Batalla de Ideas

19 agosto, 2020

Hacía un diagnóstico de nuestro Sistema de Salud (II)

Es necesario debatir sobre la atención en salud y el sistema sanitario en general porque existe una caracterización conflictiva que hace a la realidad del sistema que habitamos en diferentes aspectos. En esta segunda parte abordamos la precariedad laboral y el machismo patriarcal que lo caracteriza.

La precariedad laboral

Es imposible pensar que los puntos de diagnóstico precedentes no tengan un impacto directo en las condiciones de trabajo de les trabajadores de la salud. La fragmentación del Sistema de Salud Argentino en los tres subsectores -sumado a sueldos insuficientes en los tres- empujan a les trabajadores de la salud a la práctica de multiempleo, que tiene una consecuencia directa en la pandemia. 

Hoy en la Ciudad de Buenos Aires (CABA), la más rica del país, un salario inicial de enfermería ronda los 30.000 pesos. Si sos parte de la carrera profesional (profesionales, tanto médicos como no) el salario de inicio es de 50.000. Ni hablar de residentes y concurrentes. Les primeros con sueldos de miseria y sin los beneficios de la carrera profesional, tienen que cubrir jornadas extenuantes. Les segundos directamente concurren de manera gratuita.

En el sector privado la cosa no es muy distinta. Con la gran diferencia que, además de concurrentes que asisten de manera gratuita, hay también “fellows” que pagan por concurrir a los servicios y becarios sin ningún tipo de derecho laboral.

Un estudio multicéntrico sobre condiciones de trabajo y salud destaca que para el 2010 en Argentina, el 55% de los médicos tenían más de un empleo, porcentaje que llegaba al 80% en el grupo entre 31 y 50 años. 

«El multiempleo llega al 95% entre les mediques y se está transformando en una de las razones que explican que un alto porcentaje del total infectados por Covid-19 sean trabajadores de la salud»

El multiempleo tiene como consecuencia a su vez la extensión de la jornada laboral, la flexibilización de los modos de contratación (contratos temporales, pasantías y trabajo ad honorem) y de la organización del trabajo (subcontratación y tercerización). Todo ello se pone de manifiesto en un aumento de la vulnerabilidad del colectivo de trabajadores, al subordinarse a las reglas de múltiples empleadores, en desmedro de su vida fuera del trabajo y su desarrollo profesional.

Actualmente según Nicolás Kreplak -viceministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires- el multiempleo llega al 95% entre les mediques y se está transformando en una de las razones que explican que un alto porcentaje del total infectados por Covid 19 sean trabajadores de la salud. En muchos casos la transmisión es horizontal, es decir, entre compañeres de trabajo. Hay servicios cerrados porque la totalidad de sus trabajadores se infectaron mientras que no han atendido a nadie con covid-19.

Pero la precariedad laboral no depende sólo del salario sino de las condiciones laborales. Los cargos municipales son de pocas horas semanales y con bajo salario, lo que empuja a buscar otros trabajos igual de mal pagos y con sistemas de contratación más precarios.

La inequidad lleva a que quienes se desempeñan en un sistema público absolutamente desfinanciado deban realizar sus tareas remando a contracorriente e intentando tapar baches. Y si el trabajo es en el ámbito privado la situación dista de lo ideal, debiendo justificar económicamente las medidas que se toman y trabajando por productividad con un tiempo estandarizado de atención por paciente.

Les profesionales de la salud, al igual que la gran mayoría de las profesiones liberales en Argentina, tienen una baja identificación de clase. Cuesta autopercibirse como trabajador, lo que a su vez atenta contra la creación de herramientas de representación colectiva para poder pelear por derechos. Se destaca en ese sentido la organización de residentes y concurrentes pero con la particularidad de ser episódica porque el paso por esa instancia dura a lo sumo 5 años. Hay también experiencia de sindicatos que nuclean a profesionales que son combativos, pero en general podemos decir que están dirigidos por burócratas que son más representantes de la corporación médica que de les laburantes.

Es importante destacar que no corresponde homologar la realidad del conjunto de les trabajadores de la salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera personal de salud a todas aquellas personas que realizan una actividad remunerada cuyo objetivo directo o indirecto es promover o mejorar la salud de la población. 

Pero a su vez, al interior de ese colectivo, la fragmentación es total y hay poca organización colectiva, más bien en general las distintas disciplinas se organizan de manera independiente. Es así que contamos con sindicatos de médicos, asociaciones de profesionales (que si bien no son sindicatos muchas veces ofician como si lo fueran) y sindicatos de personal de escalafón. Cada uno de los actores tiene un poder distinto a la hora de negociar condiciones laborales y salario, siendo los médicos quienes cuentan con mayor poder de fuego, lo que a su vez los aísla del resto de los laburantes y los corporativiza más. 

«La ausencia de una identidad colectiva como trabajadores de la salud redunda en la fragmentación del colectivo impulsando la corporativización particularmente de los médicos, poniéndolos en una posición ventajosa en relación al resto de los laburantes»

La diferencia en sueldo y condiciones laborales tiene un impacto directo en la calidad de atención. En parte eso explica que en Argentina haya un déficit muy marcado de personal de enfermería, al ser una disciplina absolutamente menospreciada en términos profesionales y remunerativos. Para pasarlo a números, en Argentina tenemos 31.6 mediques cada 10.000 habitantes y tan sólo 4.8 enfermeras (si incluímos a auxiliares el número sigue siendo muy pobre, llegando a tan sólo 19 cada 10.000). 

Es decir, la ausencia de una identidad colectiva como trabajadores de la salud redunda en la fragmentación del colectivo impulsando la corporativización particularmente de los médicos, poniéndolos en una posición ventajosa en relación al resto de los laburantes de la salud y particularmente con el sector de enfermería, lo que lleva a que sean muy pocos quienes se deciden a trabajar en dicha disciplina con el consiguiente empeoramiento de la calidad de atención.

Otro punto a destacar por su particularidad, es el de los accidentes laborales. Problemáticas como el pluriempleo, la precarización laboral para algunas ocupaciones y grupos etáreos, la vulnerabilidad a accidentes y enfermedades producidas por agentes químicos, físicos y biológicos, así como el proceso de desgaste físico y psicológico producto de la vivencia de situaciones complejas y emocionalmente intensas, son algunos de los elementos que vulneran la salud de los trabajadores del sector. 

Sin embargo, resulta llamativa la ausencia de estos temas en la discusión cotidiana de los trabajadores de la salud, a pesar de que está implícita la idea de que las enfermedades, las licencias por “carpeta psiquiátrica” o por estrés están relacionadas con el trabajo. 

En un estudio realizado en un hospital de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) entre los años 2000 y 2005, se registraron 281 exposiciones a fluidos biológicos en trabajadores de la salud. Entre ellos los médicos residentes fueron los más afectados (34%), seguidos por los médicos no residentes (19%) y los enfermeros (14%). 

Asimismo, una investigación realizada en Brasil evidenció una mayor incidencia de exposición a fluidos sanguíneos en aquellos trabajadores que reportaban mayores exigencias laborales e inadecuadas condiciones de trabajo. 

Actividades como la esterilización, medicación de pacientes, desinfección, manutención de equipos o realización de exámenes radiológicos, involucran diversos agentes físico-químicos nocivos para la salud: óxido de etileno, óxido nitroso, formaldehído, hipoclorito de sodio, gases anestésicos, antisépticos, polvos o radiaciones ionizantes.  

Un sistema machista y patriarcal

Tenemos un sistema en el que al día de hoy todavía siguen vigentes estas lógicas y prácticas que atraviesan todas las instancias e instituciones, tanto en la formación, en el campo profesional y en la atención de los usuarios del sistema de salud. 

La patologización de las identidades y orientaciones sexuales, la división de cargos y puestos, la concepción de que algunas carreras y disciplinas “son para mujeres”, la violencia de género en distintos ámbitos de todo el sistema, la violencia obstétrica, la obstaculización del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, son algunos ejemplos. 

Estas lógicas incluso la vemos en la práctica cotidiana, tanto en el acceso a la atención, a diagnósticos y tratamientos, y en la perspectiva con la que se abordan los problemas, llevando a una mala atención, a empeorar situaciones, y a alejar a las personas del mismo sistema.

En los últimos años hubo grandes avances y conquistas, principalmente a partir del movimiento por los derechos de las mujeres y del colectivo LGTTTBIQ+. Tenemos que seguir imprimiendo y desarrollando una perspectiva de género y derechos en todos los lugares del sistema de salud.

«Tenemos una formación extremadamente biologicista. Uno de los desafios más grandes es generar una salud feminista y disidente»

El patriarcado atraviesa todos los aspectos de nuestra vida y el sistema de salud no está exento. La misma facultad de ciencias médicas reproduce y naturaliza la violencia patriarcal por medio de docentes y profesores abusadores y violentos. Son muchísimos los escraches y denuncias que se viralizaron este último tiempo, generando que las compañeras e identidades disidentes sean quienes abandonen la carrera.

Desde nuestra formación como profesionales de la salud padecemos la ausencia de una perspectiva de género transversal a nuestras currículas. Esto repercute directamente en nuestra intervención como profesionales, patologizando a las identidades disidentes, ejerciendo violencia de género (hacia nuestros pacientes y consultantes, como a nuestros compañeros) y priorizando la moral por sobre la ética y los derechos (por ejemplo los médicos que denuncian a las personas con capacidad de gestar que se realizan abortos o se los niega).

Dentro de las materias no se habla de aborto, salvo excepciones, a pesar de ser un tema con muchísima repercusión en los últimos años, tampoco se habla de personas trans. Tenemos una formación extremadamente biologicista. Uno de los desafios más grandes es generar una salud feminista y disidente.

Por Julián Pavese, Lourdes Torasso, Laura Fischerman, Rocío Rivero, Juan Manuel Noval y Sebastián Gatti

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