El Mundo

19 octubre, 2020

La Minga indígena en camino: “En defensa de la vida, la paz y el territorio”

En plena crisis económica y pandémica, y en medio de las masacres que están golpeando el pueblo colombiano, organizaciones indígenas, campesinas y afro convocaron La Minga, espacio de organización comunitaria, reivindicación y movilización política. El presidente Duque no se presentó a la mesa de diálogo y miles de personas en caravana se movilizaron en caravana hasta la capital del país

Crédito: Casa Fractal

Alioscia Castronovo

@alioscia_castro

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La crisis política no para: tras las revueltas y las masacres de septiembre, las durísimas represiones del Estado, con 14 jóvenes asesinados por la policía que disparó contra los manifestantes, las tensiones y los enfrentamientos institucionales no cesaron y la torsión autoritaria del gobierno se hizo más evidente. Mientras tanto, tras poco más de dos meses desde que se dictó la medida, el sábado pasado llegó la orden que le pondría fin a la detención domiciliaria para el ex presidente Álvaro Uribe Vélez por parte de la Fiscalía General, ya que habiendo dejado el escaño de senador, la responsabilidad del juicio de la Corte Suprema pasó a la Fiscalía, un juicio en el que está investigado por sobornos y relación con el paramilitarismo. La tensión en el país sigue altísima.

Frente a la ausencia de respuestas por parte del gobierno, mientras las masacres siguen sin parar, miles de personas se movilizaron desde el Cauca y otras regiones del suroccidente del país hacia la capital Bogotá para defender la vida, la paz, la democracia y el territorio. Son estos los cuatro puntos que emergen como prioritarios en la agenda de las organizaciones indígenas, de las luchas campesinas y de las luchas de las comunidades afro en el país. El primer punto es la defensa de la vida, frente a las masacres y las violencias que se despliegan en plena crisis política y social, agudizada por la pandemia, que ha intensificado las desigualdades y la miseria. El genocidio de líderes sociales y ex guerrilleros que firmaron los acuerdos de paz no para: tal como afirma Indepaz, en el 2019 hubo 36 masacres con 133 personas asesinadas, en el 2020, hasta ahora, 67 masacres y 271 personas asesinadas.

El 9 de octubre, un día antes del comienzo de La Minga, en el municipio de Jamundí cuatro jóvenes fueron asesinados por paramilitares. Desde el inicio de La Minga, el 10 de octubre, 9 líderes han sido asesinados, 5 en el Cauca, 3 en Antioquia y 1 en Chocó. El segundo punto es la defensa del territorio, la oposición a las políticas y al modelo de desarrollo del gobierno colombiano que entrega las tierras a las transnacionales, al agronegocio y a las grande empresas extractivas, al latifundio y a las mineras; tercer punto, la democracia en crisis en el país por la torsión autoritaria del gobierno de Duque. Cuarto punto: la defensa de la paz, o sea el respeto de los acuerdo de Paz firmados en La Habana entre las Farc y el anterior gobierno de Santos, sistemáticamente desatendidos por el actual gobierno, que a la vez ha interrumpido las negociaciones de paz con el Eln.

La Minga tuvo inicio el pasado sábado 10 de octubre en el territorio del Resguardo Kwet Kina en la  zona Sath Tama Kiwe, con la presencia de las 127 autoridades indígenas del Cauca pertenecientes al Consejo Regional Indígena del Cauca, organización que surgió en el 1971 bajo el lema “Unidad, Tierra, Cultura y Autonomía”, al cual pertenecen distintos pueblos indígenas que se organizan en cabildos, las instituciones políticas indígenas, y resguardos, los territorios indígenas. Los procesos organizativos en el Cauca, región clave de las resistencias indígenas, campesinas y populares en Colombia, están hoy enfrentando una etapa muy difícil por la avanzada en sus territorios de grupos armados legales e ilegales, y el extractivismo.

En el Cauca surgió uno de los procesos más importante en términos de recuperación de tierras, el proceso de Liberación de la Madre Tierra. La toma y la gestión comunitaria de las tierras ancestrales usurpadas por transnacionales, transforman los territorios, desarrollando cultivos agroecológicos y organización comunitaria ligada a la cosmovisión indígena en lugar del monocultivo. Recuperar las tierras es una batalla fundamental para el territorio y la autonomía educativa, la soberanía alimentaria y la organización política en base a la cosmovisión, la espiritualidad y la medicina tradicional del pueblo Nasa. Hace pocos meses, el 13 de agosto, hubo una durísima represión en el Resguardo Páez de Corinto, recuperado en el año 2014 por comunidades Nasa: el ejército y la policía, junto con seguridad privada de la empresa azucarera Asocaña, entraron en los territorios recuperados disparando hacia los comuneros y las comuneras, hiriendo gravemente varios comuneros y asesinando Jhoel Rivera, integrante del movimiento indígena y Abelardo Lis, comunicador popular de Radio Payumat Nación Nasa.

Crédito: Casa Fractal

El primer día de La Minga se abrió con el himno de la Guardia Indígena, uno de los procesos organizativos más importante de los últimos años. Hombres, mujeres, jóvenes de las comunidades componen esta experiencia de cuidado de los territorios ancestrales, dispositivo de las comunidades indígenas para el control territorial que enfrenta las múltiples violencias de la acumulación del capital, procesos y actores diversos como el narcotráfico y los paramilitares, las empresas extractivas, el agronegocio, las políticas de desarrollo económico promovidas por el Estado. De la misma manera, han surgido las experiencias de la Guardia Campesina y la Guardia Cimarrona en las comunidades campesinas y afrodescendientes. Estas tramas de autogobierno y de autogestión de la seguridad en los territorios garantizaron en los últimos meses control territorial, acceso a bienes de primera necesidad, espacios de intercambio de productos agrícolas entre comunidades en la crisis pandémica.

A la vez, garantizaron la cuarentena para limitar la propagación del Covid-19 en los territorios indígenas, con medidas de bioseguridad y medicina tradicional. Las redes productivas agrícolas asumieron un papel estratégicos, el intercambio, los mercados populares y el trueque fortalecieron las comunidades. También, la violencia de los paramilitares y narcotraficantes, y las situaciones de fuego cruzado entre ejercito, paramilitares y disidencias de la guerrilla, dejaron las comunidades expuestas a la violencia y provocaron masivos desplazamientos forzados.

“La vida no tiene precio, la vida no se negocia, la dignidad del pueblo no se negocia, el territorio no se negocia. Por eso, hoy independientemente de que estamos en un tiempo de pandemia, las organizaciones, el pueblo indígena, el pueblo campesino, el pueblo afro y el estudiantado ha dicho ‘tenemos que movernos´ porque no podemos dejar que nos sigan matando”, afirma a Colombia Informa Ferney Quintero, Consejero Mayor del Pueblo Yanacona.

Tras el primer día de asambleas y eventos culturales, música y rituales con los líderes de las comunidades, la caravana se movilizó desde las montanas del Cauca hasta Cali, acompañada por la Guardia Indígena, abrazada por movimientos sociales y populares en distintos barrios y ciudades del Cauca, cruzando la central Avenida Quinta de la capital del departamento del Valle del Cauca hasta el Coliseo de los Pueblos, donde el pasado martes tuvo lugar una asamblea popular. El mismo día, diez mil personas marcharon con la Minga en Cali, cuando se tomo la decisión de seguir en la caravana hasta la capital.

Tal como afirma el Cric, “convocamos al país a unirse y comprender que la luchas son para un bien común, por que cuando cuidamos los páramos, cuidamos las venas de la Madre Tierra (los ríos, quebradas y las lagunas); cuando protegemos las selvas y los espacios de vida, cuidamos el territorio y garantizamos la existencia de todos los seres. No aceptamos la muerte, valoramos la vida y conservamos la esperanza de paz para seguir perviviendo como pueblos originarios a través del espacio y el tiempo”. Y en este sentido, Julián David, del pueblo Embera Chami, afirma que con la Minga “estamos en el ejercicio colectivo de unirnos, de tejer pensamiento y el caminar de la palabra para el buen vivir de los pueblos”.

Desde el primer día, el presidente Duque y el gobierno estigmatizaron la protesta, intentando limitar su capacidad de convocatoria y de apoyo popular: afirmaron que no es necesario movilizarse ya que el gobierno habría respetado los acuerdos previos con las organizaciones indígenas, pero todos desmintieron estas afirmaciones. Las autoridades indígenas afirmaron que “la Minga es política, más que reivindicativa”, porque la situación política de Colombia lo requiere y la confrontación se vincula al modelo de desarrollo, a la crisis social, sanitaria, económica, a las masacres y a la violencia que están golpeando el país.

Frente a esta situación, exponentes del gobierno y del partido de ultra derecha Centro Democrático, como los medios hegemónicos, orquestaron una campaña basada en la misma estrategia de siempre, la que en Colombia usan para deslegitimar la protesta social desde hace décadas, o sea la acusación de ser infiltrados por las disidencias de las ex Farc y por el Eln. También estas afirmaciones fueron desmentidas y rechazadas de manera contundente e inmediata por parte de las organizaciones indígenas, afro y campesinas que reafirmaron la defensa del territorio, de la vida y de la paz y el rechazo hacia cualquier actor armado, legal e ilegal, porque la guerra solo produce muerte,  destrucción, despojo.

Otra vez, tal como paso el año pasado, el presidente Duque no se presentó a la mesa de diálogo, enviando a la ministra del Interior para un encuentro que no fue aceptado por la Minga, que exige dialogar con el presidente. La silla vacía con el nombre del presidente, símbolo de un poder arrogante y una democracia ausente, volvió a llenar el espacio de la Minga. Para seguir tejiendo espacios de encuentro, movilización y alianzas, la Minga decidió desplazarse en caravana hacia la capital: un viaje que llevó miles y miles de indígenas, afrodescendientes, campesinos y campesinas desde el Cauca, Tolima, Huila y otras regiones primero hasta Armenia, capital del departamento de Quindío, luego Ibagué, Fusagasugá y Soacha y finalmente, ayer por la tarde, hasta en la capital del país. Un gran apoyo popular acompañó la emotiva entrada de la caravana: la alcaldesa de Bogotá Claudia Lopez puso a disposición un espacio para casi ocho mil mingueros y mingueras, mientras el gobierno nacional sigue sin voluntad de encontrar la Minga, que seguirá exigiendo un encuentro al presidente y la implementación de los Acuerdos de paz. Por eso, este lunes, más de diez mil personas coparon la Plaza Bolívar en Bogotá.

Mientras tanto, para el 21 de octubre las organizaciones sindicales, movimientos sociales y organizaciones populares convocaron la movilización del Paro Nacional, que en noviembre del año pasado abrió una etapa de desbordante movilización popular que fue interrumpida por la pandemia, y que hoy, en plena emergencia sanitaria, social y política por las políticas autoritarias y neoliberales del gobierno, vuelve a construir espacios de lucha y de resistencia.

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