8 octubre, 2020
El gobierno aprobó el uso del trigo transgénico
Sin embargo, al producción depende de que Brasil dé el visto bueno, ya que es el destinatario de cerca del 45% de las exportaciones argentinas de cereal. La modificación genética del producto, desarrollada por la firma Bioceres, lo volverá tolerante a las sequías.

El Ministerio de Agricultura aprobó este miércoles la regulación del uso del trigo transgénico tolerante a la sequía (HB4), desarrollado por la firma Bioceres, una empresa nacional que cotiza sus acciones en Nueva York, convirtiendo al país en el primero en el mundo que autoriza la producción de trigo modificado genéticamente. El desarrollo fue impulsado por Trigall Genetics, un proyecto conjunto entre Bioceres y Florimond Desprez, de Francia.
El HB4 fue desarrollado conjuntamente entre empresas públicas y privadas. Presuntamente, además de resistir las sequías, tendrá un rendimiento 22% mayor en producción. La investigación fue dirigida por Raquel Chan, científica de la Universidad Nacional del Litoral y del Conicet, quien trabaja en este proyecto desde el año 2009. El proceso fue sostenido por Bioceres, la empresa que espera el visto bueno de Brasil para comenzar con la producción, ya que son los receptores de cerca del 45% de las exportaciones argentinas de cereal.
La semilla, según lo aseguraron desde una parte de la comunidad científica, fue sometido a distintos estudios y dictámenes del Senasa, que aseguró que se trata de un producto que no atenta contra la salud de las personas y los animales. Se demostró que el producto resultante es «inocuo» para su consumo, y de la Comisión Nacional de Biotecnología, que concluyó que «no afecta al medio ambiente».
Sin embargo, la producción de semillas alteradas genéticamente continúa generando rechazo en una buena parte de la comunidad científica. Tal como sostuvo la Licenciada en Comercio Internacional y maestranda en Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Universidad Nacional de Quilmes Tatiana Velehorski en este portal, todo indica que la producción de transgénicos “no se orienta a resolver problemas agrícolas sino a aumentar las ganancias de la industria de la ingeniería genética”.
En otra oportunidad, Tamara Perelmuter, Doctora en Ciencias Sociales, investigadora del IEALC y docente de la UBA, destacó: “En Argentina, las semillas transgénicas ocupan más del 67% de la superficie sembrada. Fueron introducidas en 1996, junto al paquete biotecnológico que las acompaña. Esto produjo transformaciones en el sistema agrícola nacional, con importantes aumentos de la producción, intensificación de la agricultura y especialización de las exportaciones de origen agropecuario”.
“La contracara fueron las tremendas consecuencias ambientales y sociales, que afectan de manera directa en la agrobiodiversidad (y por lo tanto a la disponibilidad de semillas), como la concentración de la tierra y productiva; la deforestación y los desmontes; la contaminación por el uso masivo de agrotóxicos; y los desalojos a las comunidades indígenas y campesinas”, explicó.
El proceso desregulatorio del trigo HB4 ha sido iniciado ya en Estados Unidos, Uruguay, Paraguay y Bolivia. Trigall Genetics también se encuentra preparando presentaciones para Australia y Rusia, así como en otros países de Asia y África. “En los lotes de producción y ensayos a campo llevados a cabo durante los últimos 10 años, las variedades de trigo HB4 mostraron mejoras de rendimiento en promedio del 20% en situaciones de sequía. La incidencia de este fenómeno ha aumentado su frecuencia en el contexto del cambio climático global, afectando cada vez más la estabilidad de los ecosistemas agrícolas”, destacaron desde Bioceres.
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