Batalla de Ideas

18 noviembre, 2020

Los dos 17 y lo que pasó en medio

El martes 17 de noviembre, la coalición de gobierno del Frente de Todes organizó su segunda movilización masiva conmemorando el Día de la Militancia. Entre esta fecha y el 17 de octubre por el Día de la Lealtad se condensaron orientaciones, políticas, y movimientos de fuerzas que lograron recuperar la iniciativa ante el avance de la derecha social.

Crédito: Bárbara Leiva

Ian Naiquen Quiñones

@iannaiquen

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Dos 17

El Frente de Todes construyó en la segunda mitad del 2020 dos acontecimientos políticos que le permitieron recuperar la calle y, con ella, la iniciativa que parecía perdida con la multiplicación de protestas de la amplia y contradictoria “derecha social”. Tras la debilidad relativa que mostró ante relajamiento del Aislamiento Preventivo y el desacato “adhoc” militado por sectores empresariales y la oposición de Cambiemos, el juego volvió a abrirse en la conmemoración del 75° Día de la Lealtad y culminó con las caravanas convocadas el 17 de noviembre por el Día de la Militancia.

Si el Día de la Lealtad significó la movilización del sindicalismo peronista de la CGT y un gesto con miras a las elecciones internas del PJ, el Día de la Militancia movió las bases de la economía popular –de la UTEP que nuclea al “tridente cayetano” y a otras organizaciones sociales– y a las organizaciones políticas del kirchnerismo y de la izquierda popular.  Además de apoyar al gobierno, esta última movilización  contó con reclamos sobre la orientación política para salir de la crisis: en todas las columnas podían leerse carteles que decían “que la crisis la paguen las grandes fortunas”; “tierra, techo, y trabajo”; “salario para los comedores comunitarios”, entre otros tantos que dan cuenta de una propuesta programática construida desde los movimientos sociales. Difícilmente pueda verse en esta marcha una aceptación sin más de la reducción del Impuesto a las Grandes Fortunas hacia un necesario pero insuficiente Aporte Extraordinario.

Además, el gesto político fue una medición de fuerza entre las distintas organizaciones que protagonizan al día de hoy al campo popular argentino. Las columnas del Movimiento Evita y de La Cámpora destacaron entre todas las demás por tamaño y por los ordenamientos que se dieron detrás de cada una.

Por último, la reivindicación del Día de la Militancia -novedad simbólica de este año – reescribe el clásico Día de la Militancia Peronista, que rememora el primer retorno de Perón en 1972 y el cierre de la etapa de la resistencia peronista. La convocatoria amplia no sólo reenvía a la amplitud necesaria de la coalición gobernante, dentro de la que conviven tradiciones peronistas, kirchneristas, y de izquierda, sino que contrasta con el Día de la Lealtad que, paradógicamente, convirtió la reivindicación de la irrupción de las masas en la celebración de un sindicalismo en su mayor medida burocrático.

Dos acuerdos

Entre estas fechas el Ejecutivo logró un respiro que le posibilitó introducir medidas que movilizan la tambaleante conciliación de clase ante la peor crisis económica de la que se tenga memoria viva. Durante semanas, la carta de Cristina Fernández de Kirchner fue debatida y rebatida por medios de comunicación y organizaciones. Y en la última semana, la primera visita del FMI trajo consigo un nuevo acuerdo que seguiría la tradición de un condicionamiento en política económica para la austeridad y el ajuste.

Si acordamos con la lectura realizada por Mario Santucho de la revista Crisis, la carta sería una muestra de apoyo y préstamo de su capital político al presidente y continuaría con el “renunciamiento” de Cristina, esta vez de la responsabilidad de la salida de la crisis.  “Albertismo” y “cristinismo” entonces estarían en sintonía, más allá del señalamiento de ”funcionarios que no funcionan” que redundó en una lectura de conflicto dentro de la alianza. 

Entre estos dos acuerdos pivotea el movimiento popular en este momento, dentro y fuera del Frente de Todes, y tensiona nuevamente lo que Cristina llamó también un gran Acuerdo Nacional para la reconstrucción de la Argentina. Un temblor recorre esas dos palabras que, si reavivamos la memoria histórica, también reenvía a un momento crítico en la historia de nuestro país.

Dos historias

A partir de estos eventos se abren interrogantes ante un proceso abierto: el sostenimiento de la coalición gobernante y de la ansiada “conciliación” durante la crisis significa renuncias y aceptaciones por parte de todos los sectores. Por un lado, se aceptó un Aporte Extraordinario que captura una mínima parte del patrimonio de las grandes fortunas del país (según este proyecto, de 0,02% de la población) y el envío parte del Ejecutivo del proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo y del programa de los 1000 días.

Por otro lado, la reducción que significó el Aporte Extraordinario desde la propuesta inicial de un impuesto progresivo y permanente a las grandes fortunas; la resignación de la intervención a Vicentín; y la tendencia persistente al reaseguro de la “propiedad privada” y especulación inmobiliaria -con su contracara en el desalojo a las ocupaciones de tierras en su expresión represiva-  marcan una orientación regresiva, opuesta a la impulsada por los movimientos populares dentro de la alianza.

Entonces, es entre la represión y la movilización con la constante de la pandemia lo que está escribiendo el primer año de Alberto Fernández. La recuperación de la iniciativa “por arriba”, capaz de crear cuatro acontecimientos en un solo mes, permitió motorizar la orientación hegemónica de la alianza gobernante. Será la fortaleza y decisión de las organizaciones populares, centradas en la construcción de poder popular en los territorios golpeados por la crisis, lo que permita recuperarla una “iniciativa por abajo” y no sólo proponer, sino desbordar y acomodar el juego político otra vez en “lo social” y la calle recuperada para que la crisis la paguen los que siempre ganaron.

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