19 junio, 2020
El acceso a la salud en una ciudad desigual
El coronavirus no discrimina entre clases sociales, pero el tránsito es muy distinto en cada una de ellas. Una vecina del barrio 31 cuenta su experiencia personal, y deja en evidencia la distancia entre les distintes habitantes de CABA.

En esta semana nos enteramos que la ex gobernadora María Eugenia Vidal presentó hisopado positivo para Covid-19 y es tapa, es noticia, es todo. Pero la otra cara de esta moneda es lo poco que sabemos de eses otres que tienen que pasar por situaciones como dejar su casa, subirse a colectivos sin saber aún si tienen coronavirus o no, y a quienes hospedan en hoteles o en hospitales en pésimas condiciones.
El virus no discrimina clases sociales, pero es muy distinto transitarlo en cada una de ellas. Hoy los barrios populares padecen no solo el virus, sino el maltrato, la discriminación y la falta de respuestas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Cuántas Ramonas? ¿Cuántos Salvadores tendrán que existir para que esto cambie?
Para contarnos un poco más sobre cómo se vive en los barrios populares el resultado positivo -que lejos está de un aislamiento con recaudos en sus casas-, y la problemática que significa para algunos sectores el acceso a la salud, hablamos con Anna María Palma (25 años), vecina del barrio 31 que relata lo vivido con su familia.
“Todo comienza cuando mi mamá, que trabaja en limpieza de una empresa, empezó con síntomas compatibles con el coronavirus y se acercó a su obra social. Luego de ser derivada a hacerse el hisopado quedó internada en el hospital. Como ella vive con mis dos hermanos, a los tres día el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se los llevó a la salita más cerca de mi casa, donde los hisoparon”.
Anna cuenta que la persona que acompañó a sus hermanes para que se realicen los testeos, a las diez de la mañana, aseguró que en siete horas iban a estar los resultados y que ella iba a ser avisada de todo lo que fuera sucediendo. Pero se hizo la noche y ella no tenía ninguna noticia. Nos dice: “Del hisopado no les llegó nunca el resultado y se los llevaron para el hotel, si no fuese porque mi hermana se llevó un teléfono y se comunicaba nunca me hubiera enterado que estaba pasando, porque en ningún momento se comunicaron conmigo”.
La vecina luego se enteró que a las dos de la tarde les subieron a un micro (con personas confirmadas positivas para el virus y sintomáticas), para trasladar a los menores de edad a un hospital en Núñez, donde les realizarían análisis de sangre y placas.
Ahí las condiciones no fueron buenas. Anna relata que sus hermanes pasaron frío y estaban asustades por la falta de información, y por ende de comprensión de lo que estaba pasando. Agrega: “A todo esto ya eran las doce de la noche, mi hermano obviamente ya estaba cansando y se durmió en el piso, se recostó y se quedó dormido. Mi hermana como pudo se arrimó a la mesa y también se durmió ahí”, explicando que los tenían encerrades en un consultorio.
Así estuvieron hasta un nuevo traslado, esta vez a un hotel en donde permanecieron aislades por quince días. Para este momento Anna ya supo donde se encontraban sus hermanes, sin embargo la preocupación residía en el hecho de que dos menores de edad estaban soles en una habitación encerrades con un mayor que no era su padre ni tutor. Recién después de diez días trasladaron a la madre del Hospital Fernández al hotel con elles. Sobre esto ella comenta: “Yo estaba acá sola, porque no podía salir obviamente, y era muy angustiante que estuviera mi mamá por un lado y mis hermanos solos por el otro, fueron los días más largos que pasé”.
A modo de conclusión Anna hace hincapié en que a sus hermanes nunca les dieron el resultado del hisopado, además de explicarnos que para darles el alta -tanto a elles como a su madre- no se les realizó un testeo para corroborar la negatividad de Covid-19.
Por otro lado, Anna quedó aislada también, sola en la casa, además de que nunca recibió más que promesas de asistencia. “Después de veinte días, me llamó alguien del gobierno y me dijo “mañana te llevamos una caja” y nunca me llegó. Nunca vinieron tampoco a hacerme el hisopado, por suerte yo no presenté ningún síntoma”.
Todo este relato, que es uno de miles, nos demuestra que para la Ciudad de Buenos Aires existen ciudadanes de primera y ciudadanes de segunda, que las distancias entre unes y otres es mucha y que el Gobierno de Larreta claramente gobierna solo para un sector. Hablamos de una ciudad en la que conseguir la existencia de un protocolo de acción para barrios populares, en el marco del coronavirus, costó muchísimo, y donde hoy dicho protocolo no se respeta.
A partir de lo que cuenta Anna entendemos que premisas que parten de éste protocolo, como la de informar adecuadamente a las personas, la de resultados de testeos disponibles en el transcurso del día, y la de lugares adaptados para la contención de niñes y adolescentes además de la existencia de personal que brinde acompañamiento y contención a familiares y/o convivientes de les aislades, no se cumplen y están muy lejos de ser la realidad que se vive en los barrios.
“La verdad que no está bueno que esto les pase a otras personas, que se lleven a niños menores de edad sin su mamá, un hermano o un familiar directo. Y que ojalá no le pase a otra familia, o que el gobierno sea un poco más sensible con los niños y más responsables”, concluye Anna.
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