Cultura

17 junio, 2020

“Empuñé un arma porque busco la palabra justa”

Este 17 de junio se cumple un nuevo aniversario del asesinato del escritor, poeta, periodista y militante de Montoneros Francisco Paco Urondo. Fue asesinado en Mendoza, a donde fue a tratar de reorganizar la regional Cuyo de la organización.

Francisco Paco Urondo nació en Santa Fe el 10 de enero de 1930. En 1957, ocupó la Dirección de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional del Litoral. El 16 de junio de 1958, el Gobernador de la Provincia de Santa Fe, Carlos Sylvestre Begnis, lo designa Director General de Cultura de la Provincia de Santa Fe. En 1973 es designado director del Departamento de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Publicó su primer libro de poesía a los 26 años, Historia antigua, seguido por Breves (1959), Lugares (1961), Nombres (1963) y Del otro lado (1967). En 1966 publica su primer libro de cuentos, Todo eso, y su primer incursión en el teatro, Veraneando y Sainete con variaciones. En 1968 editará un ensayo, Veinte años de poesía argentina, y otro libro de poemas, Adolecer.

Sin embargo, su obra literaria más conocida tal vez sea la recientemente reeditada La patria fusilada (1973). El libro nace cuando Urondo es detenido y, en la noche previa a la liberación de presos políticos posterior a la asunción de Cámpora en 1973, le toca compartir celda con los únicos sobrevivientes de la tristemente célebre Masacre de Trelew, a los que entrevista largamente. También fue titiritero (junto a Fernando Birri) y autor en colaboración de los guiones cinematográficos de las películas Pajarito Gómez y Noche terrible, y adaptó para la TV Madame Bovary, Rojo y negro y Los Maïas.

Si bien sus orígenes militantes están vinculados a la FAR, luego se sumaría a Montoneros, fundada en 1970. Después de que el golpe militar de 1976 golpeara duramente a Montoneros en la zona de Cuyo, Urondo es enviado como cuadro de dirección responsable para intentar reorganizar las fuerzas militantes. Rodolfo Walsh, relatará luego las circunstancias de su caída, el 17 de junio de 1976, de la siguiente manera: “El traslado de Paco a Mendoza fue un error. Cuyo era una sangría permanente desde 1975, nunca se la pudo mantener en pie. El Paco duró pocas semanas… Fue temiendo lo que sucedería. Hubo un encuentro con un vehículo enemigo, una persecución, un tiroteo de los dos coches a la par. Iban Paco, Lucía con la nena y una compañera. Tenían una metra, pero estaba en el baúl. No se pudieron despegar. Finalmente Paco frenó, buscó algo en su ropa y dijo: «Disparen ustedes». Luego agregó: «Me tomé la pastilla y ya me siento mal»”.

En el juicio contra los militares responsables de la muerte de Urondo, en 2011, se constató que finalmente Paco no había tomado la pastilla de cianuro sino que mintió para obligar a sus compañeras a que abandonen en vehículo. Urondo falleció por estallido de cráneo provocado por un culatazo de fusil que le propinó el policía Celustiano Lucero. Su compañera y su hijita son detenidas. Ella sigue desaparecida, mientras que la niña fue recuperada por la familia días después.

Juan Gelman, que supo compartir infinidad de noches de poesía con Urondo en los bares de calle Corrientes, lo recuerda así: “»No hubo abismos entre experiencia y poesía para Urondo. Corregía mucho sus poemas, pero supo que el único modo verdadero que un poeta tiene de corregir su obra es corregirse a sí mismo, buscar los caminos que van del misterio de la lengua al misterio de la gente”.

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