Deportes

16 julio, 2020

El fútbol va a ser de todes, o no será

Uno de los protagonistas de este mercado de pases pandémico fue Ricardo Centurión que, además de ser pretendido por varios clubes grandes, viene arrastrando denuncias por violencia de género, que muchos periodistas llaman “problemas de conducta”. Dirigentas, socias e hinchas de los clubes interesados opinaron sobre Centurión y otros casos de violencia.

Hernán Aisenberg

@Cherno07

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“Ningún actor de la sociedad puede desconocer el poder del movimiento feminista” nos dice Melani Thiesswald, de la comisión de prensa de San Lorenzo Feminista. Frente a los primeros rumores del interés cuervo por Centurión, fueron las primeras en hablar a través de un comunicado que decía que “la sola idea que se tenga en cuenta” este jugador para el plantel, a pesar de sus conocidas denuncias por violencia de género, ya era un paso atrás en todas las cosas que el club había avanzado. 

San Lorenzo es una de las instituciones deportivas pioneras en tomar decisiones con perspectiva de género. El primero en profesionalizar a las jugadoras de fútbol, el primero en implementar el cupo femenino en la Comisión Directiva (aunque esto se cumple a medias), aprobaron un Protocolo de Acción y Prevención contra la violencia de género ejemplar. Además, crearon una subcomisión de género que está capacitando a la dirigencia y trabajadores del club con perspectiva de género en línea con la Ley Micaela. 

Sin embargo desde San Lorenzo Feminista, que asumen el compromiso de acompañar y reconocer estos avances, no dejan de marcar y alertar frente a un posible paso atrás. “Debe ser continua la deconstrucción y la atención a casos como este y por eso lo vimos como una incoherencia. Este jugador no mostró signos de arrepentimiento, ni una toma de conciencia de sus actos. Sin conciencia, hay reincidencia”, agrega Melani.

Además del club de Boedo, Centurión fue considerado como opción en varios de los clubes grandes de la Argentina. Los medios dedican horas a analizar dónde rendirá más, dónde controlará su comportamiento como si los problemas del jugador fuesen solo de “mala conducta”, desconociendo allí la violencia de género sistémica y estructural que excede al jugador, la institución e incluso al fútbol.

Más allá de las idas y vueltas, terminó volviendo a Vélez Sarsfield, que ya había contratado anteriormente al volante ofensivo con una cláusula que explicitaba que cualquier actitud de violencia hacia las mujeres dejaría sin efecto la relación contractual del jugador con el club. 

La institución de Villa Luro también ha sido ejemplar en materia de género ya que, entre otras cosas, es la primer institución en incluir al área de género a la hora de firmar contratos. Con la cláusula ofrecida a este jugador sentaron un precedente para todos los demás. 

“Desde el área en principio no estábamos conformes con su llegada, y por eso hicimos la propuesta de esta cláusula. Hemos sido escuchadas, y tanto el club como el jugador han asumido un compromiso respecto a estas actitudes y las consecuencias de las mismas”, relata Paula Ojeda, directora del área que también abogada especialista en género. 

En Vélez este área de género no forma parte de la Comisión Directiva, pero tiene una injerencia transversal y atraviesa todas las actividades del club. Desde ese espacio han podido aplicar un Protocolo que no contempla sólo situaciones con los jugadores que firmaron esa cláusula, sino también a todos los deportistas profesionales y amateur, trabajadores, dirigentes y socios que hacen vida en el club.

“No tuvimos problema con ningún jugador a la hora de firmar esta cláusula. Si ellos o sus representantes no quisiera firmar, es porque ya de por sí deben ser violentos, porque sino no tendrían que tener ningún problema”, aclara Carla Tapia, integrante del área de género que no entiende por qué la mayoría de los dirigentes siguen poniendo la excusa de que estas cláusulas pueden alejar a los jugadores del club, cuando en realidad esta forma de contratación no solo es una buena idea de instalar la problemática de la violencia, sino que también protege el patrimonio de los clubes. 

“Son clubes que reflejan lo que somos como sociedad. En esta lógica que el fútbol es para hombres, que la vida privada de los jugadores es cosa de ellos y de que el fútbol es un negocio y que lo llevamos adelante para ganar plata, y no para otra cosa”, explica Carla, que incluso asume que el propio Vélez tampoco le escapa a esa lógica aunque ellas tengan un espacio y sean escuchadas.

En otro de los clubes donde se mencionó la posibilidad de contratar a Centurión fue en Boca Juniors, club donde jugaba cuando se conocieron las primeras denuncias. En aquel momento el jugador contó con una dirigencia cómplice que lo cubrió, y se esperaba una reacción muy distinta de la dirigencia actual, que en su discurso hablaba de cambiar muchas de las políticas frente a la violencia de género en el club. A pesar de las promesas de campaña, los casos de violencia en la institución trascendieron incluso al fútbol.

Primero fue el caso del delantero colombiano Sebastián Villa, que recibió una denuncia de su novia ni bien se inició la cuarentena. El vocal Matías Daglio, de la agrupación Boca Es Pueblo, fue el único que se expresó públicamente con un twitt que decía “tolerancia cero”. Sin embargo, los demás no solo optaron por el silencio, sino que muchos de ellos eligieron aislar y desentenderse del “error que había cometido Daglio” (como expresaron algunos en medios como La Nación). 

Varias socias, hinchas y militantes del club que ya venían elevando la voz y participando activamente de la política del club, usaron este caso como buena oportunidad para organizarse y presentar colectivamente un Protocolos de Acción y Prevención contra la violencia de Género. Pero justo en la semana donde el club debía debatir y poner en práctica este protocolo, trascendió un audio de WhatsApp del Presidente del Departamento de Juventud y miembo de la Asamblea de Representates del club, integrante de la agrupación Juntos por Boca del Presidente Jorge Amor Ameal.

En el audio, Iván “Maco” García Díaz le decía a una compañera de su propio espacio que su tarea era armar un “mesa de género” con “gente piola”, que pasaría su propio “filtro” de selección y que ya estuvieran “formateadas” por él y que sirviera de “pantalla” para evitar que otras mujeres “contaminadas” pudieran participar activamente de las discusiones del club. Incluso le aclaraba que no tuviera miedo y que él iba a estar detrás de todo, controlando que no hubiera problemas.

Si bien la institución le terminó aceptando la renuncia al violento, esto no fue suficiente para organizaciones como Feminismo Xeneize, que consideran “fundamental poner el foco en que la gravedad discursiva y material de dicho audio no se trata de una problemática aislada que se deba personalizar”. Agregan en el mismo comunicado que la renuncia “no garantiza que dejen de reproducirse estas lógicas patriarcales y excluyentes”. Las firmantes sostienen que la única solución posible es “participarnos de los espacios de toma de decisión en todas las áreas, departamentos y secretarías”.

Lo que se refleja en todos los casos es que lo más difícil en los clubes es que estos espacios feministas tengan un lugar y un poder decisión real y efectivo, y no una “pantalla”, como proponía justamente “Maco” García Díaz. “Lo que urge es la voluntad política de tratar esto con la seriedad que se trata cualquier otro tema en cualquier departamento, que exista y de pasos firmes, que sea plural, abierto y participativo” reafirman desde Feminismo Xeneize.

Por eso, en todos los casos vemos que -más allá de su buena relación con los oficialismos o incluso siendo parte de las gestiones- ellas siempre terminan eligiendo hacer sus planteos a fondo, sin miramientos, dejando en claro que su participación en estos debates no solo viene a resolver las urgencias y a terminar con la violencia, sino que también viene a proponer nuevas lógicas de participación y toma de decisiones también en los clubes. El fútbol va a ser de todes o no será.

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