Géneros

25 agosto, 2020

Menstruar en igualdad

El lunes 24 de agosto, luego de meses de trabajo articulado y colectivo, el bloque de concejales y concejalas del Frente de Todes Mar del Plata presentó un proyecto de ordenanza para el abordaje de la menstruación como tema de salud pública

Eugenia Tommasi* y Sofia Mele**

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La menstruación está dejando de ser un tabú para convertirse en política pública. En este marco, en el Partido de General Pueyrredón, la Secretaría de Extensión de la Facultad de Ciencias de la Salud y Trabajo Social promovió la campaña “Seguimos menstruando”, para reflexionar sobre la menstruación y recibir donaciones de productos de gestión menstrual. Lo mismo impulsaron las compañeras de organizaciones como el Frente de Mujeres Eva Perón – Peronismo 26 de Julio, el Movimiento de Mujeres de la Matria Latinoamericana y Mala Junta – Feminismo Popular.

Esa línea, tan concreta y urgente, tuvo en Mar del Plata y Batán su correlato en lo institucional: este lunes 24 de agosto, luego de meses de trabajo articulado y colectivo, el bloque de concejales y concejalas del Frente de Todes -en articulación con la Secretaría de Extensión de la Facultad de Ciencias de la Salud y Trabajo Social y organizaciones feministas- presentó un proyecto de ordenanza para el abordaje de la menstruación como tema de salud pública.

Mediante un proyecto de ordenanza impulsada por la concejala Sol de la Torre se pretende crear un Programa Municipal de Salud Menstrual que contempla la provisión universal, gratuita y confidencial de insumos descartables y reutilizables para una adecuada gestión menstrual en el ámbito del Partido de General Pueyrredón.

En un comunicado, de la Torre expresó que este proyecto “propone ampliar derechos en materia de salud pública. Menstruar exige una inversión que no todas podemos hacer, eso dificulta a miles de mujeres y personas menstruantes gestionar adecuadamente su ciclo menstrual, obligándolas a alterar su vida social, laboral y escolar. Pero además, la falta de estos nos expone a infecciones y enfermedades que son perfectamente evitables en caso de que se garantice el acceso universal y gratuito a productos de higiene menstrual”.

Más allá de los insumos descartables, el proyecto contempla la provisión de productos reutilizables, como las toallitas de tela o la copa menstrual. “Nuestra intención es que cada persona pueda contar con la información necesaria para decidir cuál es el mejor elemento menstrual en función de su realidad y dinámica de vida”, apuntó la concejala feminista del Frente de Todes.

En la previa a su presentación oficial en el Concejo Deliberante de esta ciudad, el proyecto fue compartido vía zoom entre más de cincuenta militantes feministas y referentas de distintas organizaciones, instituciones y agrupaciones de la ciudad. “Tiene la potencia de reparar un factor histórico de desigualdad estructural por condición de género. Pero además es una oportunidad de generar políticas públicas que desde una perspectiva de género contribuyan a desarticular con progresividad esos mecanismos sociales, culturales y políticos que durante siglos han burlado, invisibilizado y estigmatizado una realidad de, por lo menos, la mitad de la población”, concluyó de la Torre.

Menstruar es político

La menstruación es un proceso fisiológico natural que por el lapso de cinco a siete días por mes, por aproximadamente 40 años de nuestras vidas, alcanza a la mitad de la humanidad. Sin embargo, es un tema tabú, oculto y reservado al ámbito de lo privado y personal.

Partiendo de esa base, menstruar –en el marco de este sistema patriarcal y capitalista- es motivo de estigmatización, pero además es factor de desigualdad social toda vez que dificulta la permanencia de personas con capacidad menstruante en espacios públicos, que requiere de condiciones edilicias mínimas para garantizar salubridad y que exige una inversión económica ineludible y mensual que determina, según cada caso, el acceso o no de estas personas a insumos básicos para una adecuada gestión de los períodos menstruales.

A modo de ejemplo, esta carga económica –que sólo recaen sobre las personas que menstrúan y que constituyen otro factor de desigualdad por condición de género- ronda los 2000 o 3000 pesos anuales, teniendo en cuenta los valores de toallitas y tampones contemplados en los Precios Cuidados en la Provincia de Buenos Aires. Vale aclarar, en este caso, que esos insumos no son considerados productos sanitarios, sino cosméticos, motivo por el cual están afectados por normas tributarias y de distribución.

Empezar a pensar la gestión menstrual en clave de salud pública y no en términos de cosmética es urgente y necesario. Pero para ello hay que pensar en algo más que en recursos para acceder a elementos esenciales. Hay proyectar, de manera transversal y universal, instalaciones sanitarias que ofrezcan privacidad, agua y jabón para el lavado, además de condiciones básicas para disponer debidamente los residuos resultantes del proceso fisiológico.

A estas variables sociales, sanitarias y económicas, hay que sumarle otras que también van de la mano y que hacen hincapié, por un lado, en los impactos ambientales de la producción de productos para la gestión de las menstruación y, por el otro, en la falta de acceso a la información, que de promoverse permitiría a las personas decidir a conciencia cómo y mediante qué productos gestionar sus períodos regulares de sangrado.

En este sentido, gracias al trabajo de las organizaciones feministas y de las feministas en las instituciones, son muchos los proyectos de leyes, ordenanzas y campañas que –a lo largo y ancho del país- buscan el reconocimiento de la menstruación como un tema de salud pública y a los insumos de gestión e higiene menstrual como elementos de primera necesidad, es decir, indispensables y de acceso gratuito para quienes así los requieran.

Lejos de opacar las reivindicaciones y demandas de las agendas feministas, la pandemia por el Covid-19 reforzó los lazos entre mujeres e identidades feminizadas y visibilizó situaciones, tareas y realidades que constituye, como dijimos anteriormente, desigualdades estructurales por condición de género. En este marco de crisis sanitaria, las necesidades de las personas que menstrúan se vieron agravadas o vulneradas y, atentas a eso, en todo el país se multiplicaron las iniciativas comunitarias y feministas para contener las necesidades vinculadas a la provisión de insumos para la gestión menstrual.

En esta clave, menstruar es político y hacerlo dignamente, un derecho por garantizar.

*Mala Junta – Feminismo Popular

**Frente de Mujeres Eva Perón – Peronismo 26 de Julio

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