Géneros

4 agosto, 2020

“Apoyar la lactancia materna para un planeta más saludable”

Como cada año, durante la primera semana de agosto se celebra la semana mundial de la lactancia materna con el fin de promover e informar acerca de sus beneficios.

Crédito: Luis Cetraro – Télam

Sol Martínez Allende*

@solmar1936

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El lema elegido para la semana mundial de la lactancia materna de este año es “apoyar la lactancia materna para un planeta más saludable”. No podría haberse elegido uno mejor en un momento donde toda la humanidad se encuentra amenazada por una pandemia, cuyo origen se asocia a los métodos de producción de alimentos extractivistas y depredatorios. Además, estamos ante una enfermedad que aún no encuentra cura, y cuya única prevención son el aislamiento y la higiene.

¿En qué condiciones se lleva adelante la lactancia en Argentina? ¿Con qué herramientas se cuenta para su promoción, apoyo y sostén?

La Organización de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses de edad y lactancia complementada con otros alimentos hasta “al menos” los dos años. En nuestro país contamos con una ley específica que data desde 2013, la Ley 26.873, orientada a la promoción de la lactancia materna, a la concientización pública, y a la recomendación de elaboración de normativas laborales que garanticen la conciliación entre lactancia y trabajo.

La licencia por maternidad (es decir, la que gozan las mujeres gestantes que trabajan en el sector formal de la economía) cubre 90 días según la Ley de Contrato de Trabajo (LCT) y de 100 días en total para las trabajadoras del Sector Público, que deben ser repartidas en 45 días previos al parto y 45 posteriores, y en al menos 30 días previos y 60 posteriores respectivamente. Sólo existen algunos convenios colectivos, regímenes especiales o estatutos que contemplan licencias más extensas, a pesar de haberse presentado varios proyectos en los últimos años para su extensión.

Por otro lado, las licencias por paternidad son de entre 2 y 10 días, según el sector laboral al que se pertenezca. Luego, hasta el año de vida de le hije, se cuenta con dos descansos diarios de media hora para amamantar en el caso del sector privado, y dos descansos de una hora en el sector público, que se utilizan en general como reducción de la jornada laboral.

Cabe aclarar que, a diez años de la Ley de Matrimonio Igualitario y ocho de la Lay de Identidad de Género, aún no hay modificaciones a este régimen binario, y que las familias conformadas por fuera del modelo heterosexual clásico deben apelar en muchos casos a la judicialización para gozar de las licencias correspondientes.

Con estas licencias por demás cortas e insuficientes, alcanzar las metas recomendadas por la OMS resulta cuesta arriba y muchas veces imposible.

La lactancia hasta los seis meses de edad se desarrolla a demanda, que es lo recomendado tanto por la OMS como por las asociaciones de pediatría y de puericultura. Esa libre demanda indefectiblemente no se sostiene si existe una separación de entre 6 y 7 horas mínimo entre hije y madre a partir de los 45 días o de los 2 meses del nacimiento, y corre riesgo de cortarse directamente la lactancia. Esto es independiente a los deseos de la madre.

Esta separación podría evitarse, por ejemplo, con jardines maternales en los lugares de trabajo. La LCT incluye obligatoriedad de que éstos existan en lugares de trabajo de 50 o más personas, pero, curiosamente, ese artículo de ley nunca fue reglamentado. Por lo tanto, la existencia de estos jardines es la excepción y no la regla.

El panorama no es muy distinto en el sector público. Existen muy pocos organismos que cuenten con jardines, y estos pocos fueron incluso vaciados y achicados durante el gobierno macrista. Sin embargo, en este sector se avanzó en la creación de cuartos lactarios, lugares exclusivos para la extracción y almacenamiento de leche materna, gracias al reclamo y las luchas de las trabajadoras agremiadas en los sindicatos. Cabe aclarar que, en el caso de que no haya un lactario, las mujeres extraen su leche en los baños, inadecuados sanitariamente para tal fin.


Si hablamos de promoción de la lactancia materna, no puede ser escindido de esta realidad, en primer lugar, la necesidad de contar con licencias extendidas de por los menos seis meses para las personas gestantes, y con licencias para las parejas no gestantes de mayor extensión. Así se ayudaría a garantizar la corresponsabilidad en la crianza, sostén necesario para una lactancia exitosa.

En segundo lugar, de la falta de jardines maternales tanto en los lugares de trabajo como estatales. Y por último, de la urgencia de habilitar lactarios en cada edificio donde les trabajadores desarrollan sus tareas. Para alcanzar esta meta debe ser agenda, tanto del Estado (de manera conjunta entre los Ministerios de Salud, Trabajo, Educación y con el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad como principal promotor), como de las organizaciones sindicales.

Esta coyuntura de crisis sin precedentes evidenció más que nunca la avaricia de los poseedores de grandes fortunas, de los grandes empresarios. Cada intento de regulación en beneficio de les trabajadores fue criticado, rechazado y frenado. Esto hecho denota la necesidad de contar con normativa laboral que implique obligatoriedad, que incluya sanciones y que esté claramente reglamentada.

El teletrabajo, la aparente solución

Con la llegada del coronavirus y el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, el trabajo remoto -que hasta el momento era muy marginal dentro del mundo del trabajo- creció exponencialmente, y la perspectiva es que esta tendencia no cambie cuando podamos vencer a la pandemia y volver a “la normalidad”. En este sentido, se aprobó hace pocos días la ley que regula esta modalidad, con críticas tanto del empresariado, que no está dispuesto a ceder un ápice de la ganancia con la que se verá favorecido, como por algunos sectores del sindicalismo, quienes insistimos en que no era el momento de hacer esta reglamentación.

Con la clase trabajadora en una situación defensiva y en plena crisis, la nueva normativa deja abiertas demasiadas puertas para que muchos derechos de les trabajadores queden a merced de la negociaciones, mejores o peores, que consigan de manera particular, por empresa o través de sus sindicatos.

Esta nueva ley incorpora en el artículo 6 a las tareas de cuidados, el derecho de adecuar las jornadas laborales y poder interrumpir las tareas en el caso de tener a cargo menores de 13 años, personas con discapacidad o adultes mayores. Este ingreso en la legislación laboral es novedoso y, sin duda, consecuencia de la irrupción del feminismo en la política institucional que se concreta en el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad.

Con esta regulación, el teletrabajo puede mostrarse y ofrecerse como una manera de conciliar la vida familiar con las tareas laborales, e incluso algunas trabajadoras comentan que lo ven como una solución. No tendrían que volver al trabajo y dejar a sus bebes tan pequeños, no sería necesario pagar niñera, y podrían continuar con la lactancia materna a demanda.

Pero, ¿en qué condiciones?  Es indispensable siempre mirar la película completa frente a los derechos que faltan: licencias, jardines y lactarios. La solución no puede ser una nueva reclusión en el hogar de las mujeres. Durante décadas las mujeres nos hemos organizado y peleado contra la idea de maternar en soledad, planteando crianzas políticas y colectivas, tejiendo redes de contención. Es un punto importante a balancear cuando hablamos de teletrabajo y cómo va a repercutir esta vuelta al hogar en las redes de mujeres que incluso han sido las que en los lugares de trabajo se conformaron como comisiones de géneros sindicales y llevaron adelante la pelea por lactarios y jardines.

La pelea de los feminismos debe seguir siendo que maternar no condicione la vida de las mujeres, ni su vida social ni profesional. Se deben entender las tareas de cuidado y la alimentación de les niñes como una cuestión a resolver de manera social, y no como una mochila cargada por cada mujer en soledad.

También hablamos de soberanía alimentaria

Entre los múltiples beneficios de la lactancia materna, además del de la salud entendida en el sentido amplio planteado por la OMS, está el económico y ligado a éste el de la soberanía alimentaria y la soberanía de los cuerpos. Detrás de las leches de fórmula que se les ofrecen a las mujeres con la expectativa de mayores beneficios para le niñe y mayor autonomía para ellas (falso: siguen siendo las mujeres quienes dan la mamadera a demanda a les bebes), hay grandes corporaciones multinacionales que lucran con la salud de las nuevas generaciones, sobornan a sanatorios y profesionales médicos, y pagan millones en publicidad.

Sin importarles las consecuencias, son capaces de vender leches en polvo en regiones donde no hay agua potable con el riesgo que esto implica. En Argentina, cada leche de fórmula de 250cc cuesta, en promedio, lo mismo que un litro de leche entera común: 55$ aproximadamente. Si tenemos en cuenta que une niñe de 6 meses puede tomar hasta dos litros y medio por día, el gasto diario puede ascender hasta los 550$.

Frente a este panorama, familias humildes que no han tenido suficiente sostén para continuar la lactancia, o que directamente se las han boicoteado, introducen de manera prematura a les niñes a la alimentación complementaria o a la leche de vaca, a riesgo de que desarrollen enfermedades tales como intolerancia a la lactosa, celiaquía o diabetes. Estas corporaciones intentan expropiar a las mujeres la capacidad de alimentar con su propio cuerpo a sus crías, mostrando una de las caras más crudas del sistema capitalista patriarcal.

Dar la teta es mucho más que una decisión basada en el deseo de una mujer. Es parte de muchas discusiones que nos debemos socialmente, que tocan desde la soberanía alimentaria hasta las regulaciones de trabajo. Como siempre, somos las feministas las que ponemos en cuestión lo que aparentemente es parte del mundo de lo privado y personal, para llevarlo a la dimensión política. Somos las feministas ocupando todos los espacios de poder en el Estado y en los sindicatos quienes vamos a dar pelea hasta conquistar el derecho nuestro y de nuestras crías a lactar libremente.

*Integrante de ATE Conicet Capital – Estatales de Pie

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