Deportes

23 junio, 2020

La Puerta 12, una masacre sin culpables

Un 23 de junio de 1968, en una avalancha generada en la Puerta 12 del Estadio de River murieron 71 personas. Los sobrevivientes aseguran que la policía de la dictadura de Onganía bloqueaba la salida para reprimir a los hinchas que habían cantado la proscrita marcha peronista. Sin embargo una batería de excusas transformaron la masacre en accidente y lo catalogaron de tragedia. La causa se cerró y el silencio de más de medio siglo hizo el resto.

Hernán Aisenberg

@Cherno07

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En una semana llena de efemérides para el fútbol argentino no queríamos dejar de recordar la página más oscura, siniestra e impune de nuestro deporte. Ocurrió hace 52 años, en un contexto político y social altamente convulsionado en nuestro país y en el mundo, donde las revueltas populares y las represiones de las fuerzas de seguridad eran moneda corriente.

En plena Guerra Fría y movimientos de liberaciones nacionales o descolonizaciones y en un año donde el mundo se alteraba por la Guerra de Vietnam, el asesinato de Martin Luther King en EEUU y la revuelta universitaria del mayo francés, Argentina no iba a ser la excepción. En esos tiempos la dictadura militar de Onganía se legitimaba en la persecución y la proscripción de los movimientos sindicales, universitarios y populares. Militantes peronistas y de izquierda tenían que organizarse en la clandestinidad para combatir la violencia estatal y paraestatal a la que se enfrentaban.

Así como las aulas secundarias y universitarias, las asambleas obreras y los recitales eran espacios de manifestación masiva y popular, las tribunas de fútbol no podían estar exentas. Aunque intentaran negarlo, siempre las tribunas fueron parte de la expresión popular en Argentina. Por eso podemos ver banderas de Malvinas en todas las canchas o en los últimos tiempos las banderas por Santiago Maldonado, los pañuelos verdes o incluso los cantos contra el ex presidente Mauricio Macri.

En esos años de clandestinidad, las tribunas no solo eran un lugar propicio para reunirse sino que era fácil sacar a la luz lo que estaba prohibido. Las canciones de cancha ocultaban los cánticos peronistas y los bombos de las manifestaciones se mezclaban con la hinchada. No es casualidad que mucho antes que se hablara de barras bravas y violencia en los estadios, ya tenemos grandes historias de represión policial como la que ocurrió aquel 23 de junio de 1968 en el Estadio Monumental.

El marco era un nuevo superclásico del fútbol argentino. El intrascendente cero a cero dentro de la cancha iba a dejar poco para contar en la semana. No había chicanas ni bromas al vecino, tampoco goles inolvidables o jugadas dudosas. Sin embargo, al término del partido la “tragedia” ya estaba lista. La policía golpista había preparado una emboscada, la puerta por la que la mayoría de los hinchas de Boca había ingresado se iba a encontrar bloqueada pero sin que nadie lo supiera y fue así como las escaleras que terminaban en esa puerta se volvieron una trampa mortal. 

Una avalancha de simpatizantes visitantes que no podían ni salir a la calle ni volver a la tribuna dejó sin aire a miles de personas. Los palos y las reprimendas policiales no tardaron en llegar para el resto de los simpatizantes que salían por otras puertas e intentaban denunciar lo que estaba ocurriendo. Nunca quedó claro si lo que obstruía la salida era la puerta cerrada, los molinetes de la entrada que suelen no estar a la salida o directamente la propia policía impidiendo el paso de los y las hinchas. La justicia archivó rápidamente la causa y nadie volvió a hablar del tema. Pero el resultado fue muy concreto: 71 personas asesinadas y 113 personas heridas. Nadie se hizo cargo y hasta el día de hoy se sigue hablando de la tragedia de la Puerta 12 cómo si hubiera sido un accidente.

“No había puerta, no había molinete. Era la cana que daba con machete” cantó muchos años la tribuna del Xeneize tratando de hacer oír los reclamos de justicia, pero solo rebotaban en el eco de la Bombonera. Nadie habló. Ni la justicia, ni la policía de aquel entonces. Ni los gobiernos democráticos que le sucedieron, ni la AFA, ni los clubes. Nadie volvió a reclamar nunca por la masacre de la Puerta 12. 

“Durante los primeros 50 años sobre todo se puso el tema bajo la alfombra porque no había culpables. Se hablaba de tragedia y no de masacre que es lo que reivindicamos nosotrxs estos últimos años” dice Matías Daglio vocal del Club Atlético Boca Juniors e integrante de la Agrupación Boca Es Pueblo. “La policía le echa la culpa al club organizador de la seguridad del partido, o sea River. River le echa la culpa a los hinchas de Boca porque se apuraron para salir” agrega el vocal aclarando cómo se pasaban la pelota para no hacerse cargo.

“Nosotrxs creemos en la versión de los y las hinchas de Boca que fueron las víctimas aquel día y que aseguran que la policía esperaba afuera con los machetes para pegarle a la gente por haber cantado la marcha peronista en plena proscripción del gobierno militar de Onganía” cierra con claridad Daglio que con su agrupación han hecho dos murales en las inmediaciones de la Bombonera para recordar a las víctimas pero también para exigir justicia a pesar del paso del tiempo.

Lo más increíble es el silencio del fútbol y de la política argentina. Muy poco se ha dicho o escrito sobre aquella jornada, alguna nota de Martín Caparrós que fue un sobreviviente de aquella tarde, apenas una película documental muy recomendable de Pablo Tesoriere (documentalista y nieto de un ex arquero del club) que se realizó recién a los 40 años de la masacre y algunas voces en el Club que le exigieron incansablemente al oficialismo macrista que fue incapaz de hacer mención en los 24 años que dirigió la institución de la Ribera. 

Recién en 2015 la agrupación Boca Es Pueblo pintó el primer mural relacionado a este tema pero fue tapado al año siguiente y en 2018 al cumplirse los 50 años pintaron el segundo mural en la esquina de Aristóbulo del Valle y Palos, a dos cuadras de la cancha y es el único lugar donde están escritos los nombres de las 71 víctimas que ese día perdieron la vida. El año pasado, atravesado por la campaña electoral e incentivados por una oposición que reclamaba recuperar la identidad Xeneize, la Subcomisión de Historia del Club realizó el primer acto oficial invitando pero con grandes dificultades para reunir a familiares y sobrevivientes debido a 51 años de silencio.

“Si bien la pandemia no nos ayudó este año y tuvimos que hacer la conmemoración de manera virtual, desde el club armamos una comisión para trabajar este tema y ahí surgió la idea que vamos a apoyar junto al Presidente de la Mesa de Representantes y dirigente de la Agrupación Nuevo Boca, José Luis Palazzo, de declarar día de duelo en el club para que no pueda haber competencia oficial los días 23 de junio” dice el vocal Matías Daglio que cree que estos temas son esenciales para recuperar la identidad y hacer realidad la consigna de campaña. Nos contó también que estaba la idea de colgar alguna placa conmemorativa con los nombres de las víctimas en alguna pared de la institución, idea que quedará pendiente para cuando termine la cuarentena y el club vuelva a abrir sus puertas.

La masacre de la Puerta 12 fue silenciada por más de cincuenta años. Ni la justicia, ni la política ni las instituciones deportivas fueron capaces de incluir nunca este tema para que se investigue. Si se demostrara la responsabilidad policial, podríamos hablar de un hecho más de terrorismo de Estado y delito de lesa humanidad. Pero la complicidad y el silencio llevaron a creer que la Puerta 12 fue apenas un accidente. Recordar a las víctimas es lo mínimo que podemos hacer pero si el tiempo no cura las heridas, tampoco debería tapar las responsabilidades.

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