14 octubre, 2020
Luchas e injusticias que perduran
Se cumplen 10 años de dos hechos trágicos: el primero, en pocos días: el asesinato de Mariano Ferreyra, y llegando a diciembre la represión en la toma del parque indoamericano que terminó con el asesinato de tres personas y varios heridos.

El aniversario de ambos hechos nos llevan a repensar por un lado el problema del déficit habitacional en nuestro país que se profundizo inmensamente en las últimas décadas. Por el otro, la lógica de las mafias, patotas o subgrupos violentos que continúa tan enquistado dentro de los esquemas de poder como aquel 20 de octubre de 2010.
Se cumplen 10 años y todo parece seguir igual. En el medio un gobierno neoliberal que saqueo al país y profundizó fuertemente la crisis social utilizando el uso de la fuerza represiva casi como una cuestión cotidiana, volviendo a instalar fuertemente la lógica de la mano dura y potenciando el odio de los sectores altos y medios hacia los sectores populares.
Seria reduccionista decir que hay cuestiones que parecer perdurar gobierne quien gobierne. Prefiero inducir que aquello que la derecha y los grupos económicos potencian y profundizan adquiere un matiz, a veces, aparentemente irresoluble para los gobiernos populares. Esto se explica si entendemos que el capitalismo es cada vez más agresivo en sus formas, pero también debemos buscar las respuestas en la cuestión política.
Perón decía que la unidad de concepción está en la teoría y en la doctrina y la unidad de acción está en la buena conducción del conjunto de esta doctrina y esta teoría. La fuerza motriz que es en definitiva la necesaria para llevar a cabo las ideas y que estás sean realizadas.
Es necesario -y quienes nos sentimos interpelados históricamente por el peronismo tenemos la obligación- de exigir a quienes gobiernan que haya una unidad de concepción sobre ciertos temas, sin dejar librada a la especulación política de ningún individuo, mucho menos si es funcionario público, la opinión sobre cuestiones criticas como son el acceso a la tierra.
No puede haber medias tintas. ¿Se quiere o no solucionar una cuestión que indefectiblemente implica enfrentarse a los grupos económicos que lucran con la tierra? Estos días vemos fotos de muchos funcionarios y funcionarias en la toma de Guernica, mucha foto de eso también y pocas respuestas colectivas, más allá de algunas abordadas de forma particular a cada familia y de corto plazo. El problema no son esos funcionarios en sus individualidades. El problema es que las voluntades individuales por más nobles que sean son de muy difícil traslado a la gestión cuando no se la puede enmarcar en una planificación superestructural, cuando lo que define a donde se destina los grandes recursos no lo marca el Estado sino el capital especulativo financiero.
Ya nada parece quedar de aquel gran Estado del primer peronismo, sino no se explica que buscarle solución habitacional a cientos de familias parezca más complejo que construir naves espaciales o encontrar la vacuna contra el Covid 19. Estamos hablando de casas, servicios, cloacas, eso que en otros tiempos históricos con muchísimos menos recursos y tecnologías el peronismo supo construir dejando innumerables cantidades de barrios enteros y viviendas para que habiten y se desarrollen miles de familias trabajadoras. Aunque está claro que las condiciones generales del mundo en el que vivimos son mucho más complejas sino se empieza por la voluntad de hacerlo, difícilmente lleguen las soluciones. En todo caso la incapacidad económica del Estado para resolver cuestiones tan trascendentales no justifica ni tiene relación con la incapacidad para posicionarse del lado de los intereses del pueblo y rebelarse ante los intereses del capital.
Todo sigue igual después de 10 años de aquella represión en manos de la Policía Metropolitana en conjunto con la Federal en el Parque Indoamericano. Los interlocutores en muchos casos siguen siendo los mismos. Muchos de ellos se paseaban en helicóptero mirando la escena como si se tratara de una guerra y de enemigos a los que había que combatir y no de la imagen misma de la desesperación donde madres, con niños y niñas, muchos de ellos migrantes eran despojados una vez más de un pedazo de tierra en este mundo donde simplemente ejercer su derecho a vivir en paz.
Los nombres de Rossemary Chura Puña y Bernando Salgueiro y Emiliano Canaviri Alvarez difícilmente alguien los recuerde. Los nombres de los pobres asesinados no quedan en la memoria colectiva de la sociedad o al menos la sociedad parece tener muy mala memoria cuando los muertos son pobres. No hay calles con sus nombres, ni murales, ni noticieros mostrando indignado sus imágenes.
De Mariano Ferreyra si tenemos muchas imágenes y reivindicaciones. Pero aquello que causo su muerte ¿se modificó en algo? A Mariano lo mato una patota sindical con complicidad de la policía federal. Patota liderada por el ya fallecido Pedraza, con fuertes vínculos políticos. Si bien los culpables del crimen fueron condenados, la causa de su muerte dejo al desnudo como una red de complicidades y corrupción con sobornos incluidos dentro de la justicia operaba para evitar el procesamiento a los culpables. Esa causa aun no esta elevada a juicio. En estos días que corren se discute una reforma judicial tan necesaria como urgente.
Urgente como terminar con aquello que tampoco aún se modificó y por lo que Mariano desde su concepción y su absoluta convicción luchaba: los vínculos entre empresarios, sindicalistas y funcionarios que facilitan la tercerización y explotación laboral.
Detrás del problema del acceso a la tierra, así como detrás de la muerte de Mariano se esconde la ambición desmedida del lucro, el egoísmo de la especulación sobre los derechos de los otros, la violencia como forma de ejercer y acceder al poder, la represión y la crueldad como forma de tapar los problemas y callar las voces.
Como dice el Papa Francisco hay que acostumbrarse a desenmascarar las diversas maneras de manoseo, desfiguración y ocultamiento de la verdad en los ámbitos públicos y privados.
Se lo debemos a quienes cayeron luchando en honor a esa verdad y a los millones de excluidos y descartados de este mundo que todavía buscan ese pedazo de tierra, ese techo y este trabajo para vivir y morir en paz.
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