6 noviembre, 2020
La juventud y el (des)empleo en CABA: hay futuro si cambiamos el presente
Siguiendo datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) y la DGEyC entre 2019 y 2020 en la Ciudad más rica del país las tasas de desempleo casi se triplican en la juventud. Sin embargo nos siguen diciendo que no trabajamos porque no queremos. ¿Qué hay detrás de los discursos de meritocracia, qué impactos tiene las faltas de respuestas públicas a la problemática del empleo en les jóvenes?

Mandar más de veinte CV por día, descargarse todas las aplicaciones, salir a buscar por la calle, páginas de Instagram, Facebook y cualquier otra red social, que te llamen, tener una corta entrevista y volver a empezar de nuevo. Este es el ciclo en el cual están Lucía (19, estudiante de Derecho) y Martina (20, estudiante de Economía). Ninguna de las dos pudo encontrar su primer empleo, ¿el problema son Lucía y Martina?
Ambas marcan que el principal problema al momento de conseguir ese deseado trabajo es el requisito de la experiencia. “Desde que salí del secundario piden años de experiencia, hoy día buscando arduamente laburo no consigo por la misma razón y eso es motivo de no poder tener mi primer trabajo, estoy estudiando Economía hace 3 años”, nos comenta Martina. A ambas les preocupa, además, que de conseguir un trabajo no va a tener ningún tipo de conexión con su formación académica y que, al contrario, tendrá consecuencias negativas sobre sus estudios.
No son temores infundados. Ser mujeres jóvenes en la Ciudad es sinónimo de peores números: las cifras de la desocupación entre nosotras gira alrededor del 28,5%, mientras que los jóvenes varones del 22,7%. Es también entre les jóvenes que siempre encontramos las tasas de empleo no registrado más altas (42,3%). Esta informalidad significa obstáculos: por ejemplo no contar con una obra social: el porcentaje de jóvenes con cobertura que depende del trabajo propio o de un familiar (obra social o prepaga vía obra social) es solamente del 57,5, el resto se encuentra sin ningún tipo de cobertura médica. Casi diez puntos abajo del resto de la población de CABA. (Datos de la DGEyC)
Para sumar esto se traduce en no tener derechos básicos que impactan directamente en nuestro desempeño como estudiantes: la informalidad significa no poder pedirte días libres para estudiar para un parcial, horarios que se superponen con las cursadas y, por supuesto, un salario que no cubre nuestras necesidades ni gastos.
¿A qué trabajos accedemos como jóvenes entonces? “Tuve jefes que se hacían los progres copados, juveniles alternativos, y nos tenían a todes sin registrar. Mis compañeres me contaban que cuando venía la AFIP los hacían bajar al sótano para que no los encuentren y que no los multen”, nos contó Ian Naiquén (21, estudiante de Comunicación Social). Parece ser que uno de los consejos que miles de jovénes escuchan muchas veces es, como nos contó Fede (21, Comunicación Social) es “no pedir demasiado, no ponernos exquisitos”. Un claro efecto de la naturalización de la precarización laboral.
Esta situación se vio potenciada por la pandemia, la oferta laboral descendió notablemente. Sebastián Castro (23, Comunicación Social y CBC de Derecho) nos contó que después de renunciar a sus trabajos en noviembre él y su familia se vieron gastando sus ahorros y teniendo que mudarse: “Mis trabajos han sido buenos por suerte. Pero en la pandemia pegué uno de encuestas que me pagaban 20 pesos por encuesta hecha. Ni siquiera por hora. No terminé ni siquiera la jornada. Muy precario”.
Con la misma lógica y prácticamente en cadena es que caen les estudiantes secundaries. Si no podemos esperar nada como estudiantes universitaries, mayores de edad y con la supuesta «experiencia» que nadie comprende como tener a la hora de conseguir un primer empleo, ¿qué queda para les secus?
Para les pibes es impensable conseguir laburo que no sea en McDonnalds mientras transitan el secundario e incluso después de egresar. Ni hablar cuando empezaste en una escuela con especialización artística, con el proyecto de terminar y tener un título más allá del secundario, que te habilite a laburar de lo que estudiaste y el ministerio de educación decide sacarle ese valor a tu título y carrera.
“No hay lugar para les pibes en el mercado laboral a menos que sea a través de pasantías no-pagas ni vinculadas con el interés de cada une, como ya vimos reflejado en distintas reformas educativas inconsultas como lo fue la Secundaria del Futuro”, cuenta Mora, estudiante de 4to año del Mariano Acosta.
Las políticas neoliberales del Larretismo en la CABA sólo se han dedicado a profundizar nuestra vulnerabilidad, toda la responsabilidad parece ser de les jovénes, vagxs que ya no son como antes. No hablan de la responsabilidad estatal, de la necesidad de políticas públicas claras para cambiar el rumbo de la situación. Un ejemplo muy claro es la Expo Joven desarrollada hace días como marcan en esta nota, un evento que condensa cómo toma la problemática del desempleo CAMBIEMOS: con individualidad, precarización y discurso meritocrático.
La única manera de tener futuro es transformando el presente, no hacen falta ideas sino voluntad política.
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