3 junio, 2020
Alimentar alternativas: Vientos de Libertad y Pueblo a Pueblo
El Galpón de Chacarita es un espacio del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) que aloja diversas cooperativas e iniciativas políticas. Vientos de Libertad y Pueblo a Pueblo son dos de esas experiencias que potenciaron sus articulaciones durante la pandemia para seguir generando trabajo cooperativo en un rubro tan necesario como imprescindible: la alimentación.


Naiquen Quiñones
Los viernes por la mañana llegan al Galpón de Chacarita camiones cargados con toneladas de verduras, frutas, y hortalizas que vienen desde el cordón cebollero de La Plata hasta la Capital. Los camiones se cargan con la producción de las familias de la rama rural del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) del día anterior; y son descargadas por los pibes de Vientos de Libertad que, luego, dividen en bolsones para repartir, casa por casa, a todes les consumidores de Pueblo a Pueblo de los diferentes barrios porteños.
Coordinado por la rama de cartoneras y cartoneros de la Ciudad de Buenso Aires (CABA), el Galpón hace de local de fraccionamiento mientras aloja un Centro Barrial de Vientos de Libertad, dependiente de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (SEDRONAR), en el que los pibes atraviesan de conjunto la superación de consumos problemáticos.
En el mes de mayo, las rama rural y de la Juventud del MTE decidieron incorporar un taller de armado de bolsones de verduras para generar espacio de trabajo conjunto. Lo que permitió, por un lado, sumar un ingreso para los pibes mientras dura el tratamiento y abrir una puerta de posible salida laboral. Y, por el otro, alivianar el trabajo de fraccionamiento que llevan desde el MTE Rural a la hora de comercializar la producción.
Economía popular en movimiento
El circuito que armó el MTE Rural con Pueblo a Pueblo, acercando la producción de las familias productoras de alimentos a las ciudades, fue una de las actividades limitadas por la pandemia de COVID-19. Durante el año pasado, junto a otras organizaciones nucleadas en la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (U.T.E.P.), sostuvieron verdurazos en centros de tránsito para reclamar por medidas de apoyo y visibilización del “otro campo” productor de alimentos a precios justos y sin agrotóxicos. Además, todas las semanas se distribuía la producción en puntos de venta o “nodos” que facilitaba el mismo MTE, organizaciones aliadas, y ferias como la de Agronomía.
Este año, para hacer frente a la pandemia, diseñaron un sistema de envío a domicilio que permitió sostener y ampliar el contacto con les consumidores, así como también potenciar el apoyo a otras organizaciones y asociaciones. Pueblo a Pueblo Solidario fue una campaña de donaciones que, a través del mismo formulario web por el cual los consumidores pedían sus bolsones, donaban un monto a elección para organizaciones como los bachilleratos populares Mocha Celis, también en Chacarita, o el Isauro Arancibia en Constitución.
Por otro lado, Vientos de Libertad continuó en sus casas de acompañamiento o centros barriales con las actividades del tratamiento de consumos, readaptando dinámicas de los talleres y reuniones según los protocolos de cuidado. La perspectiva del espacio, desarrollada desde las primeras experiencias en 2006, busca lograr un tratamiento a los consumos problemáticos con abordaje integral y comunitario, apartado de la lógica médica y punitiva que busca “reinsertar” o readecuar a las personas en situación de consumo a la sociedad.
Para esto, el centro barrial de Chacarita que está en el galpón cuenta con espacios de terapia grupal e individual -los días lunes- que les permiten compartir experiencias y reconocerse como grupo; un conjunto de actividades artísticas -martes y jueves- para fomentar la expresión; y otras políticas -los miércoles- que amplían la dimensión del consumo como parte de las desigualdades que atraviesan las villas y barrios populares de nuestro país. Además,todos los viernes hacen una olla popular itinerante por el barrio que permite acercar a otros pibes en situación de calle al centro e incorporarse al grupo.
La ciudad más acá de la pandemia
La necesidad de articular estas dos experiencias surgió como una demanda de una salida laboral de los pibes después del tratamiento. Muchas veces, quienes hicieron su tratamiento con Vientos se incorporan después a los barriales como coordinadores del proceso de otros compañeros, de conjunto con los psicólogos y trabajadores sociales del espacio. Sin embargo, la perspectiva de Vientos de Libertad también busca generar “proyectos de vida autónomos”, -según los diálogos plasmados en el libro “Territorios Feministas”- que, a mediano plazo y a partir de la formación y del trabajo, culminen en una actividad laboral cooperativa que permita el sustento colectivo.
Ambas herramientas del MTE tuvieron que adaptar sus dinámicas de trabajo por la pandemia. Acercar alimentos sanos y a precios justos es, según la rama rural del movimiento, una disputa al mercado de alimentos que busca salir del supermercadismo como forma de consumo y de los circuitos de venta propios hacia el masivo. De la misma forma, generar trabajo cooperativo para salir de una situación de consumo, también le disputa al Estado y a la concepción de la “lucha contra el narcotráfico” una alternativa de proyectos en los barrios centrada en el cuidado y no en la presencia policial compulsiva.
El “círculo virtuoso” de la economía popular permite enlazar estas soluciones urbanas parciales y retroalimentarlas mientras ganan capacidad de proyección y disputa ante el Estado y al mercado. Por eso, el reconocimiento del trabajo de la economía popular a través del registro como forma laboral y el reciente proyecto de “Ley Ramona” impulsado por la UTEP son pasos necesarios en la construcción de poder popular para alimentar las alternativas de una vida digna.
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