2 junio, 2020
No podemos respirar
Las movilizaciones contra el asesinato de George Floyd recorrieron el mundo y ellos tampoco pudieron estar ajenos. Aunque les exijan que se callen o incluso les rescinden contratos, los y las deportistas necesitan dar su opinión, porque sino tampoco pueden respirar.


Hernán Aisenberg
Muchos poderosos han querido usar el deporte para ocultar barbaridades políticas, crímenes, masacres o represiones. Sin embargo se han olvidado algo fundamental: el deporte lo hacen deportistas, que son personas que sienten y sufren. Son negros que han resistido al racismo, son mujeres que han sufrido el acoso, son homosexuales que han tenido que encerrarse en algún closet para ser aceptades, son migrantes que han tenido que encajar en sociedades que los siguen maltratando.
Son personas de los barrios populares que han tenido que luchar contra el hambre, son trabajadores y trabajadoras, que a veces cobran mucha plata, pero que siguen dependiendo de sus patrones hasta para hablar.
Las movilizaciones en EE.UU. contra el asesinato de George Floyd tuvieron su repercusión en el mundo deportivo. Marcus Thuram, delantero francés del Borussia Monchengladbach de Alemania, luego de hacer un gol se arrodilló con la cabeza hacia abajo. El gesto lo popularizó Collin Keaparnick, ex jugador de fútbol americano, que se arrodillaba de esta manera cada vez que sonaba el himno de los Estados Unidos antes de cada partido.
Lo hacía porque era su forma de reclamar contra la violencia policial que sufren los afroestadounidenses: “No quiero ser parte de una nación que mira para otro lado cuando matan a uno de los nuestros” argumentaba. Esto no solo le costó el puesto en San Francisco 49ers, equipo donde jugaba en aquel 2016 cuando popularizó el gesto, sino que le costó el trabajo, ya que ninguna de las 32 franquicias (equipos de la liga yanqui) quiso contratarlo más.
Joe Lockhart, ex vicepresidente de comunicaciones de la National Football League (NFL) y hoy analista político del medio CNN, reconocIó que en aquel momento “los propietarios pensaron que firmar a Kaepernick era malo para el negocio”.
Lo que el jugador reclamaba empeoraría durante los años de gobierno de Trump, y la masividad de los reclamos aumentó, hasta llegar a las enormes movilizaciones de este fin de semana. Fueron varios los deportistas y entrenadores que, al igual que Marcus Thuram, se expresaron frente al asesinato de Floyd y recordaron al “Quarterback”.
LeBron James, el mejor jugador de la NBA de la actualidad, subió a su Instragam la imagen del policía sosteniendo la cabeza de Floyd con la rodilla, y al lado la foto de Kaepernick arrodillado diciendo “aquella es la razón de esto”. El posteo agregaba con bronca: “¿Lo pueden entender ahora, o sigue estando borroso para uds?”. El posteo siguiente es aún más claro. Una foto suya con una remera negra con la leyenda “I can´t breathe” (no puedo respirar), y en la descripción dice simplemente “still” (todavía).
Sobran los ejemplos de los deportistas que respondieron frente al asesinato de Minneapolis. Algunos hasta participaron de las movilizaciones, como Jaylen Brown, vicepresidente del sindicato de jugadores, que manejó de Boston (donde juega) a Atlanta (donde vive su familia) para participar allí de la marcha.
“Ser jugador de la NBA no me excluye. Ante todo soy un hombre negro y miembro de esta comunidad” dijo Brown en la marcha donde, además, reclamó por los detenidos que hubo después de la manifestación. El jugador de los Celtic incluso había criticado previamente al gobierno nacional y del Estado de Giorgia por levantar la cuarentena.
No fueron sólo los deportistas negros los que respondieron. Gregg Popovich, uno de los mejores entrenadores de la NBA, campeón con San Antonio Spurs junto a Manuel Ginóbili, atacó sin piedad al Presidente.
“Si Trump tuviera cerebro, incluso si fuese cínico al 99%, saldría a decir algo para unir a las personas, pero no lo hará. Asi de trastornado está”, destacó Popovich. “Me horroriza que tengamos un líder que no pueda decir que la vida de los negros importan. Por eso se esconde en el sótano de la Casa Blanca, es un cobarde” remató.
Steve Kerr, multicampeón como jugador y entrenador, conocido por ser compañero de Michael Jordan en los Bulls, fue mucho más claro: “Los racistas no deberían ser presidentes”.
Kerr es entrenador de los Warriors, equipo situado en la misma ciudad que el equipo del cual fue cortado Collin Keapernick. El equipo de Kerr, que fue campeón el año que asumió Trump, decidió romper el protocolo de visitar la Casa Blanca al ganar la NBA.
Hasta Michael Jordan, que fue criticado en estos días porque en su serie de Netflix se lo vio negándose a apoyar a Obama frente a un candidato racista y republicano, esta vez tuvo que salir a hablar. “Estoy con todos aquellos que denuncian el racismo arraigado y la violencia contra las personas de color en nuestro país. Ya hemos tenido suficiente”, dijo Air Jordan para dejar atrás su polémica frase de “los republicanos también compran zapatillas”.
Nos quieren convencer de reconocer a los deportistas sólo por lo que hacen dentro de la cancha, y separar lo que hacen de lo que opinan. Imposible no recordar a Mohammed Ali negándose a combatir en Vietnam, o a Martina Navratilova denunciando a su padrastro por acoso. Como si fuera posible hacerlo con los músicos o los escritores. “No hacen política, no son ejemplos”. Es cierto, pero con sus voces tienen un alcance muchas veces superior a varios dirigentes políticos.
Porque, a pesar de lo que les pagan para que se callen, muchos siguen hablando. Porque aun sabiendo que los republicanos compran zapatillas, hay momentos donde “ya es suficiente”.
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