Educación y Ciencia

24 junio, 2020

Larreta y su propuesta para la vuelta a clases

La semana pasada y en medio de un aumento récord de los contagios por Covid-19, comenzó a circular un Protocolo para la “Vuelta a Clases” elaborado por funcionarios de la Ciudad de Buenos Aires.

Alicia García Tuñón

@AliGarciaTunon

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En materia educativa, el Gobierno porteño desde el inicio del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (APSO) viene dando muestras de que la escuela pública y su comunidad educativa no son su prioridad.

La educación a distancia puso en evidencia no sólo que la escuela tuvo que hacerse cargo de la asistencia alimentaria de miles de estudiantes con las poco saludables canastas nutritivas, sino de la enorme brecha digital en la que se encuentran grandes sectores de la población en la ciudad.

Pese a esto y gracias al esfuerzo de las escuelas y sus docentes, se siguió garantizando el vínculo pedagógico. Aunque la sobrecarga laboral, el agobio por la hiper-conectividad y la enorme extensión de la jornada laboral empezó a hacerse sentir sobre los cuerpos de les docentes.

La falta de pago a profesores del Plan FINES, la utilización extorsiva de docentes contratades para el programa de jornada extendida para tareas no docentes -como asistir a les adultes mayores en aislamiento- y el no pago de las becas a estudiantes del nivel medio y superior, son otra muestra de su desatención de la escuela pública.

La vuelta a clases en medio del aumento de contagios de coronavirus

Pese a que los indicadores señalan que los casos de coronavirus producto del contagio comunitario siguen aumentando, con más de 1000 casos diarios en los últimos días, el Ministerio de Educación de la Ciudad y el Jefe de Gobierno hicieron público un Protocolo para la vuelta a clases.

Probablemente lo hayan hecho circular justamente para ver el impacto en la comunidad educativa. Estos globos de ensayo son habituales en la gestión de Cambiemos. Ya lo hicieron con los primeros Power Point de la Secundaria del Futuro, en la que querían hacer desaparecer la cursada de 5º año para que les estudiantes hicieran pasantías en empresas, o les docentes fueran reemplazades por “facilitadores digitales”.

Si bien no propusieron una fecha para la vuelta a clases, en reuniones con Supervisores de distintas áreas se dijo que sería los primeros días de agosto.

El protocolo plantea qué elementos se necesitarían en las escuelas para regresar a las clases presenciales. También señala que los mayores riesgos son la falta de presupuesto, de personal especializado y el cumplimiento por parte de les estudiantes y familias de las normas de distanciamiento.

La reacción en la comunidad educativa fue inmediata. Los supervisores dieron a conocer distintos comunicados y comenzaron a juntar firmas en rechazo a la propuesta de volver a las clases en medio de esta escalada de contagios, ya que no están garantizadas las condiciones de bioseguridad para el resguardo de la salud, tanto de estudiantes como del personal docente y no docente.

También reclamaron que se convoque a un Consejo asesor con representantes del Ministerio de Educación, del Ministerio de Salud, sindicatos y representantes de los centros de estudiantes, tal como se creó mediante la Resolución Nº 423 del Ministerio de Educación Nacional.

La propuesta de Horacio Rodríguez Larreta desconoce la realidad de las escuelas de la ciudad. ¿Niños y niñas desde los 6 años con un barbijo y con distanciamiento durante toda la jornada escolar, incluso en los recreos? ¿Clases de música o educación física con distanciamiento de 5  o 10 metros? ¿Realmente sabe cómo es la vida cotidiana en nuestras escuelas?

Tampoco tienen previsto cómo se organizarán las familias con jornadas escolares de 2 a 4 horas según el nivel, con turnos diferentes en el ingreso para no sobrecargar el transporte escolar, con clases semana por medio, alternando las clases presenciales con la enseñanza a distancia. A les hermanites de una misma familia ¿les tocará concurrir en la misma semana o en el mismo horario?

¿Qué docente se hará cargo de las clases virtuales mientras la maestra da clases en el aula al resto del grupo? ¿Cómo concurrirán docentes y estudiantes a la escuela cuando se está pensando restringir el uso del transporte público?

¿Con qué presupuesto se adecuarán los espacios para cumplir con aulas aireadas y con el debido distanciamiento? ¿Cuánto se destinará a instalar la señalética con calcos y vinilos que ayude a mantener la distancia entre escritorios, en los recreos y en el ingreso al establecimiento? Y  la comunicación de todas estas medidas, ¿con qué tiempos? ¿Por qué medios se realizará?

¿En qué espacios se le dará el desayuno y almuerzo a les alumnes? ¿Cómo se garantizarán las condiciones de bioseguridad del personal de comedor y de la distribución de los alimentos?

En la entrada deberán instalarse cabinas sanitizantes para la toma de temperatura y proporcionar elementos de higiene y protección. ¿Con qué personal se realizará? ¿Quién  controlará cuando ingresen alumnes fuera de horario? Hasta ahora estos insumos fueron escasos y la mayoría de las veces llevados por el personal de las propias escuelas. Estas y mil preguntas más podemos pensar ante la descabellada idea de volver a las aulas.

Las medidas que impulsa Rodríguez Larreta parecen más guiadas por los intereses económicos y por la presión de los dueños de las escuelas privadas, que por su inquietud por la educación de nuestros pibes.

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