5 junio, 2020
Justicia social y ecológica como mecanismos para la adaptación y mitigación del cambio global
El cambio global afectará en mayor medida a las clases populares. En este escenario, la justicia social expresada en el programa de las 3T (Tierra, Techo y Trabajo) de los movimientos populares es la mejor forma de que Argentina se adapte al cambio climático.


Julián Monkes
Sabemos que el cambio global afectará en mayor medida a las clases populares. En este escenario, la justicia social expresada en el programa de las 3T de los movimientos populares es la mejor forma de que Argentina se adapte al cambio climático. Si bien la mitigación no es igual de urgente, es igual de importante. Su importancia se halla en la ventana de oportunidad que se abre para avanzar en una transición ecológicamente justa.
El cambio global profundiza las desigualdades sociales, culturales y de géneros. Si bien es una alteración climática y ecológica a nivel global, se expresa de formas muy variadas y complejas en cada región. La complejidad se desprende del hecho de que las interacciones dentro del ambiente son difíciles de comprender con exactitud y de que las mismas se pueden retroalimentar. Por esta razón, si bien el cambio es global, los impactos son distintos en cada región y, por lo tanto, las medidas a tomar para mitigarlo -reducir la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero- y adaptarse -modificaciones que se adapten a los cambios que se esperan- son distintas. En Argentina, tiene sentido que prioricemos la segunda, ya que producimos el 0,6% de las emisiones del mundo. Para nuestro país, la mitigación es igual de importante, pero no igual de urgente.
La justicia social como estrategia de adaptación al cambio climático
La adaptación a los cambios que se darán tiene que concentrarse en las clases populares y las mujeres ya que son quienes sufrirán en mayor medida las consecuencias del cambio climático. Para avanzar en la adaptación, primero hay que tener en cuenta las proyecciones que muestran los cambios que se darán. En particular, en la Argentina no habrá grandes variaciones en la temperatura, pero si en las precipitaciones. En toda la región del NEA aumentarán, mientras que en la cordillera y la Patagonia se reducirán fuertemente.
Ante este escenario que se presenta, resulta imperioso avanzar en la adaptación a estos cambios a la par de la construcción de una sociedad más justa. Una de las formas de expresar la justicia social se halla en el programa de las 3T de los movimientos populares: Tierra, Techo y Trabajo.
Este programa surge del Segundo Encuentro Mundial de Movimientos Populares, donde junto con el papa Francisco, plantean que la problemática social y ambiental emergen como dos caras de la misma moneda. En la carta de Santa Cruz plantean que “un sistema que no puede brindar tierra, techo y trabajo para todos, que socava la paz entre las personas y amenaza la propia subsistencia de la Madre Tierra, no puede seguir rigiendo el destino del planeta.” En ese sentido, el programa de las 3T es una respuesta a un sistema de explotación y de exclusión, pero también representa una de las mejores formas para hacer la adaptación al cambio climático en la Argentina. Veamos porqué.
El cambio climático aumentará la frecuencia de eventos como granizo y sequías, eso dificultará la producción e incluso se perderán muchas cosechas. Ante eso, es necesario que las familias productoras tengan su pedacito de tierra para que cuando suceda un evento como los mencionados, puedan permanecer en sus campos sin que nadie les amenace con su desalojamiento por no poder pagar el alquiler. Incluso, la tenencia de la tierra es uno de los factores centrales que impide la transición a la agroecología, ya que el aumento de los estos -junto con los servicios e insumos- hacen que las familias productoras no se arriesguen a realizar la transición porque una mala cosecha puede terminar en su migración del terreno.
En Argentina, las variaciones de temperatura no serán tan graves, pero si las alteraciones de las precipitaciones. En las zonas en que las mismas aumenten, la mala planificación urbana –como dice Brailovsky– generará inundaciones. En ese sentido, la construcción de infraestructura adecuada a los impactos del cambio climático y la urbanización de los barrios populares son necesarias para que esas inundaciones no se cobren vidas.
Por último, la crisis climática y ecológica dificultará el acceso a los bienes y encarecerá los productos, para eso el trabajo tiene que estar garantizado para que todes puedan enfrentarla. A su vez, el camino de la transición social y ecológica puede generar muchos puestos de trabajo y puede potenciar aquellos trabajos de la economía popular que contribuyen a mitigar las emisiones, como el reciclaje y la producción agroecológica..
La justicia ecológica como estrategia de mitigación del cambio climático
Argentina emite muy poca cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero en términos relativos con respecto al resto del mundo, sin embargo es algo a considerar. De por si, la reducción de estas emisiones no viene aparejada de la construcción de una sociedad más justa. Por esa razón, la Organización Regional Interamericana de Trabajadores plantea la necesidad de un “Transición Justa”, esto es “un conjunto de políticas que aseguren que el camino hacia una producción baja en emisiones de GEI ofrezca oportunidades a los trabajadores y a las comunidades afectados”.
En ese sentido, la transición ecológicamente justa es una perspectiva que debe acompañar el proceso de mitigación de emisiones, pero también es un medio. La socialización de los impactos, a través de fallos judiciales o sanciones económicas, también permitirá reducir las emisiones. Y no lo digo porque creo que “si las personas que contaminan percibieran el impacto que causan lo dejarían de hacer”, sino porque la socialización de los impactos, permite y requiere del involucramiento de las poblaciones afectadas. Luego de largos años de normas legislativas, organismos multilaterales y otros tantos mecanismos que pretenden frenar el cambio climático, llegamos a la conclusión de que es el control social de la producción y sus impactos la mejor táctica y estrategia que tenemos para mitigar el cambio climático.
En ese sentido, la justicia ecológica también es un medio para modificar la democracia liberal que excluye a las comunidades indígenas y campesinas, las clases populares y las mujeres. Sin dudas, ese proceso de participación debe ser radicalmente distinto al que tenemos en la actualidad, ya que como dice Lagarde, “las mujeres y cualquier grupo excluido sabemos lo que es estar en un “no lugar”, participando como si estuviéramos dentro, pero en realidad estando afuera”.
En resumen, la mejor forma de adaptarnos al cambio global está en la implementación del programa de las 3T y la mejor forma de mitigar las emisiones es con el protagonismo de les excluides, ¿Cuánto más seguiremos buscando las respuestas a la crisis climática y ecológica en la academia y los organismos internacionales antes de siquiera probar con el protagonismo de nuestro pueblo?
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