14 agosto, 2020
Ciencia y género: La historia nos borro por eso la reescribimos
Tres de cada diez investigadores del mundo son mujeres, y tan sólo 17 mujeres han ganado el Premio Nobel de física, química o medicina desde que Marie Curie lo obtuvo en 1903, en comparación con 572 hombres. No son datos que sorprenden ante un modelo de ciencia hegemónico pensado por y para hombres blancos hetero cis de clase media o alta

Según un informe de la UNESCO sobre la situación de niñas y mujeres en la educación en ciencia, ingeniería y matemática (STEM) tres de cada diez investigadores del mundo son mujeres, y tan sólo 17 mujeres han ganado el Premio Nobel de física, química o medicina desde que Marie Curie lo obtuvo en 1903, en comparación con 572 hombres.
No solo la participación femenina en la educación y el empleo STEM es baja, sino que la tasa de deserción es especialmente alta. Las mujeres abandonan las disciplinas STEM en forma desproporcionada durante sus estudios, durante la transición al mundo del trabajo e incluso durante su trayectoria profesional.
Si bien estos datos son impresionantes, considerando la cantidad de años que llevamos las mujeres dentro de la formación científica, no son datos que sorprenden ya que contamos con un modelo de ciencia hegemónico pensado por y para hombres blancos heterocis de clase media o alta. Un modelo que se basa en la historia de héroes que descubrieron cosas a raíz de su ingenio, su perseverancia o su iluminación, con una perspectiva individualista que invisibiliza y niega el trabajo colectivo y los procesos científicos complejos. Donde no es casual que quienes no son nombrades en en los libros y en la historia de la ciencia sean las mujeres y les compañeres del colectivo LGTBI+.
Probablemente muches conozcan a Isaac Newton, Albert Einstein, James Watson y Francis Crick,entre otros científicos de la historia. Pero a la hora de nombrar personas del colectivo LGTBI+ o mujeres pocos sean los nombres que aparezcan o incluso los que aparecen siempre lo hacen en un rol secundario y no como parte de los “grandes descubrimientos” de la ciencia.
Tratando de romper un poco con eso y porque lo que no se nombra no existe, un breve listado a continuación intenta visibilizar algunos ejemplos de quienes también son parte de la historia del conocimiento científico.
Rosalind Franklin (1920-1958) química inglesa que estudió la difracción de rayos X. Su trabajo ayudó a develar la estructura del ADN pero fue víctima de uno de los robos más escandalosos de la historia de la ciencia, a manos de los famosos premios Nobel Watson y Crick, que se alzaron con el título de descubridores únicos de la estructura del ADN y jamás la reconocieron.
Bárbara McClintock (1902-1992), científica estadounidense que analizando el maíz descubrió mucho sobre la estructura de los cromosomas, los transposones y la regulación génica.
Lynn Conway (1938) es una pionera en el campo de diseño de chips microelectrónicos. Sus innovaciones desarrolladas durante los años 70 han causado un enorme impacto en el diseño de chips a nivel mundial. En 1967 inició su tratamiento médico, y ha sido una de las primeras transexuales en recibir una terapia de sustitución hormonal y la reasignación quirúrgica para lograr la transformación completa de su cuerpo. Pero luego de recibir el tratamiento, Lynn fue despedida.
Alan Turing (1912-1954), un científico en computación cuya carrera finalizó súbitamente debido a su orientación sexual. Sin embargo, actualmente sus descubrimientos tienen su merecida relevancia y se lo reconoce por sus aportes sin importar su preferencia sexual.
Lynn Margulis (1938-2011), bióloga estadounidense que habló de la teoría de endosimbiosis. Estas ideas hoy están más que aceptadas pero en su momento fueron descartadas porque contradecían las ideas darwinistas de la selección natural.
Pero no se trata solo de reconstruir la historia de la ciencia para que esta contenga a quienes fueron borrades y eso sirva para incentivar a que cada vez más compañeres quieran estudiar carreras de STEM o empiezan a ocupar lugares de referencia dentro de estas carreras, no porque esto no sea importante sino porque existen otras aristas que se deben trabajar. Por ejemplo, se tiene que cuestionar la estructura de los planes de estudios que actualmente contienen sesgos de género, son biologicistas, patriarcales y heteronormados, lo que resulta aún más expulsivo para ser transitadas.
Los obstáculos a la hora de llevar adelante una de estas carreras son socioeconómicos y culturales, muchos de estos aumentan durante la adolescencia como por ejemplo, las responsabilidades del hogar y de brindar cuidados, matrimonios o embarazos a temprana edad, normas culturales que priorizan la educación de varones, la violencia escolar de género, entre otros.
En conclusión, se tiene que aspirar a construir una ciencia feminista, que no sea solo sumarle pespectiva de género a las publicaciones -aunque esto sigue siendo muy necesario e importante- sino tambien que las mujeres y el colectivo LGTBI+ dejemos de estar ausentes de la historia y en los textos de la formación académica, que podamos pensar que los trabajos cientificos son colectivos, que el conocimiento deje de ser binario y heteronormado, que los roles nos sean otorgados de acuerdo a estigmatizaciones de este sistema.
No existe una sola manera de construir esta nueva ciencia, ni tampoco una definición pero es momento de que se comience a cambiar lo existente y construir colectivamente una nueva forma de generar conocimiento científico.
*Estudiante de Bioquímica UBA. Integrante de Trabajadoras de Ciencia y Universidad
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