Lo que la cuarentena nos dejó

Rocío Rivero*

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Durante el desayuno frío de ayer el reporte diario del Ministerio de Salud nos comentaban que al martes tuvimos un total de 3645 casos de Coronavirus de los cuales la mayoría (90,5%) se encuentran en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Si miramos los datos globales, nuestro continente tiene un total de 6.780.000 casos de los cuales nosotros representamos un 1,5%. Estas cifras, es decir la cantidad de personas infectadas está muy por debajo de nuestros vecines brasileros quienes le aportan el 27% de los casos a ese total. 

Estos números no son casualidad: no queda ninguna duda que la gestión y el abordaje de la pandemia fueron de las mejores cosas que nos pasaron en este tiempo. Nuestro país será recordado con el grupo de países que tomaron las políticas sanitarias más estrictas para afrontar la epidemia, pero también las más exitosas. Ahora bien, ¿cómo seguimos? ¿qué pasará después del 17 de julio? ¿volveremos a la “normalidad”? 

El “pasaporte” que garantiza el pasaje a la nueva normalidad en CABA se «filtró» el viernes pasado. El documento que ordenaba cómo serían las fases de flexibilización de la cuarentena hasta el fin de los tiempos, empezó a circular, marcando fuertemente el rumbo de las noticias subsiguientes en los grandes medios siempre a favor de la flexibilización. 

Así, al inicio de esta semana aumentaba la tensión entre la CABA y provincia de Buenos Aires. Mientras el equipo de Gollán, Ministro de Salud de PBA, insistía en mantener la alerta porque el pico todavia no habia llegado y por lo tanto era necesario evaluar la curva de casos antes de hablar de flexibilizar las medidas, Clarín nos esperanzaba anunciando el cronograma de liberación, que incluía desde las salidas de los niñes hasta la vuelta de las peluquerías y los teatros. 

Lo cierto es que ya nadie duda de que vamos a un esquema de mayor flexibilización, similar al de las semanas previas, es decir con salidas recreativas para niñes diariamente y para les corredores. Se le suma, por supuesto, la mayor apertura de locales comerciales porque al gobierno de Larreta no le importa solo la salud, sino también que puedan gastarse los aguinaldos (si es que pudieron cobrarlo, claro). Lo que probablemente sí se advertirá –y esperemos que con énfasis– en el discurso del jefe porteño del 17, es que frente a un aumento desmedido de casos deberá evaluarse el volver atrás y que será la tasa de duplicación de casos, junto con el R (indicador que se utiliza para medir la aparición de nuevos casos), todos chiches epidemiológicos, los que nos marcarán los vaivenes de las próximas semanas.

Pero no nos preocupemos, la luz al final del túnel parece que está por llegar. Recordemos siempre que nuestro país es mucho más que el AMBA y que hay provincias del interior del país con muy pocos casos, que incluso se pusieron a evaluar durante este tiempo una apertura de locales comerciales con fines turísticos. 

¿Qué certezas nos dejó la cuarentena?

Ahora bien, sería interesante reflexionar sobre qué certezas a nivel sanitario nos dejó la cuarenta y qué aprendimos hasta acá así no se nos borran esas ideas cuando todo pase.

La primera certeza fue tan evidente que incluso el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, tuvo que aceptarla, y es que el seguimiento y la detección de los posibles casos de Coronavirus en los barrios populares/villas no hubiera sido posible sino se coordina el trabajo de la salud con las organizaciones sociales y políticas, las escuelas y las iglesias que trabajan hace años con les vecines. Los comités de crisis comunales se organizaron focalmente para coordinar e implementar la búsqueda de casos, las campañas de difusión, la bajada de recursos, etc.

Se puso en evidencia también que se necesita algo más que reurbanización en los barrios populares/villas del sur de la Ciudad de Buenos Aires. Si no hay agua que llegue a las “casas”, ni espacio para aislarse o ventanas para que circule el aire, difícilmente las medidas recomendadas por el Ministerio de Salud se iban a poder cumplir. Está clarísimo que si pensamos en la salud de los habitantes de estos barrios, la planificación urbana debe ser la norma y no la excepción.

Las más interesante de todas las certezas a nivel salud pública de Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) es el rol que tuvieron los Centros de Salud y Acción Comunitaria (CeSACs) con sus trabajadores durante la pandemia. Se volvieron un nexo clave y fundamental para la detección y búsqueda epidemiológica en el territorio. Fortalecer el primer nivel de atención fue y es la salida obligada post pandemia para la mesa de la gestión política que desea aprender de esta experiencia.

Quizás una de las más desgarradoras evidencias que nos dejó la cuarentena es que la mayoría de los casos de violencia de género ocurren en el seno familiar. Las feministas lo veníamos denunciando hace tiempo y el aumento en los llamados a la línea 144 son una prueba contundente que expone la violencia patriarcal que estructura a nuestra sociedad. Entonces, el quedarnos en casa para muches significó una exposición mayor a la violencia que resulta en muchos casos silenciada y por lo tanto es invisibilizada.

La idea de esta nota era comentar a dónde estamos parados a nivel sanitario en CABA y hacia dónde vamos. Claramente, lo que nos demostró la pandemia y luego la cuarentena es que cuando hablamos de la salud hablamos de un proceso -y un sistema mucho más complejo que simplemente una enfermedad respiratoria que se controla con una vacuna- que necesita de la inversión gestión y planificación estatal, pero que se construye en los territorios, con sus habitantes, los CeSACs, las escuelas, las organizaciones sociales y desde múltiples miradas y voces, ¿será que lo aprendimos?.

*Doctora en Biología Molecular y Biotecnología