Batalla de Ideas

17 septiembre, 2020

Un gobierno a la derecha de su base social

Vicentín, Berni, ocupación de tierras, cuestionamientos a Venezuela. El Frente de Todes ha tenido varias iniciativas conservadoras que poco tienen que ver con los sectores que lo impulsan y defienden.

Santiago Mayor

@SantiMayor

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Durante la campaña electoral que lo llevó a la presidencia, Alberto Fernández declaró que, si equivocaba el camino, quienes lo apoyaban salieran a la calle. Fue un llamado interesante a su base social, sobre todo luego de la experiencia del gobierno kirchnerista donde las convocatorias eran al seguidismo y había poco margen para la crítica “desde adentro”.

Sin embargo, aquella proclama comenzó rápidamente a chocar con la verdadera política del todavía candidato. Ante su contundente triunfo en las elecciones primarias y la devaluación del peso del día siguiente, pidió tranquilidad y no realizar medidas de fuerza contra el entonces gobierno de Mauricio Macri. “Hay que ganar en las urnas”, fue el lema de aquellos días.

Luego, tras la victoria de octubre hubo un nuevo llamado a la moderación. El 40% alcanzado por Juntos por el Cambio generó cierto impresionismo de que, a pesar del desastre económico y social, el macrismo tenía todavía un gran apoyo social y que entonces no había mucho margen para realizar importantes transformaciones. 

Sin embargo, esos números no son extraños y se ubican en el histórico porcentaje de votos no-peronistas a lo largo de la historia argentina. Por poner un ejemplo, en 1989 el candidato del radicalismo, Eduardo Angeloz, sumó un nada despreciable 37% cuando su partido era responsable de la hiperinflación que estaba en curso durante el mismísimo período electoral.

Finalmente, la pandemia vino a trastocar todos los planes y, más allá de algunos amagues, confirmar el rumbo de moderación y conservadurismo del gobierno.

Gobernar con moderación

El Frente de Todes -más allá de la voluntad de sus distintos sectores- tuvo que construir su perfil político parándose en la vereda opuesta al modelo económico macrista. Pero también, debió discutir con sus valores y sus principios: la meritocracia, la mano dura, el individualismo, el machismo, el “curro” de los Derechos Humanos, las relaciones carnales con EE.UU.

No quiere decir que dentro de la alianza que llevó a Alberto a la presidencia no haya actores que se enmarcan en esas miradas conservadoras y hasta reaccionarias. Pero no es lo que expresó la coalición ni el actual presidente.

Es decir que su base social -que no es lo mismo que todes sus votantes-, se movilizó en función de ese ideario. Quienes militaron la campaña, quienes hoy defienden e impulsan las medidas del gobierno, se paran desde un lugar definido del espectro ideológico. 

Esto quedó claro en un reciente estudio de la consultora Analogías. Allí se le preguntó a personas de todo el país si creían que el aporte extraordinario de las grandes fortunas debía ser un impuesto de carácter anual y no por única vez como plantea el oficialismo. El 76% de las y los votantes del Frente de Todes dijeron que sí. Incluso un 34% de las personas que votaron a Mauricio Macri también coincidieron con esta propuesta.

Fuente: Analogías

De forma menos mensurable se observó también, en otras medidas, este desacople entre el Ejecutivo y los sectores sociales que lo apoyan. Fue lo que sucedió en el caso de la fallida expropiación de Vicentín, públicamente respaldada por sindicatos y movimientos sociales. O en la defensa a ultranza de Sergio Berni en su puesto de ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires donde acumula un prontuario que se ha chocado de lleno con los organismos de Derechos Humanos y las organizaciones populares.

Y la lista podría seguir en lo que respecta a la ocupación de tierras en la provincia de Buenos Aires por sectores que sufren la violación de su derecho a la vivienda o en posiciones de la cancillería comandada por Felipe Solá respecto a la situación política de Venezuela.

Los tiempos los marca la derecha

Es probable que sin la pandemia, este primer año de Alberto Fernandez como presidente, hubiera sido muy diferente. Pero fue lo que fue y lo que está siendo. 

Por cuestiones sanitarias y de responsabilidad social, los sectores populares abandonaron la calle quedando a merced -para bien y para mal- de sus representantes institucionales. Como contracara, la derecha logró articular muy bien ambas cosas y sumó una exagerada amplificación mediática muchas veces aportada incluso por empresas periodísticas “progresistas” o afines al gobierno.

Así, quienes se quedaron en sus casas, tuvieron prácticamente como único termómetro social lo que veían en las pantallas de sus computadores, sus celulares o sus televisores. 

Como explicó el sociólogo Daniel Feierstein “la exagerada visibilidad mediática de quienes hacen gala de la falta de cuidados, desde su participación en marchas anticuarentena, quema de barbijos, declaraciones públicas negacionistas, etc.” hace sentir “fuera de lugar a quien hasta ese momento respetaba distancias y cuidados”.

No ver “imágenes de quienes sí respetan los cuidados (que no son pocos, pero parecen invisibles) tiende a incidir de modo negativo sobre el conjunto”. Así, quienes se cuidan “tienden a sentir que su práctica es innecesaria y minoritaria” completa Feierstein.

La tarea del «ala izquierda» del Frente de Todes es la de traccionar siempre políticas en beneficio de los sectores populares, de combatir frontalmente las posiciones reaccionarias y pujar por transformaciones estructurales. Para moderar expectativas y conformarse, ya hay muchos dentro y fuera del gobierno.

Si bien su análisis se enfoca en lo que refiere a los cuidados sanitarios, esto se puede extender a la sensación respecto a los posicionamientos políticos. La visibilidad la tienen los sectores más reaccionarios, mientras quienes respaldan medidas más progresistas desaparecen de la escena pública.

Esto impacta directamente en la autoestima política y militante ante la imposibilidad de desplegar esa fuerza colectiva que tiene el movimiento popular argentino en las calles.

La confrontación existe

Como señalábamos en este portal en noviembre de 2019, más allá del espíritu dialoguista del presidente y de algunos dirigentes del oficialismo, las disputas frontales iban a presentarse. “No importa que el presidente las quiera dar o no, los sectores empresariales la impulsarán y si el gobierno cede, traicionará a su electorado. La disyuntiva no será sencilla para quienes sueñan con la utopía peronista de la conciliación de clases en un diálogo donde todes deberían ganar (aunque casi nunca suceda)”, analizabamos.

Todo el 2020 ha demostrado lo acertado de ese pronóstico. Todavía se espera que alguna entidad patronal emita un comunicado ante el alzamiento de la Policía Bonaerense. Spoiler: no va a llegar.

Sin embargo, sería cómodo endilgarle al Ejecutivo la exclusiva responsabilidad de ceder constantemente. Desde la siempre cuidadosa CGT hasta las organizaciones sociales, pasando por los diferentes agrupamientos políticos del “ala izquierda” del Frente de Todes, se han presentado serios problemas para desarrollar política en este particular contexto.

No obstante su tarea es la de traccionar siempre políticas en beneficio de los sectores populares, de combatir frontalmente las posiciones reaccionarias y pujar por transformaciones estructurales. Para moderar expectativas y conformarse, ya hay muchos dentro y fuera del gobierno.

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