16 noviembre, 2020
50 años del nacimiento de las Ligas Agrarias: Hoy como ayer, ¡grita lo que sientes!
El último sábado se cumplieron 50 años del nacimiento de las Ligas Agrarias, la organización campesina que durante los años setenta nucleó a los agricultores y agricultoras ligados a la agroindustria algodonera, yerbatera, tabacalera y tealera del noreste, la región con mayor porcentaje de población campesina en Argentina.

Bajo el título “Hoy como ayer… ¡Grita lo que sientes!», en alusión a una vieja consigna liguista, la organización fue homenajeada en una jornada que, por primera vez (cuarentena mediante y gracias a la ASPO) logró reunir virtualmente a la mayor parte de sus ex dirigentes y colaboradores. Hasta entonces los actos de homenaje y conmemoración a la memoria de las Ligas habían sido siempre organizados localmente con un alcance y repercusión municipal o, a lo sumo, provincial.
Las Ligas se caracterizaron por su masividad, su capacidad de movilización y por sus prematuros y novedosos métodos de organización y formación política ligada a la pedagogía de Freire, logrando tempranamente formar referentes políticos de extracción netamente campesina. Surgieron al calor del ciclo de protestas y de radicalización política que marcó el inicio del fin de la Dictadura iniciada por Onganía en 1966. En el noreste, este fenómeno se dio en un contexto de doble crisis: del precio de los cultivos, cuya disminución, desde principio de la década del 60 venía acentuando el despoblamiento del campo; y de las organizaciones tradicionales del sector, tras la pérdida de legitimidad de sus dirigentes y de sus acciones gremiales, en particular, de la Federación Agraria.

Las primeras en formarse fueron las Ligas chaqueñas, el 14 de noviembre de 1970, tras la confluencia de la Unión de Jóvenes Cooperativistas y el Movimiento Rural de Acción Católica. Rápidamente se expandieron al resto de las provincias del noreste, y luego también, aunque de manera más incipiente, crecieron en Entre Ríos, Buenos Aires (Lincoln), Córdoba (Villa María) y Santiago del Estero. Impulsaron la distribución y titulación de la tierra, la regulación de la comercialización y la producción por parte del Estado. Enfrentaron a los monopolios de la comercialización y al poder terrateniente.
Quizás haya sido la organización campesina más importante en la historia de nuestro país, tanto por la masiva adhesión que generaron en el conjunto de las bases rurales como por las conquistas arrancadas al Estado: precios mínimos, cartera de créditos a cooperativas, condonación de deudas, ley de tierra, en el caso de Formosa, y el acceso a la gestión de organismos estatales clave para el sector, como el Instituto de Colonización en Chaco, entre otras. Efectivamente constituyeron una amenaza real para el poder terrateniente y la burguesía agraria local llegando a controlar entre el 60 y 70% de la comercialización de los cultivos agroindustriales.
Partícipes del proceso de radicalización popular, las Ligas sufrieron la persecución política desde inicios de 1975 y con el golpe de Estado de 1976 fueron desmanteladas, sus dirigentes desaparecidos, fusilados y/o encarcelados y las familias liguistas duramente reprimidas. Recién en la primera mitad de 2019 se celebró el primer juicio oral por las violaciones de Estado a las Ligas Agrarias, cuyo saldo fueron cuatro condenadas por altas penas y una absolución.
Cincuenta años
Una serie testimonios y perspectivas se destacaron en el aniversario de número redondo del nacimiento de las Ligas. Entre ellas, el papel protagónico e invisibilizado que las mujeres campesinas tuvieron en la organización hace medio siglo: tradicionalmente relegadas al ámbito doméstico, tempranamente asumieron tareas centrales como la edición del periódico de la organización, tal fue el caso de Alicia López en Chaco o Estela Urdaniz en Misiones (ambas se encuentran desaparecidas) o la vocería en actos y concentraciones masivas, como Ofelia Medina, quien emitió un discurso en el Primer Cabildo Abierto del agro, en noviembre de 1970, del cual participaron alrededor de cinco mil agricultores, haciendo un llamado a las mujeres campesinas a participar y organizarse, y exclamando enfáticamente “para qué quedar en la cocina cuando muchas veces no tenemos ni qué echar en la olla?”. Lo cierto es que en 1973 en Reconquista y en 1974 en Corrientes las liguistas ya organizaban encuentros de mujeres campesinas para reflexionar los problemas del patriarcado al interior de la familia rural y de la organización. Al respecto, Isabel Arguello, desde Formosa señaló «el objetivo de esos encuentros fue reflexionar y buscar medios para lograr la participación de la mujer en la organización y su realización personal».
En su presentación desde Machagai, provincia de Chaco, Osvaldo Quique Lovey, quien fue secretario general de las Ligas Agrarias en los setenta y Secretario de Desarrollo Rural durante la gestión de Capitanich en Chaco entre 2007 y 2015, se refirió a la actualidad del sector campesino, signado por la atomización y multiplicidad de experiencias organizativas que dejó la última dictadura con la destrucción del aparato productivo y la política del terror y delación en el campo. Y señaló que uno de los legados de las ligas se expresa hoy en las políticas agrarias implementadas en Chaco con los Consorcios Productivos de Servicios Rurales, tras la sanción de la ley provincial Nº 6547 en 2011, que nuclean antiguos y nuevos militantes rurales de las nuevas organizaciones, “sin duda la continuidad de la política de las Ligas Agrarias”.
Desde Guadalupe Norte, Santa Fe, Remo Véncia e Irmina Kleiner, referentes liguistas que se dedicaron a la formación política de base de hacheros y braseros y estuvieron cuatro años escondidos en el monte, entre 1975 y 1979, escapando a la persecución estatal, conformaron una granja tras el retorno democrático, pionera en la producción de alimentos agroecológicos y su comercialización sin intermediarios. En su evocación a las Ligas destacaron el legado de la formación política de base que contribuyo a la toma de conciencia del campesinado sobre su función social y a la desnaturalización de las injusticas padecidas. Iniciada con el trabajo del Movimiento Rural de Acción Católica a comienzos de los sesenta, la reflexión y capacitación arraigó fuertemente en las conciencias campesinas y persiste actualmente en las nuevas experiencias organizativas, señalaban. Su evocación a las Ligas también incluyó una referencia en las transformaciones agrarias que aún están pendiente en el campo: la reforma agraria, la vuelta al campo y la producción agroecológica. Se refirieron para ello a la incíclica papal Laudato Sí de mayo de 2015 donde la tierra es definida como un bien social.
El acto de homenaje fue una oportunidad para destacar vigencia de las reivindicaciones que las Ligas plantearon hace medio siglo, resignificadas hoy al calor de las experiencias actuales de organización y lucha en tiempos de agronegocios: la reforma agraria integral, el repoblamiento del campo, la producción de alimentos sanos y baratos y el control estatal de su comercialización. Reivindicaciones que durante el 2020 se vienen manifestado de manera muy gráfica en la agenda pública, solo basta recordar la reciente experiencia del Proyecto Artigas en Entre Ríos, iniciativa de un conjunto de organizaciones populares para el repoblamiento y la producción de alimentos agroecológicos, o el fallido intento de expropiación de Vicentín.
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