10 septiembre, 2020
La historia es nuestra, y la hacen los pueblos
A 47 años del golpe militar al gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende en Chile, entrevistamos a Ingrid Navarro Cáseres, quien vivió en primera persona los claroscuros de una época en la que nuestramérica se debatía entre aires de revolución y de reacción conservadora.
Ingrid Navarro Cáseres es actualmente psicóloga especializada en violencia de género. Nació y creció en Chile. Su vida y la de su familia estuvo marcada a fuego por la experiencia de la Unidad Popular. Con la memoria activa y las convicciones intactas, esta historia de vida intenta ser un homenaje al compañero presidente Salvador Allende y al pueblo chileno que hasta hoy resiste.
-¿Quién fue para vos Salvador Allende? ¿Qué recordás de esa época?
En ese entonces yo tenía alrededor de ocho años. Vivía en Santiago de Chile en un barrio llamado Pedro de Valdivia. Mi familia en ese momento estaba compuesta por mi padre mi madre y mis dos hermanas. Mi hermano mayor estaba en Cuba estudiando medicina, ya que había sido becado por el gobierno de la Unidad Popular para realizar sus estudios allí. Salvador Allende para mí fue algo así como un tío, un padrino. Él me envió a operarme gratuitamente por mis problemas en la vista primero a España, siendo senador, y luego a la Unión Soviética ya siendo presidente. Tenía una amistad con mi padre antes de ser presidente, a partir de que mi padre gestionó algunos trámites en la Universidad de Chile en relación a sus hijas. Desde ese entonces mis padres y yo íbamos muy a menudo a la moneda, recuerdo que me vestía con un tapadito naranja especial para esa ocasión. Él era muy afectuoso, me acariciaba el pelo, me encargaba cosas ricas para comer y me decía que era su ahijada. Recuerdo también que en muchas ocasiones fui a los discursos que él daba y que siempre me levantan en andas entre varias personas para que me diese la mano. Eso fue en ese momento en mis recuerdos él para mí. Alguien entrañable y muy querido que hizo lo posible por ayudarme a recuperar la vista y que siempre me trató con muchísimo afecto
-¿Cómo fue su gobierno? ¿Qué cambios recordás en tu vida cotidiana?
Estuvo muy poco en la presidencia. Fueron nada más que tres años en los que aparte de nacionalizar el cobre, del que EE.UU. tenía gran participación privada, estatizó El carbón y recuerdo muy patentemente que hizo mejoras importantísimas en la Salud y que era obligatorio a partir de su gobierno que todos los niños y niñas recibiesen medio litro de leche por día. Para gran parte del pueblo era una esperanza, y la puerta a la dignidad y la justicia social para quienes nunca habían tenido nada.
-¿Dónde estabas el 11 de septiembre de 1973? ¿Cómo viviste el golpe?
Recuerdo que ese día nos enteramos toda la familia de lo que estaba ocurriendo y sentados en una cama alrededor de una radio, comenzamos a escuchar por Radio Magallanes el que sería el último discurso de Salvador Allende. Eran muy pocas las radios que estaban transmitiendo, y en un momento el mensaje fue interrumpido por algo que en ese momento, me sonó a una bomba. Recuerdo que en ese discurso entre otras cosas dijo que no iba a renunciar y que pagaría con su vida la lealtad del pueblo.
-Eras muy chica. ¿Qué sentiste en ese momento? ¿Qué entendías de la situación?
Lo que sentí en ese momento fue una angustia y una conmoción tremenda. Recuerdo haberme levantado y salir de mi casa al jardín, y sentada en un cantero haber llorado desconsoladamente no sé por cuánto tiempo. Yo sabía que se había muerto… Todos decían que se había suicidado y yo no sé porque no lo quería creer. Quería pensar que lo habían matado. Cuando fui creciendo fui entendiendo la importancia, la valentía y la dignidad que le había implicado el acto de quitarse la vida con aquel fusil que le regalara Fidel.
Lo viví de una forma muy dolorosa, creo que una parte de mí lo comprendió pero otra parte de mí no lo terminaba de asimilar. Es hasta el día de hoy que recordarlo me produce mucho dolor.
-¿Cómo se llega al golpe de estado? ¿Quiénes lo orquestaron? ¿Cómo les afectó a ustedes todo el proceso?
Antes del golpe militar, hubo todo tipo de intentos de desestabilización hacia el gobierno de Salvador Allende. El golpe estuvo digitado por Estados Unidos, llámese Richard Nixon y Henry Kissinger. y tuvo el apoyo de la oligarquía chilena, la democracia cristiana y gran parte de Las fuerzas armadas. Pero hubo una parte de los oficiales y carabineros que lo apoyó hasta el último momento aunque fue insuficiente. Comenzaron a haber grandes problemas, desabastecimiento, Mercado negro y todo se agravó con el sabotaje que hicieron camioneros junto a otros grupos. Faltaban alimentos y había que hacer largas colas, algo similar a lo que sucedió en Venezuela en los últimos años con la injerencia de EE. UU.
Después del golpe a mi padre lo echaron de su trabajo, como a miles de trabajadores. El día posterior al golpe militar, recuerdo que estábamos desayunando y teníamos una fábrica detrás de nuestra vivienda en la cual habían carabineros y trabajadores pertrechados, lo que significó, sumado creo yo a algún rumor de nuestra amistad con Salvador Allende, que comenzaron a ametrallar nuestra vivienda. Mi padre nos dijo que nos tirásemos todas al piso y nos fuimos arrastrando hasta la habitación de atrás. Las balas impactaron en las ventanas, hasta recuerdo que atravesaron la manija de una puerta y la tapa de una olla. En ese momento nosotras comenzamos a gritar y mi madre en un arranque desesperado salió corriendo para abrir la puerta y yo salí agarrada de ella. Al día de hoy no sé cómo no nos mataron porque mi madre abrió la puerta y comenzamos a gritar, mi madre decía «pasen, pasen, acá no hay nada!» Los militares nos registraron toda nuestra casa, manosearon a mi hermana mayor Y uno que estaba al mando con un mínimo de sensibilidad dijo que habían niños y que se retiraran.
Desde entonces y por un largo tiempo, prácticamente hasta que me vine al año siguiente a la Argentina, durante todas las noches no me podía acostar a dormir si no ponía un palo de escoba, cruzado en la puerta simulando que era una tanqueta que nos iba a defender.
-¿Cómo fue la vida durante la dictadura de Pinochet?
Aunque yo seguía siendo una niña escuchaba rumores sobre lo que ocurría: Camiones de carne que pasaban con muertos colgados, mujeres a las que se les introducían bichos en la vagina, personas que tenían que presenciar la ejecución de familiares, y el estadio nacional a donde mi hermana concurría a hacer deporte y que en una ocasión al mirar para adentro sin poder entrar lo vio lleno de sangre. Continuaba el desabastecimiento , terror al salir a la calle para hacer alguna cola para conseguir alimentos. Terror ya que había toque de queda en determinados horarios y tenías poco tiempo para salir a comprar. A quien era encontrado dentro del toque de queda en la calle, se le disparaba por la espalda sin ningún problema.
-¿Hubo algún tipo de resistencia a la represión? ¿cómo se enmarca lo de Chile en lo que ocurría en el resto del continente?
Sé que el Frente Patriótico Manuel Rodríguez trató de resistir y pasó a la clandestinidad. El golpe militar en Chile no fue como el de acá, fue un golpe militar por decirlo de alguna manera «a cara descubierta». Es decir que no había ningún tipo de reparo en que Todo quedara al descubierto y eso generaba en las personas un impacto aún más tremendo, terrorífico y paralizante. Hubo mucha gente que se opuso pero la represión era tan brutal y salvaje, que fue imposible hacer algo. Es por eso que hubieron 17 años de dictadura.
Estados Unidos no soportaba que estatizaron el cobre ni que se instalara en latinoamérica un gobierno de orientación marxista como el de Salvador Allende. Para ellos significaba un enorme peligro. El golpe militar en Chile estaba dentro del llamado plan cóndor, y EE.UU. junto a la oligarquía chilena, tenían pánico que Chile pudiese funcionar como otra Cuba.
-¿Cuándo viniste a Argentina? ¿Pudiste resignificar toda esa experiencia con el correr de los años?
En marzo del siguiente año me vine sola a Buenos Aires en un avión. Me mandaron a estudiar y fueron años muy difíciles de adaptación y despegue de mi familia. Me quedé con unos tíos que no conocía, estuve internada en una escuela para personas no videntes y desde ese entonces fui gradualmente cerrando mi mente a todos esos recuerdos. Creo que cerrarme a esos recuerdos fue un mecanismo de supervivencia. Pasados 3 o 4 años vinieron mis padres a radicarse definitivamente acá en Argentina. Nunca pude volver del todo a formar parte de mi familia ni tampoco pude hasta los 17 o 18 años volver a acercarme a mis recuerdos de la infancia en relación al golpe militar. Me forjé una especie de caparazón para no sufrir tanto, así como en mi infancia ponía la escoba cruzada en frente de la puerta como mecanismo de defensa. Pero por suerte con los años pude reencontrarme con todo eso, participando en diversos espacios de militancia durante la facultad.
-¿Qué pensás de la sociedad chilena actual? ¿Qué legado dejó Allende y todo ese proceso popular?
Hoy para mí Salvador Allende sigue siendo un ejemplo de honestidad, dignidad, valentía y lucha. Una vez finalizada la dictadura pude regresar en varias ocasiones a Chile y siempre tuve la sensación que ese no era mi país, que era un Chile desconocido marcado con heridas muy profundas por la dictadura militar. Recién en estos últimos años con Las luchas de la juventud chilena, con la fuerza con la que la gente está aún defendiendo sus derechos pude volver a sentirme de alguna manera parte de ese Chile.
*Politólogo UBA, docente del Bachillerato Popular Atuel del Movimiento de TRabajadores Excluidos (MTE).
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