llegaba como campeón de Europa luego de vencer a la Roma por penales. Esta fue la primera final de Copa de Campeones que se definió desde los doce pasos y la primera, también, en la que el equipo derrotado jugó en su propio estadio.

No habían pasado diez minutos cuando luego de un saque rápido de Hugo Villaverde, que tomó en el aire una pelota que iba hacia un jugador inglés en posición adelantada, la pelota le cae a Bochini que toca para Burruchaga, este intenta un pase entre las líneas adelantadas del Liverpool pero la pelota pega en un jugador inglés y cae en la posición de Marangoni que, como Maradona dos años después en el Azteca, sin pararla y con un toque sutil habilita a Percudani que comienza una carrera interminable y ante la salida del arquero Grobbelaar, toca suave de zurda decretando el uno a cero.

“Cuando encaro para el arco, lo primero que pienso, como todo nueve, es adelantar la pelota. Lo hice dos veces con la derecha, justo cambié de pie y salí gritando el gol hacia el córner”, recuerda Percudani, quien durante la Libertadores solo había participado en las semifinales cuando el equipo de Avellaneda enfrentó a Nacional de Montevideo.

A Percudani le había tocado el Servicio Militar y su lugar lo ocupaba Sergio Bufarini. “Me tocó la colimba en City Bell, justo durante la copa. Gracias a Dios tuve la suerte de tener un ‘Comandante en Jefe’ fanático de Independiente, así que me largó y me dejó ir a jugar”. Era el primer encuentro que se jugaba entre un equipo argentino y uno inglés después de la Guerra de Malvinas. “Estaba muy fresco lo de las Islas Malvinas. En ese momento (el del gol) quería estar con mis viejos y mis amigos en Bragado, algunos de los cuales habían estado en el General Belgrano”.

Independiente, aquella tarde de diciembre en Tokio, formó con: Goyén, Clausen, Villaverde, Trossero y Enrique; Giusti, Marangoni y Bochini; Burruchaga, Percudani y Barberón. Un equipo memorable, al que el paso del tiempo, que todo lo corroe, le resulta imposible oxidar. Quizás porque de un tiempo a esta parte muy pocos jugadores han logrado superar la habilidad y prestancia de un crack como Néstor Clausen. Quizás porque un “cinco” como Marangoni el fútbol de hoy extraña horrores. Lo mismo que un Giusti o un Jorge Burruchaga.

¿Bochini? Bochini habrá uno solo y aquella tarde noche en Japón, como cada domingo sobre el verde césped de nuestro país, brilló con su irreductible manera de entender el juego. Esa que solo entendió que al fútbol se juega con los pies pero con la velocidad de la cabeza. A un toque o pisándola cuando la situación así lo requiere. Viendo espacios donde nadie los ve. Que para vencer al arquero que sea no hace falta pegarle fuerte sino lejos de su alcance.

“Vos sabés que Ricardo (Bochini) siempre te asistía, si hubiera concretado todas las ocasiones que él generaba hubiera hecho dos millones de goles. Jugué seis años al lado del Bocha y en el 87 la Copa América con Maradona, por lo tanto creo que compartí equipo con los mejores 10 del mundo”, recuerda el autor del gol que le dio a Independiente su segunda Copa Intercontinental.

Se cumplen 30 años de aquél gol y aquella victoria. Mucha agua ha pasado debajo del puente pero nunca la suficiente para borrar el juego de un equipo que está grabado en la memoria de cualquiera al que le guste el fútbol.

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