Mundo Gremial

21 septiembre, 2020

Guada Santana: “La cuarta ola tiene mucho para avanzar en la organización sindical”

En la última entrega del ciclo de entrevistas “Sindicalismo y Pandemia”, dialogamos con Guadalupe Santana, socióloga y secretaria de Juventudes de la Asociación de Empleades Judiciales de la CABA (AEJBA) y congresal de la Federación Judicial Argentina.

Crédito: Carla Negre

-¿Qué características particulares tiene el trabajo judicial? ¿Se respetan las licencias y las medidas de prevención?¿Cómo enfrentó el sindicato a la pandemia? 

La particularidad más relevante que trajo la pandemia para el poder judicial fue la instalación masiva del trabajo remoto o teletrabajo. En ese marco, tuvimos y seguimos teniendo un grave problema de cumplimiento de las licencias por cuidado de menores en edad escolar. Algunes compañeres no la pidieron al principio pero luego se encontraron con que hacer tareas laborales con les niñes en el hogar era un problema y recurrieron a ella. Ante esto, hubo rechazo de las jefaturas a estas licencias con el argumento de que el trabajo se hacía desde el hogar, entonces no eran necesarias. 
Desde el sindicato sostenemos que la licencia cubre las tareas de cuidado y acompañamiento de les menores que no pueden estar en otro espacio de cuidado (escuela, abueles, niñeres) porque son un trabajo en sí mismo, aunque no sean remuneradas. 

Por otro lado, relevamos la situación de les compañeres y controlamos que se cumplan las normativas vigentes de protocolos de seguridad e higiene para las guardias mínimas y la situación mayoritaria de quienes están haciendo teletrabajo. Hicimos una encuesta que respondieron más de quinientos compañeres, a partir de la cual identificamos que el principal problema del teletrabajo fue la extensión de la jornada laboral: un 50% de les encuestades respondió haber trabajado una hora más y un 20% dos horas más de la jornada reglamentaria. Otro problema muy marcado fue la falta de equipamiento para realizar la tarea, lo que llevó a que muches tuvieran que gastar parte de su sueldo en herramientas de trabajo como computadoras, impresoras, más gigas de internet. Un tercer elemento fue el impacto sobre la vida familiar, por ejemplo, se trabaja en la misma mesa que se come lo que altera las rutinas, no se cuenta con espacios físicos acordes con las necesidades de la virtualidad, etc. 

En ese camino hubo dos desafíos principales: por un lado, la falta de vínculo cara a cara, que intentamos suplir con la encuesta virtual y el seguimiento individual. Por otro lado, la dificultad para conformar la mesa paritaria con la patronal, para el seguimiento de las condiciones de trabajo durante la cuarentena, fundamentalmente de licencias, protocolo de seguridad y teletrabajo. 

-¿Qué opinión tiene sobre el teletrabajo?

El teletrabajo no es un simple cambio de la modalidad laboral: es otro el lugar de trabajo, son otros los recursos, cambia el ambiente laboral, los equipamientos, las personas presentes y sus actividades simultáneas. En otro orden, se produce una alteración de la vida familiar que ya no se diferencia de la vida laboral, el empleador se mete en la vida privada, la jornada no tiene límite, se trasladan los costos laborales, se producen problemas de postura debido al equipamiento inadecuado, etc. 

Todos estos elementos tienen en común la afectación de la salud psicofísica de trabajadores y trabajadoras, entendida de manera integral. 

Las tareas laborales realizadas en el hogar no pueden dejar de enmarcarse en la nueva realidad de las familias. La presencia constante de los miembros de la familia en el hogar extienden la jornada de trabajo no remunerado: limpieza, cocina, cuidado y acompañamiento de niñes con sus tareas, compras, sanitización, etc. Estas mayores exigencias recaen mayormente sobre las mujeres y también impactan en su salud psicofísica ya que estas jornadas destinadas al cuidado se prolongan así como también las de trabajo remunerado, lo cual genera una saturación mental, psicológica y física. 

Otro aspecto importante es que el teletrabajo atomiza el colectivo laboral y hace desaparecer la organización de trabajadores y trabajadoras en el lugar de trabajo, que es el germen de la organización sindical. 

Por eso le exigimos a la patronal algunas condiciones básicas de regulación del teletrabajo: que sea por un período provisorio y excepcional mientras dure la cuarentena, que se excluya a quienes se encuentran en licencia por cuidado de menores en edad escolar, cuidado de adultos mayores y personas con discapacidad, que contemple el carácter voluntario y la reversibilidad, que se reduzca la jornada y se garantice derecho a desconexión, resarcimiento económico por los gastos que se trasladan a les trabajadores (electricidad, equipamiento, internet) y por el mantenimiento de dispositivos. 

Creemos que la regulación del teletrabajo debe ser acorde a las características particulares de cada sector y exclusivamente para lo que dure la cuarenta. 

-¿Cómo ve el acuerdo marco de la CGT/UIA? ¿Hay algún mensaje para les trabajadores? 

Somos muy críticos del rol que viene cumpliendo la CGT. Venimos de cuatro años de gobierno neoliberal en donde les trabajadores no hicimos más que perder y los empresarios la levantaron en pala. La CGT actuó como garante de la rentabilidad empresaria en vez de pelear por los derechos de la clase trabajadora. Lo vimos también en la solicitada que sacaron junto con la Asociación Empresaria Argentina (AEA), más preocupades por la situación de empresarios que por la de les trabajadores. 

No se pueden entregar derechos a cambio de rentabilidad empresaria, eso ya lo vivimos en los 90 con flexibilización y la promesa de inversiones. Menos podemos firmar acuerdos generales que no tengan en cuenta la situación particular de cada actividad, especialmente en un contexto donde ya hubo empresas beneficiadas por la política del gobierno (ATP, reducción de cargas empresariales).

La CGT no está jugando ni el rol defensivo que les trabajadores necesitamos. Cada vez se pone más en el centro la cuestión del cumplimiento de los protocolos de seguridad y la preservación de la vida de les trabajadores que están cumpliendo tareas esenciales y tampoco desde la CGT se está cumpliendo el rol de vigilancia de eso. Todos los días nos enteramos de nuevas muertes de trabajadores que se contagian en el trabajo: personal de salud, trabajadores de supermercados, compañeres del subte, etc.

Pero mucho menos está jugando un rol protagónico u ofensivo que debería jugar para disputar la agenda de la pos pandemia. La disputa es quién paga los costos de la coronacrisis: si les trabajadores con despidos, suspensiones, rebajas, paritarias congeladas, inflación, etc. o empresarios con un impuesto a las grandes fortunas, la reducción de la jornada de trabajo que se viene discutiendo a nivel internacional (trabajar menos, trabajar todes), luchar por el salario social para incorporar las demandas de la economía popular en una agenda única de toda la clase trabajadora, exigir el cupo travesti-trans en el sector privado, para sumar las demandas del movimiento feminista, etc. 

Ese debería ser el rol de la CGT: encabezar esa lucha no solo del trabajador o trabajadora formal sino de la clase obrera en su conjunto. 

-¿Qué valoración haces del rol que jugaron las organizaciones sindicales durante la pandemia?

El rol de los sindicatos durante la pandemia es fundamental porque resalta lo colectivo sobre lo individual: solo y sola no se salva nadie. 

Además, esta premisa se sostuvo con hechos: se pusieron a disposición los hoteles sindicales, se participó en ollas populares, se hicieron donaciones, etc. Somos nosotros y nosotras quienes ponemos el pecho en las tareas esenciales: trabajadorxs de salud, recolectores, alimentaciones, transporte, etc. Es decir que si algo puso de manifiesto esta pandemia es que al mundo lo hacen andar les laburantes y somos quienes lo vamos a sacar adelante. 

Nos une este contexto en la lucha contra atropellos, en el control de cumplimiento de protocolos, exigir el cierre de aquellas oficinas donde haya contagios, etc. y a medida que se vaya flexibilizando más el ASPO, por el lobby empresarial, más crucial será este rol de los sindicatos porque nuestra lógica es el cuidado de compañeros y compañeras mientras que la racionalidad del capital siempre es valorizarse, sin importar a costa de qué. 

-¿Cuáles son los conflictos que se vienen?

En el mediano plazo es necesario construir una agenda de trabajadores y trabajadoras para el contexto post pandemia, donde habrá más desocupación y más pobreza. Hay que pasar a la ofensiva, discutir cómo se distribuye la riqueza, pensar una reforma tributaria que haga que las empresas devuelvan el apoyo que les brindó el estado, hay que exigir la participación de les trabajadores en sus ganancias cuando se recupere la actividad económica. Hay que exigir reconocimiento salarial a las personas que paran la olla en la barriada, incorporar el feminismo y las juventudes en los convenios: inclusión laboral joven y cupo laboral trans, licencias de cuidado, espacio de trabajo sin violencia de género en cumplimiento con el convenio 190 de la OIT, la incorporación de la “Micaela Sindical” que son las capacitaciones en materia de género al interior de los sindicatos, etc. 

Esto debemos acompañarlo de una autoreforma sindical con eje en la democratización: ampliar las bases para fortalecernos. Creo que las juventudes, las mujeres y la diversidad son clave. La cuarta ola tiene mucho para avanzar en la organización sindical. Las y los jóvenes, las mujeres, lesbianas, travestis trans tenemos que sentirnos parte e integrar las conducciones de los sindicatos como mecanismo para garantizar la perspectiva de género y posicionar a los sindicatos en un lugar ofensivo a nivel nacional. 

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