Educación y Ciencia

2 septiembre, 2020

Educación y Desigualdad Estructural : Nueva normalidad, mismos problemas

Como movimiento estudiantil en particular y como comunidad educativa en general, debemos profundizar nuestras lecturas sobre el proceso de virtualización que estamos atravesando. Cabe preguntarse ¿qué proyecto de educación estamos construyendo? ¿para quienes? ¿para qué futuro? ¿cuál es nuestro lugar como estudiantes y docentes en ese proyecto?

Nadya Loscocco*

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Sin duda alguna, esta pandemia ha puesto en evidencia las desigualdades estructurales que atraviesan al sistema educativo. Pero bien sabemos, que estas desigualdades no son novedosas. Hace mucho tiempo que las clases populares peleamos por ingresar, permanecer y egresarnos de la educación superior: el transporte, las fotocopias, comer en la facultad, cursar, trabajar, pagar alquileres e incluso muchas veces, tener familiares a cargo, son sólo algunos factores que complejizan nuestra estadía en el sistema universitario.

Las desigualdades económicas, culturales, sociales, se traducen en el desgranamiento de la comunidad educativa cuando las instituciones no desarrollan suficientes políticas de contención. Esto no es ninguna novedad, sobre todo pensando que venimos de cuatro años de neoliberalismo en la Argentina signados por el desfinanciamiento a la educación pública y el empobrecimiento de trabajadores e hijxs de trabajadores.

En este escenario y con la llegada del ASPO, en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) se puso en marcha un operativo general de “virtualización de clases”, desplazando la dinámica presencial a las Aulasweb, o clases por zoom y otras plataformas online. Esto impuso un modelo basado en la sobreproducción de trabajo para docentes y estudiantes que no implica, linealmente, “calidad educativa”, sino estrés, lejanía, frustración y deserción.

Es irreal pensar que la labor docente puede ser reemplazada por PDFs y clases grabadas y, que el intercambio colectivo que se da en las aulas puede replicarse por Aulasweb. Es innegable que el proceso pedagógico de aprendizaje y enseñanza se está viendo obstaculizado por falta de recursos, herramientas, planificación y un sinfín de factores más.

Les estudiantes fuimos quienes planteamos que para sostener esta nueva modalidad de cursada se debían garantizar las condiciones materiales, así desde un primer momento pusimos sobre la mesa que la conectividad, sobretodo en este contexto, es una parte fundamental de nuestro derecho a la educación. Como movimiento avanzamos en algunas reivindicaciones históricas de nuestro claustro con respecto a la accesibilidad de dispositivos y de conectividad pero también, en discusiones necesarias, como marcos de acuerdo entre equipos de gestión, docentes y estudiantes para pensar conjuntamente las cursadas y evaluaciones virtuales.

Como movimiento estudiantil nos hemos mantenido actives, buscando contrarrestar la deserción en nuestro claustro. Aún así, sabemos que todas nuestras iniciativas tienen como techo un problema estructural y que, en este contexto y bajo estas formas, no hace más que ensancharse. Ante esto, sostenemos que acostumbrarnos a esta “nueva normalidad” no es una opción, ya que, naturalizar este modelo educativo nos implica relegar el intercambio, el diálogo y nuestras circunstancias como estudiantes y docentes a un segundo plano.

Asumir que “la virtualidad llegó para quedarse” sin discutir la desigualdad estructural en el acceso a la educación es un atentado contra nuestro derecho a recibir “igualdad de oportunidades y condiciones en el acceso, la permanencia, la graduación y el egreso en las distintas alternativas y trayectorias educativas” que promulga la Ley de Educación Superior. Hoy sobre todas las cosas, estudiantes y docentes necesitamos un Estado que priorice la agenda educativa y una Universidad que la acompañe, que abra los espacios de cogobierno para que, de conjunto como comunidad educativa, podamos abordar las problemáticas y desafíos que nos atraviesan, que nos permitan generar estrategias de contención y permanencia, y que nos sirva para repensar nuestro modelo educativo.

Como movimiento estudiantil creamos el Plan Permanecer 2.0, pensado para presentar en el Consejo Superior de la UNLP, que está dividido en tres ejes: conectar, incluir y cursar. Los cuales contienen una serie de propuestas pensadas en conjunto para poder mejorar nuestras condiciones de cursada de cara al segundo cuatrimestre.

Queremos avanzar en nuestros estudios y que se garantice el ingreso, permanencia y egreso, para que nadie se quede sin cursar y sin su derecho a la educación pública y de calidad.

*Militante de La Mella – Feminista y Popular / UNLP

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