Batalla de Ideas

16 agosto, 2020

Día de las infancias: más que un día, un derecho

¿Qué significa ser niñe? ¿Es posible serlo en una sociedad que muchas veces empuja a las infancias hacia los márgenes y las despoja de un derecho que debería ser inalienable, como lo es el derecho a la niñez? ¿Es posible construir una sociedad más justa sin garantizar infancias dignas?

Agustina Buján* y Agustín Durán**

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Hoy celebramos en nuestro país el “Día de las Infancias” una fecha que, si bien en algunos contextos puede resultar exclusivamente comercial, en otros representa una jornada de militancia, reivindicación y alegría en nuestros barrios.

Hablamos de infancias, y no de “Día del niño”, entendiendo que esta última definición refleja una expresión del lenguaje acotada y reproductora de desigualdades, ya que hay múltiples y diversas maneras de transitar la niñez. Y si hay algo de lo que estamos convencides, es de que no hay manera posible de atravesarla feliz y dignamente que no sea siendo reconocides plenamente como sujetes de derecho. Pero ¿qué implica tener una infancia digna? ¿A qué nos referimos cuando hablamos del derecho a la niñez?

Históricamente les niñes fueron postergades a la hora de la garantía e institucionalización de sus derechos. Recién desde el año 1989, contamos con la Convención sobre los Derechos del Niño, que si bien exige a todos los Estados que la conforman dar efectividad de los derechos reconocidos en la misma, basta con mirar a nuestro alrededor para entender que estos siguen siendo altamente vulnerados.

Sería insólito pensar que les niñes tienen garantizada su protección y desarrollo, cuando tan solo con salir a la calle podemos ver que muches ni siquiera cuentan con un techo. No podemos hablar del derecho a la niñez, cuando hay pibes y pibas que tienen que abandonar la escuela para trabajar desde edades muy tempranas, tanto fuera como dentro de su hogar, ya sea saliendo a la calle a vender o quedando relegados en sus casas con la responsabilidad a cuestas del cuidado de sus hermanites y de las tareas domésticas para que les adultes puedan salir a laburar. En estos contextos, la infancia está completamente invisibilizada cuando no imposibilitada.

En las barriadas populares de nuestro país es normal ver cómo año tras año, al llegar esta fecha, las calles se llenan de globos, banderines, ollas populares, inflables, juegos, barrileteadas, chocolate caliente y masitas para compartir. Nada nuevo, en los sectores populares de nuestra patria siempre contamos con innumerables ejemplos de solidaridad. Organizaciones sociales, políticas, culturales, murgas, asociaciones vecinales y sindicales -solo por nombrar algunas- se ponen al pie del cañón y movilizan todas sus fuerzas para poder garantizar un día donde el piberio se llene de sonrisas, el barrio de esperanzas y la panza de comida.

La situación de aislamiento en la que nos encontramos provoca que mucha de esa festividad se pierda y no podamos compartir como nos gustaría un “Día de las Infancias” lleno de juegos, risas y abrazos. Sin embargo la organización popular, como desde el primer momento de la pandemia, supo hacer frente a esta adversidad y se movilizó -con las medidas de seguridad e higiene necesarias- para poder acercar a cada hogar y a cada pibe un pequeño regalo, una bolsita de golosinas, un juguete, pero sobre todo un gesto de afecto, para hacerles saber que acá estamos, resistiendo y dando batalla hasta que la dignidad se haga costumbre.

Ésta es sólo una expresión -o la condensación de muchas expresiones- del esfuerzo sistemático y militante por garantizar una infancia un poco más digna por parte de las organizaciones populares, sin embargo es fundamental que el Estado -dentro de la institucionalidad- también redoble sus esfuerzos por hacer esto posible.

En este sentido, es imposible pasar por alto una figura imprescindible en la historia de nuestra patria y de las infancias: Evita. La abanderada de los humildes, se anticipó unos cuantos años en materia de derechos de la niñez, no solo alzando la voz por les desplazades de la historia en sus discursos, donde manifestaba que “En la nueva Argentina, los únicos privilegiados son los niños”, sino también, y aún más importante, llevándolo a la acción.

La Fundación Eva Perón se encargó, entre otras cosas, de la creación de veinte Hogares-Escuela en donde les niñes en condiciones de vulnerabilidad fueron albergades, cuidades, alimentades y educades en un espacio agradable, ya que Eva criticaba fuertemente la infraestructura deprimente de los orfanatos de la época. Las obras de la Fundación se caracterizaban por ser espacios amenos, luminosos, alegres y coloridos; les niñes asistían a la Escuela Pública y de ser posible mantenían contacto con su familia. Por otro lado, se encargó de que todes les niñes pertenecientes a la clase trabajadora recibieran para Navidad y Reyes un juguete, brindándoles nada más ni nada menos que el derecho a jugar y a tener juguetes, algo que para muches puede ser -desde los zapatos de la adultez- una política menor pero que para en la infancia es un motor para seguir desarrollando las capacidades lúdicas y la imaginación.

Hoy nuestra tarea es revivir esas banderas, profundizando los debates en relación a las infancias -haciéndolas parte del debate- y construyendo un Estado que garantice el derecho a una niñez digna de manera integral, generando condiciones para que nuestro pueblo tenga Tierra, Techo y Trabajo, de manera que ningún pibe tenga que salir a laburar y pueda disfrutar su niñez como se debe, al mismo tiempo que genera políticas específicas para la infancia y su efectiva implementación.

En este sentido, es importante remarcar que un estudio de UNICEF revela que en la Argentina cada 3 horas una niña de entre 10 y 14 años es forzada a ser madre, cuando a esa edad, lejos de eso debería estar jugando y disfrutando de su infancia. Esto refleja no solo la falta de marcos legales, sino también la falta de efectividad a la hora de llevarse a cabo de los ya existentes. Nos merecemos un Estado que garantice la correcta implementación de la Interrupción Legal del Embarazo y de la Educación Sexual Integral en todas las escuelas, que brinde a las niñas la posibilidad de conocer sus derechos y de construir su autonomía, así como también la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, para seguir construyendo una sociedad más justa y libre, una sociedad en la que ninguna niña sea obligada a ser madre.

En síntesis, es nuestra tarea hacer de este mundo un espacio más ameno para les pibes, un lugar donde puedan disfrutar su infancia libremente y abocarse a las actividades que les generen curiosidad y placer. Un mundo donde puedan asistir a escuelas públicas y de calidad, donde puedan dormir en una casa digna y tener sus propias preocupaciones, no las nuestras. Ese mundo es posible y lo estamos construyendo.

*Profesora de Educación Inicial. (UTE-CTERA) **Profesor de Educación Primaria.(UTE-CTERA)

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