Mundo Gremial

1 julio, 2020

La jornada extendida y el voluntariado forzoso de docentes

Les trabajadores del Programa Jornada Extendida denuncian persecuciones por parte del Ministerio de Educación, además de trabajar en un estado de absoluta precarización.

Alicia García Tuñón

@AliGarciaTunon

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Las escuelas de jornada extendida fueron incorporadas a la Ley 26.206 de Educación Nacional en el año 2006. Para muchas provincias, esto significó un gran avance. A los estudiantes de escuelas primarias, y en algunos casos también en las escuelas secundarias, se les sumaban dos o tres horas con diferentes propuestas educativas, e incluso se  les incorporó el almuerzo. Cada provincia le dio características propias a estas actividades: lúdicas, deportivas, artísticas, científicas, o directamente se incluyeron dos horas más de clases curriculares.

El artículo 28 de la mencionada Ley establece que las escuelas primarias serán de jornada extendida o completa.

La Ciudad de Buenos Aires es una de las jurisdicciones más ricas del país y en la que hay mayor cantidad de escuelas de nivel primario de jornada completa. Sin embargo, y con una crisis cada vez más profunda, en los barrios más vulnerados faltan vacantes en esta modalidad. La mayoría de las familias optan por mandar a sus hijes a jornada completa para poder sostener algún tipo de trabajo.

El Ministerio de Educación, en lugar de ampliar la cobertura de esta jornada, desde 2016 comenzó a implementar la jornada extendida, sosteniendo que de esta forma la ciudad cumple con la Ley nacional (hecho celebrado en incontables ocasiones por la conducción del Ministerio).

Para la ciudad es un retroceso por varios motivos. Primero, porque no cubre con las necesidades de las familias a la hora de salir a buscar trabajo. Segundo porque, a diferencia de la jornada completa, sólo cubre a les alumnes de 6° y 7° grado de primaria, y 1° y 2° año de secundaria, dos o tres veces por semana según el nivel. En tercer lugar, porque les docentes que trabajan en la jornada extendida no pertenecen a la planta funcional de las escuelas, sino que, en su gran mayoría, son contratades.

Las actividades que se desarrollan así como les docentes que trabajan en el programa no dependen de las direcciones de las escuelas ni de la Dirección de Educación Primaria o Media, sino de la Dirección General de Escuela Abierta. En la mayoría de los casos -y por falta de espacio en la escuela- se tienen que trasladar a clubes cercanos, iglesias, espacios comunitarios abiertos, lugares debajo de autopistas, etcétera, con lo que los controles que se suelen hacer desde las escuelas son muy difusos, así como las condiciones de trabajo y seguridad también. Ante esta situación la excusa de la dirección del programa es “romper con el aula tradicional e implementar propuestas lúdicas distintas a la escuela formal”.

Esto ha generado una falsa disputa entre les docentes de las escuelas y les del programa, como si elles fueran responsables de las precarias condiciones en las que les toca trabajar. No pueden hacer paros porque les bajan el contrato, sus fotos junto a funcionarios en las actividades que convoca el Ministerio son utilizadas sin sus permisos, y se genera recelos por las dudas que disparan las formas de contratación.

Hay distintas modalidades de contratación en el programa, que no hacen más que  intensificar las condiciones de precarización: con monotributo, contratos de la Fundación Enseñá por Argentina, de programas de Nación sin monotributo, interines de Programas Socioeducativos incluidos en el Estatuto del Docente y combinaciones con horas docentes en blanco.

La mayor parte no tiene obra social, y al no estar incluides en el Estatuto, están expuestes al arbitrio del Ministerio de Educación. Cabe aclarar que el Programa Jornada Extendida no está en el Estatuto Docente porque, según la excusa que se les da a les docentes, eso “lleva tiempo”, ejemplificando con otros programas como el programa Centro de Actividades Infantiles (CAI). El resultado es que les caben todas las responsabilidades, pero ningún tipo de derecho de los que sostiene el Estatuto.

Existen docentes a los que se les bajó el contrato por no acordar con alguna medida después de haber trabajado 2 ó 3 años en el programa, o lo que es aún más grave, por empezar a sindicalizarse, queriendo mejorar sus condiciones de trabajo.

Los aprietes a les trabajadores son moneda corriente. La utilización de sus imágenes -como mencionara anteriormente- tanto en las páginas oficiales, como en el twitter del entonces director del Programa. Otro ejemplo es el de los cierres anuales que se realizan en el Parque de la Ciudad, al que se ven obligades a asistir: “Al que no le gusta, que se vaya”.

Desde que comenzó la pandemia, se agudizaron las sutiles amenazas. Se les hace saber a les trabajadores del Programa que sus puestos de trabajo penden de un hilo si no cumplen con las tareas que se les pide que hagan en calidad de “voluntaries”.

Les trabajadores dicen que son “voluntaries forzades”. Forzades a realizar tareas que no son para las que fueron contratades, que nada tienen que ver con su rol docente del Programa. Colaborar en los vacunatorios, armar kits de higiene y de bolsones de alimentos para las escuelas, asistir a les ancianes para sus compras, colaborar en los hoteles de repatriados y, actualmente, de gente aislada por haber contraído el coronavirus, y cuanta tarea se le ocurra al Ministerio. También se les impone participar con sus redes sociales privadas en “lives” de la cuenta de Fabian Capponi, actual Director General de Educación Estatal, anteriormente coordinador general de Jornada Extendida, y de quien depende el Programa.

En la última semana se ha agudizado la persecución a les docentes por parte de la dirección del Programa a través de les coordinadores, que no son otra cosa que compañeres trabajadores que asumieron la coordinación de una sede, y que deben responder de igual forma. Llamados y mensajes en días y horarios no laborables en los que se les solicita un informe de su participación en el “trabajo voluntario”, amenazas de integrar listas negras a las que no se les renovaría los contratos el año próximo. Sumado a una ya vigilancia permanente en los grupos de Whatsapp de los cuales participan algunes funcionaries, entre elles el propio Caponni.

Les docentes no quieren dar su nombre por el temor de perder su trabajo, pero muches cuentan a quien quiera escucharles que “si no sos un soldado de Capponi, tu puesto de trabajo corre riesgo”, y que en palabras de coordinadores regionales y jurisdiccionales la línea bajada fue: “Si no te gusta, te vas”.

Por otro lado, dicen que utiliza a les trabajadores de jornada como “ejército de reserva precarizado”, como una fuente de trabajo disponible a su antojo con el mínimo costo.

El temor y la precarización laboral les invade mientras siguen acompañando a les estudiantes, respondiendo mails, capacitándose en el uso de plataformas, generando contenidos, articulando con las escuelas, mientras el Ministerio les usa de “voluntaries”.

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