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17 agosto, 2020

Marco Van Basten, el tulipán con tallo de cristal

Desde el cielo, el campo se muestra sembrado de tulipanes naranjas. Desde la grama se ve caer el balón como un cometa. Es un centro pasado que no llega a tocar el verde. Casi saliendo del área y a dos metros de la línea de meta Marco Van Basten fundé su pie en el cuero. La pelota viajará a la red invalidando cualquier atisbo de interferencia. Es un golazo.

Federico Coguzza

@Ellanzallama

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Una vez alguien me dijo, mirando repetidamente el gol de Maradona a Inglaterra en 1986, que esas obras maestras son realizadas porque no existe duda en el protagonista de que eso pueda suceder. Salvando las distancias en los goles, Van Basten jamás pensó que no podría vencer nuevamente el arco de la Unión Soviética desde ese lugar y viniendo vaya uno a saber de que galaxia ese balón.

Rinus Michels reunió en un mismo ramo a Ronald Koeman, Frank Rijkaard, Ruud Gullit y al “Tulipán de Utrecht” y ganó la Eurocopa de 1988. Holanda no había conseguido ningún título, ni siquiera con aquel fantástico equipo que tenía entre sus filas a Johan Cruyff.

En el verano del 1981, Van Basten se mudó a Amsterdam. Con 16 años llegó al Ajax. Tuvo que esperar un año para debutar. Piso el terreno de juego el 3 de abril de 1982. Entró por Cruyff que había vuelto con 34 años y lograría dos ligas y una Copa de Holanda. Fue 5 a 0 frente al NEC y no dejó pasar la posibilidad de convertir. Lo hizo con algo que sería parte de la marca registrada Van Basten: en el área ganar de cabeza y ponerla donde se le plazca.

Con apenas 21 años y tres ligas en su espalda, Van Basten hizo 37 de los 120 goles del Ajax. Los hizo en 26 partidos de un campeonato que se llevó el PSV Eindhoven dirigido por Guus Hiddink. Al otro año fueron 31 goles en 27 partidos y ya estaba vendido al Milan. Silvio Berlusconi lo fichó pero antes vio como el equipo de Amsterdam ganaba la Recopa con gol de la nueva adquisición.

Llegó a Milán. Llegó al Calcio donde jugaban Maradona, Laudrup, Voller, Careca. Debutó frente al Pisa convirtiendo de penal. Hizo tres goles pero pudo disputar tan solo 11 encuentros. Su tobillo lo dejó afuera de las canchas a lo largo de casi todo el año. Lesionado viajó a Alemania para disputar la Eurocopa. Terminó siendo figura con el “12” en la espalda.

Con el Milán ganó tres Scudettos y dos Copa Italia fronteras adentro. Dos Champions, dos Supercopa Europa y dos Copa Intercontinental fueron sus galardones fuera de “la bota”. Con Baresi, Filippo Galli, Ancelotti, Donadoni, Rudd Gullit, Arrigo Sacchi armó una sinfónica que elegía cuando y donde dar función.

Una tarde, el 19 de abril de 1989, el Milán le hizo cinco al Real Madrid por la Champions. Hay quienes dicen que esa tarde se pudo ver una de las demostraciones más grandes del fútbol, como la que le dio el Barcelona de Guardiola al Madrid de Mourinho en un partido disputado hace unos años en el Camp Nou. Van Basten y Ruud Gullit fueron los que manejaron la batuta.

En el atril de las estadísticas Van Basten marcó, en seis temporadas, 125 goles en 201 partidos defendiendo los colores del equipo de casaca roja y negra. También fueron seis las temporadas que jugó para el Ajax. Hizo 152 goles en 172 partidos. Una máquina de hacer goles de variopinta valía. Su cabezazo era deliberado y letal, de afuera del área convirtió con facilidad y en el aire emuló la destreza de las aves.

Ganó tres veces el Balón de Oro, fue cuatro veces el goleador de la Liga Holandesa, dos temporadas de la Liga Italiana. Es el sexto goleador en la historia tanto del equipo holandés como el italiano. Pero el «Tulipán de Utretch” siempre padeció de su tallo de cristal. Sus tobillos fueron intervenidos quirúrgicamente en más de una oportunidad y antes de cumplir 31 años se retiró del fútbol. Ya no podía caminar.

El 18 de agosto de 1995 le dijo “adiós” para siempre al fútbol profesional. Quedan sus arranques en velocidad con una trancada que aventajaba a los más hábiles en la materia. Sus voleas desde afuera del área con destino de nido de araña. La capacidad de amagar, eludir, bailar al rival que sea.

Marco Van Basten marcó a fuego las redes de los años 80. El fútbol lo dejó antes de que él pudiera decirle adiós. Fue tulipán naranja, blanco y rojo. También negro y rojo. Fue tulipán con tallo de cristal.

 

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