Mundo Gremial

26 mayo, 2020

Es tiempo de pasar a la ofensiva

La extensión de la cuarentena, la pérdida de iniciativa del ejecutivo nacional y la falta de protagonismo de las centrales sindicales para exigir medidas y resistir los embates empresariales, configuran un escenario que se está tornando regresivo para la clases trabajadoras. Es necesario recuperar la iniciativa y pasar a la ofensiva.

Guadalupe Santana* y Leonardo Gurrieri**

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El establecimiento del aislamiento social, preventivo y obligatorio, desde el 20 de Marzo del 2020, configura un escenario extraordinario susceptible de convertirse en oportunidad para modificar la correlación de fuerzas vigente. No obstante, estos contextos de “oportuncrisis” configuran condiciones de posibilidad, no resultados asegurados, para ello se requiere de actores sociales, conscientes y movilizados para alcanzarlos. Son escenarios volátiles, inestables, cambiantes y que necesitan de actualizaciones periódicas. 

En este sentido, a comienzos de la crisis, existieron en el campo popular algunas miradas más optimistas acerca de los posibles escenarios que se abrían a partir de la pandemia, impulsados a partir de cierta reafirmación respecto a la centralidad del Estado en aspectos claves de la sociedad como la salud que no pueden ser librados al mercado, de las evidentes limitaciones del neoliberalismo para responder frente a este tipo de eventualidades, etc. Este clima iba acompañado de las declaraciones de Alberto Fernández al Grupo de Puebla respecto de la necesidad “de hacer algo distinto” y avanzar hacia “un mundo más justo y con bases que se funden en conceptos de justicia y solidaridad”.  No obstante, la extensión de la cuarentena, la pérdida de iniciativa del Ejecutivo nacional y la falta de protagonismo de las centrales sindicales para exigir medidas y resistir los embates empresariales, fueron configurando un escenario regresivo y disciplinador para la clase trabajadora.

Actualmente la clase obrera formal, lejos de plantear la discusión sobre la recomposición de los salarios tras 4 años de pérdidas, se debate entre los despidos, las suspensiones, y las rebajas salariales. Consolidándose cierto imaginario reaccionario de considerarlos “privilegiados” por recibir un salario a fin de mes, frente a otros sectores informales, de trabajadores contratados en modalidades precarias o autoempleados. En este sentido, corremos el peligro de que la cuarentena se consolide como un mecanismo disciplinador de toda nuestra heterogénea clase trabajadora.

Frente a este escenario, la Conferderación General de los Trabajadores (CGT), en lugar de jugar un rol protagónico y de punta de lanza para poner en agenda reclamos orientados a modificar la distribución de los ingresos, y de este modo mejorar la situación no sólo de la clase obrera formal sino de los trabajadores y trabajadoras en su conjunto, oficia de representante de la actividad económica, negociando rebajas salariales. En contraposición, la Unión de Trabajadores de la Economía Popula (UTEP) se encuentra desplegando un rol activo, exigiendo recursos para su sector y medidas que hagan que la emergencia social, agravada en este contexto, no derive en estallido. No obstante, a pesar de los significativos esfuerzos, estos reclamos no dejan de ubicarnos en un lugar defensivo.

Frente a esto, algunos sectores empresarios movieron sus piezas primero, y supieron aprovechar la coyuntura para llevar a cabo medidas de ajuste sobre la clase trabajadora. Ejemplo de esto, fueron los 1500 despidos por parte de Techint ni bien inició la cuarentena, o la actitud de las grandes empresas de medios de comunicación, las cuales mantienen su actividad con bastante intensidad, y aún así, establecieron rebajas salariales, postergación de pagos y suspensiones.   

Como han señalado otras notas, consideramos que el gobierno trazó una ruta acertada frente a esta pandemia pero a medida que se extiende la cuarentena, las medidas paliativas se presentan cada vez más impotentes. Medidas como el impuesto a las grandes fortunas, que había irrumpido en la escena pública como algo posible y deseable, hoy aparece desdibujada al mismo tiempo que, por la envergadura de la crisis económica y social que se avizora, se anticipa como insuficiente. También es el momento oportuno para que a través del Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) mediante el cual el Estado cubre gran parte de los salarios del sector privado, se exija a las empresas algo más que la sola restricción de no despedir. 

En resumen, este tipo de medidas resulta de vital importancia para recuperar la iniciativa perdida, atender la situación crítica de las mayorías populares en un sentido redistributivo y garantizar el éxito de aquellas decisiones en materia de prevención que se mostraron acertadas desde un comienzo. El momento es ahora.

*Secretaria de Juventudes de la Asociación de Empleades Judiciales de la CABA. @puede_fallar

**Delegado paritario CyMAT – ATE Cultura /militante de Estatales de Pie @gurrieri_leo

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