27 noviembre, 2020
Defendamos el río: arranca una Audiencia Pública histórica
Con un record de más de 7000 inscriptos, esta instancia se desarrollará durante más de 20 días. En esta nota te contamos qué es lo que está en discusión y por qué los ciudadanos y ciudadanas de la Ciudad de Buenos Aires tenemos tan poca relación con el río.

De espaldas al río
Para empezar a entender este conflicto primero es necesario recordar que la Ciudad de Buenos Aires tiene un río y una costanera. Algo que por su difícil acceso, su nivel de contaminación y los negociados inmobiliarios nos parece sumamente ajeno. Pero no siempre fue así, hasta 1975, cuando una ordenanza municipal inhabilitó el acceso a las aguas del Río de la Plata, los porteños y porteñas podía disfrutar de un día en un balneario en plena CABA. En ese entonces, el diseño urbanístico de nuestra ciudad estaba pensado con costa ribereña en Puerto Madero (parte central), Costanera Norte y Costanera Sur.
El tiempo y los escombros (del atentado a la Embajada de Israel, de la Amia, de la demolición del Elefante Blanco y otras demoliciones) fueron haciendo que acceder al río se volviera algo cada vez más complicado. A esto se sumó la privatización de varios terrenos limitando el uso público. En este proceso los ciudadanos y ciudadanas fuimos perdiendo (o naciendo sin) el vínculo con el río, acostumbrándonos a vivir cada vez más en una urbe de cemento.
Sin embargo, así como el abandono, la privatización, especulación inmobiliaria y la contaminación fueron “vaciando” esos terrenos para que pudieran ser vendidos o concesionados a los amigos del poder de turno (que desde hace muchos años se encuentra en manos del PRO), también es posible revertir este proceso, peleando por una ciudad que pueda ser repensada urbanísticamente con una costa ribereña, balnearios públicos, espacios verdes y agua limpia. Para eso sería necesario organizarnos para disputar por el acceso público y fácil al río y por su saneamiento.
Ahora bien, mientras la relación de la mayoría de los y las habitantes de la ciudad con el río se vuelve cada vez más lejana y ajena, no casualmente estos terrenos costeros se vuelven cada vez más cotizados para la especulación inmobiliaria. Es decir: mientras a vos te hacen olvidar del río y vivir rodeado de cemento, les venden la vista y la zona costera a gente que tiene mucho dinero para acceder a departamentos con vista al río (porque contaminado y todo, evidentemente vale).
La venta de nuestras costas
En este contexto se enmarca el conflicto por los terrenos de Costa Salguero y Punta Carrasco. Para que se entienda un poco el proceso que lleva hasta esta Audiencia Pública es necesario recordar que el pasado 8 de octubre en la Legislatura Porteña se aprobó en primera lectura las modificaciones de normas urbanísticas para los terrenos de Costa Salguero y Punta Carrasco en Costanera Norte. Esto busca permitir la construcción de edificios de uso comercial y residencial frente al río. El proyecto fue aprobado por 37 votos a favor (del larretismo y sus aliados, como Lousteau) y 23 en contra.
Antes de intentar modificar esta normativa, el 5 de diciembre de 2019 (cinco días antes del recambio legislativo) la Legislatura Porteña aprobó la venta de estos terrenos, y lo hizo sin el procedimiento de doble lectura con audiencia pública que establece la Ley porteña para los terrenos públicos. Primero se aseguró la posibilidad de venta y ahora busca asegurarse la posibilidad de construir edificios.
Es importante tener en cuenta que el artículo 8 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires sostiene que los espacios que forman parte del contorno ribereño son públicos, de libre acceso y circulación. Además este criterio fue ratificado en 2009 en el Plano Urbano Ambiental (PUA). Es decir que la votación de diciembre de 2019 (sin doble lectura) violó la Constitución. Por este motivo se presentó un recurso de apelación que fue aceptado por la Sala II de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativa y Tributario de la Ciudad y que no permite ninguna decisión que afecte la titularidad del dominio inmueble. Sin embargo esto no detiene la actual discusión sobre la modificación urbanística.
Por esto es importante la audiencia pública que continuará a lo largo de un mes debido a la gran cantidad de inscriptos para participar. Porque aunque el gobierno porteño se acostumbró a utilizar la Legislatura como una inmobiliaria para sus propios negocios, a hacer pasar instancias de audiencias públicas totalmente desapercibidas y a vender sin que sepamos nuestros terrenos públicos, en esta oportunidad es posible que esto no les resulte tan simple como hasta ahora.
El eje de la discusión está puesto en el uso del suelo: la posibilidad de un parque público que nos permita –de a poco y con todas sus dificultades- volver a usar las costas del Río de la Plata o seguir permitiendo que con la excusa de “mixturar” edificios con espacios públicos que después terminan siendo de uso exclusivo de quienes pueden pagar vivir en esos edificios (como sucede en Puerto Madero) nos sigan privatizando solapadamente nuestros espacios públicos.
Un modelo de ciudad excluyente y desigual
En metros cuadrados tal vez los terrenos de Costa Salguero y Punta Carrasco no parezcan algo tremendo. A lo mejor te queden tan lejos e incómodos que no te interese mucho el tema. Sin embargo, lo que es necesario entender es que la actual disputa por estos terrenos se enmarca en una lógica con la que el gobierno porteño piensa el espacio público: lo entrega a un grupo de desarrolladores para la especulación inmobiliaria.
Para que se entienda la magnitud del problema, según un informe de Diario Perfil, durante el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta se vendieron o entregaron en concesión aproximadamente 200 hectáreas. Si a esto le sumamos los vendidos u otorgados durante la gestión previa de Mauricio Macri la cifra asciende a casi 500 hectáreas. Esto es el equivalente a 236 Plazas de Mayo o 630 canchas de River. ¿Te imaginás si todo eso fuera espacio verde, escuelas, hospitales, viviendas a las que fuera posible acceder?
Si hablamos de espacios verdes -algo que durante este año hubiéramos aprovechado mucho- de esas 500 hectáreas entregadas a privados, 150 corresponden a superficies verdes absorbentes. Y de hecho si en los terrenos de Costa Salguero y Punta Carrasco se construyera un parque costero totalmente público y verde se podría aumentar casi 1,2 de espacio verde por habitante. La Organización Mundial de la Salud estableció como parámetro saludable para las grandes concentraciones urbanas, valores mínimos de entre 10 y 15 metros cuadrados de espacio verde por habitantes y de 1 árbol cada 3 habitantes. En la Ciudad de Buenos Aires el promedio de superficie verde por habitante es de 6 metros cuadrados y hay 1 árbol cada 7 habitantes.
Si hablamos de vivienda, durante todos los años del gobierno del PRO en la CABA, mientras la población de la Ciudad se mantuvo relativamente estable, la población que habita en villas creció exponencialmente. Esta exclusión es resultado de un sistema que vende terrenos para la construcción de viviendas, pero las mismas en lugar de volverse lugares para vivir se vuelven materia de negocios inmobiliarios, que en la mayoría de los casos se encuentran vacíos, desocupados. La contracara de esa especulación inmobiliaria es la emergencia habitacional.
Como sostiene el abogado ambientalista Enrique Viale, en este proceso el suelo -bien común en las ciudades- es reconvertido a favor de intereses privados a través de vías institucionales e incluso de mecanismos ilegales consentidos por el Estado, todo construido sobre las bases de proyectos de planificación urbana definidos de manera vertical y sin consulta a las poblaciones.
Mediante el concepto de extractivismo urbano, Viale, busca aportar a pensar que las ventas de terrenos como Costa Salguero y Punta Carrasco no son cuestiones aisladas, sino parte de un modelo de desarrollo extractivo, pero en este caso no de oro o petróleo, sino de tierra pública. Los espacios verdes y los espacios públicos son absolutamente sacrificables en virtud del “crecimiento” de la Ciudad y la generación de renta para las corporaciones inmobiliarias.
Así que cuando escuches hablar de Costa Salguero y Punta Carrasco pensá que no debería ser algo ajeno, lejano y aislado, sino la posibilidad de empezar a revertir un sistema excluyente, desigual y nocivo para el ambiente, que cada vez nos deja más encerrados y rodeados de cemento y sin espacio verde, afectando nuestra salud, que entrega nuestra tierra pública a privados (ya llevan 500 hectáreas), que no busca resolver los problemas habitacionales y de acceso a la vivienda, sino que mantiene miles y miles de viviendas ociosas mientras cada vez más gente duerme en la calle o engrosa las villas.
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