1 junio, 2020
“Hay que intentar que en los barrios populares las políticas sean situadas, de cuidado, y alimentación”
Pocos días atrás, por el brote de coronavirus, se decidió cerrar el barrio popular Villa Azul ubicado en el sur del Gran Buenos Aires. Al respecto, dialogamos con María Maneiro y Ariel Farías, cientistas sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que investigan el virus en esta región bonaerense.

Hace una semana atrás los intendentes de Quilmes y Avellaneda, Mayra Mendoza y Jorge Ferraresi, en articulación con la provincia de Buenos Aires, determinaron llevar a cabo un cerramiento sanitario estricto durante 15 días en el barrio Villa Azul, que ambos municipios comparten, con el objetivo de limitar la circulación de las personas y evitar la propagación del virus.
Para llevar a cabo la medida se dispuso un fuerte operativo policial, con la presencia del ministro de Seguridad provincial, Sergio Berni, por lo que el barrio en estos días depende del Estado para conseguir cualquier insumo. La decisión despertó polémicas tanto dentro como fuera del gobierno.
Por esto, hablamos con María Maneiro, investigadora del Conicet y del Instituto de Investigaciones “Gino Germani” de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y con Ariel Farías, magíster en Ciencias sociales del Trabajo, de la misma casa de estudios. Ambos forman parte del equipo de investigación del Proyecto Covid-19 en la Región Sanitaria VI.
Esta zona enmarca a dos municipios del primer cordón del sur del conurbano bonaerense que limitan con la Capital Federal, Avellaneda y Lanús, y a siete del segundo cordón del conurbano sur: Almirante Brown, Berazategui, Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela, Lomas de Zamora y Quilmes
-¿Qué inconvenientes padecen barrios como Villa Azul y Villa Itatí con la pandemia?
-Ariel Farías: Podríamos empezar hablando en primera instancia sobre las características de la Región Sanitaria VI para adentrarnos en las particularidades de estos barrios. Esta región está compuesta por nueve municipios, es muy populosa, con un 24% de la población provincial pero donde habita el 0,3% del territorio total de la provincia. Es decir, es una región muy densamente poblada.
En relación con una serie de indicadores que se asocian a las posibilidades de cuidado con respecto a la pandemia de Covid-19 como puede ser el tipo de inserción socio ocupacional, el nivel de hacinamiento, la existencia de cloacas, la disponibilidad de baño, etc, los datos de esta región son peores que los del promedio provincial. Pero sucede que hay diferencias entre los partidos y en algunos de ellos hay fuertes heterogeneidades internas. Este es el caso del partido de Quilmes donde se encuentran emplazadas principalmente Villa Azul y Villa Itatí.
Ambos barrios se encuentran separados de forma artificial por el acceso sudeste. Son barrios populares antiguos en el partido que se vinculan con los procesos de industrialización del sur del conurbano hacia la década del cuarenta y que de alguna forma han tenido una dinámica en donde sucesivas capas de poblamiento y de intervenciones urbanas le han dado las características actuales.
Por otro lado, Villa Azul tiene una expansión más reciente de hace una década aproximadamente a partir de una toma de viviendas, lo que generó que este barrio tenga condiciones aún más precarias que su vecino Villa Itatí.
Se trata de dos barrios con importantes déficits sociales y sanitarios, incluso comparados con otros barrios populares de la región con mayor intervención de las políticas públicas que permitieron solucionar algunos problemas.
Según un censo realizado en la Provincia de Buenos Aires en 2018, en Villa Azul un 72% de las casas están construidas con materiales no sólidos y un 10% de los hogares no poseen baños, este es un indicador realmente grave. En general, la no posesión de baños es muy baja en los promedios provinciales por lo que un 10% refleja una condición sanitaria crítica. Casi la mitad de los hogares posee un basural a menos de una cuadra, y más del 70% de las personas mayores de 25 años no terminaron el secundario lo que evidencia y se asocia a situaciones socioeconómicas críticas.
Sintetizando esta información nos encontramos con una serie de déficits estructurales de larga data vinculados a dificultades económicas importantes y dificultades sanitarias que generan complejidades para realizar la cuarentena y el distanciamiento social, y que facilitan la transmisión rápida del virus.
-Ante este conjunto de problemáticas, ¿sirve cerrar el barrio?
-María Maneiro: Es central reconocer que en los barrios populares está fuertemente difundida la necesidad del aislamiento y hay una gran capacidad del Estado de imponer sentidos en relación a la necesidad de este aislamiento social, preventivo y obligatorio. Los habitantes de los barrios populares, en su gran mayoría, conocen las vulnerabilidades en las que viven y concuerdan en la necesidad de protegerse frente al virus.
Sin embargo, en situaciones tan críticas como la que está padeciendo actualmente Villa Azul, una de las medidas que se tomó que fue el cercamiento de barrio trae algunos debates. Estos debates se vinculan con una serie de puntos. Uno de ellos es como se garantiza que estas personas que viven en ese lugar y necesitan salir para conseguir recursos alimentarios y dinerarios puedan quedarse en sus propias casas mediante este momento especial en el que se está viviendo este cercamiento que impide la salida y la entrada.
Otra dificultad es como pensamos que ese es el mejor lugar para que se queden estos habitantes de los barrios cuando conocemos los enormes déficits que tienen en términos habitacionales y los hacinamientos que se pueden suceder en cada uno de estos hogares. Entonces esto nos plantea algunas dudas. Las respuestas son complejas y no tienen un enfoque que solo pueda ser pensado por un si o por un no.
Es muy importante, entonces, que las políticas públicas situadas y específicas para este lugar puedan garantizar elementos mínimos de cuidado de esta población. Hubo toda una discusión sobre las garrafas que parece que finalmente llegaron, pero sobretodo hay que garantizar el acceso a agua potable, limpia y adecuada para la higienización así como los elementos de limpieza.
Si estos aspectos no se cumplieron, entonces lo que estamos haciendo es justamente reproducir de manera ampliada una ecología urbana con desigualdades naturalizadas dentro de su lugar. También surgen otras preocupaciones. Ya hemos mencionado el rol histórico que tuvieron las fuerzas de seguridad con respecto a los barrios populares que hace que nos surjan una serie de dudas acerca de posibles abusos de poder, etc, en relación a la modalidad en que lleven adelante este propio cerco.
También es verdad que nosotros tenemos que conocer que solamente cortado artificialmente por una autopista del otro lado de Villa Azul esta Villa Itatí, que es un barrio mucho más densamente poblado y extenso. Sería muy importante intentar generar algunas barreras para que la propagación del virus, que en este momento es mucho más fuerte en Villa Azul, no se expanda de manera natural hacia su vecino. Acá si entendemos la necesidad de una barrera que de cualquier manera hay que reflexionarla y repensarla.
Es muy importante que no naturalicemos lo que suscita cercar un barrio. Porque ¿Cualquier barrio se puede cercar? ¿Podríamos haber cercado en un comienzo los barrios privados, los barrios de personas que volvían del exterior con el virus? ¿Hubiéramos estado de acuerdo en que eso era posible? Porque muchas veces las políticas públicas reproducen fronteras sociales y urbanas entre una ciudad que puede ser segregada y cerrada y otras que no.
Esto es un tema que nos hace repensar acerca de con quienes sí y con quienes no se pueden pensar determinadas políticas. Entonces, para evitar nuevas formas de cercamiento y de fronteras que reproducen desigualdades existentes tenemos que intentar que en los nuevos procesos que van a seguir surgiendo en barrios populares las políticas sean situadas, de cuidado, de salud, de alimentación fomentando activamente que la modalidad represiva sea solo una última instancia y ad hoc.
– La crisis que desató la pandemia potenció los problemas estructurales de las villas, asentamientos y barrios populares. En el caso del sur bonaerense, ¿qué tipo de políticas públicas habría que aplicar y cómo?
-Ariel Farías: Justamente lo que nuestro proyecto trata es de contribuir a la producción de conocimiento que permita desagregar lo que aparece como un conjunto uniforme. Entendemos que en estos contextos se requiere de políticas preventivas, geolocalizadas y que atiendan a las distintas particularidades. No es lo mismo la realización de la cuarentena en zonas donde la población posee ingresos fijos en relación a zonas en donde no. Tampoco es lo mismo una zona con alta proporciòn de adultos mayores a una zona con alta proporción de niños y niñas. Asimismo, es diferente en zonas con altas carencias de servicios públicos, con hacinamiento y con alta proporción de viviendas deficitarias con respecto a otras que no. Es distinta la gestión de la pandemia entre poblaciones con barreras para el acceso a la salud en relación a otras que no los tienen.
En el caso de los barrios populares se superponen una serie de factores de riesgo asociados a la pandemia. A excepción de la proporción alta de adultos mayores, que en estos barrios sucede lo contrario porque tienden a tener una alta proporción de población joven, el resto de los indicadores suelen ser deficitarios. Es decir, tienen muchos trabajadores y trabajadoras informales que salen cotidianamente del barrio a realizar changas para garantizarse la supervivencia. Con el flujo de estos ingresos interrumpido se requiere de algunos elementos para que se pueda sostener el aislamiento.
Por otro lado, los indicadores asociados a la trasmisión del virus, como el hacinamiento o la débil llegada de agua potable como sucede en Villa Azul, dificultan la realización de la cuarentena. Entonces, la política de “quedate en tu casa” no funciona en estos territorios. Cuando el virus llega a un barrio popular no existen respuestas sencillas, lo que muestra la evidencia empírica es que la curva de contagios adquiere características explosivas porque la trasnmisiòn es muy veloz.
La pregunta en estos casos de emergencia crítica es ¿cual es el modo adecuado que debe asumir la presencia estatal para que el virus no se expanda? En este sentido, ¿es el peso de la fuerza de seguridad el que debe primar sobre el de otras intervenciones? Lo que entendemos es que el peso central de la respuesta debe volcarse sobre agentes municipales, trabajadoras y trabajadores de salud y servicios sociales dejando un espacio circunscripto a la respuesta de las fuerzas de seguridad. La relación histórica entre estas fuerzas y los barrios refuerza mecanismos de alteridad que parecieran no ser los más adecuados para sobrellevar una situación como esta.
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