21 mayo, 2020
Bariloche en pandemia: les ganadores de siempre, les perdedores de siempre
El cuadro de situación en la pandemia se encuentra entre los más complicados del país, por el número de casos en comparación con la población, y por los sectores afectados. A esto se suman la crisis alimentaria y las dificultades de la época invernal que se avecina.

La provincia de Río Negro tuvo el primer registro de contagios el día 17 de marzo, y el 20 de mayo presentó 333 casos. Actualmente los contagios son traccionados por la ciudad de Bariloche, que pasó de no tener registros de contagios durante marzo, al primer caso el día 3 de abril y 126 casos el día 20 de mayo, esto corresponde a una persona contagiada cada mil habitantes, una concentración prácticamente idéntica a la de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Los primeros focos de contagio se dieron en instituciones que están dentro de la excepción del régimen de Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO): la Policía de Seguridad Aeroportuaria, hospitales, una penitenciaría, un supermercado. Ocurrieron en un entorno en el que faltaban elementos de seguridad e higiene, así como protocolos claros para el trabajo de los sectores exceptuados de la ASPO. Actualmente los focos están en los barrios vulnerables de la ciudad, en El Alto de Bariloche.
Hoy la urgencia no es sólo sanitaria, sino también alimentaria. Las organizaciones sociales de la ciudad nucleadas en la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), las juntas vecinales de los barrios populares, los merenderos y comedores, todos trabajan sin descanso para paliar esta crisis. Diferentes organizaciones de base y gremios realizan colectas voluntarias para solidarizarse con los sectores más vulnerables, porque los módulos alimentarios que entregan el municipio y la provincia son totalmente insuficientes. Además no cuentan con alimentos frescos, sólo alimentos no perecederos.
En el plano laboral y educativo las cosas no están mucho mejor. El acceso a la educación virtual, para las grandes mayorías populares, es otra quimera. La falta de dispositivos electrónicos, de conectividad, y de espacios apropiados en los hogares, hacen que una gran proporción de les niñes, adolescentes y jóvenes de Bariloche hayan quedado desconectades del sistema de educación virtual. A todo esto se suma que el mes de mayo, el estado municipal recortó los sueldos de les trabajadores, con quitas de entre dos y siete mil pesos.
Ante el advenimiento de la pandemia, el gobierno municipal activó el Centro de Operaciones de Emergencia (COE). Se trata de un órgano logístico, con presencia de instituciones como: Defensa Civil, las fuerzas de seguridad, salud, Parques Nacionales, además de funcionarios del poder ejecutivo municipal. Quien conduce el COE es un militar del ejército. Se conformó, además, una Comisión de Seguimiento de la pandemia, en la que tienen representación concejales de la oposición, pero se trata de un espacio sin poder de decisión.
A pesar de ser una ciudad sin grandes concentraciones edilicias, y con un sector de ciencia y tecnología muy desarrollado, el cuadro de situación se encuentra entre los más complicados del país, por el número de casos en comparación con la población, y por los sectores afectados. A esto se suman la crisis alimentaria y las dificultades de la época invernal que se avecina.
Ante este escenario, numerosas organizaciones de derechos humanos, sociales, políticas, gremiales, de pueblos originarios, han reclamado al poder ejecutivo municipal la conformación de una Mesa Amplia de Organizaciones, en línea con las recomendaciones del gobierno nacional. Este espacio es indispensable para construir grandes consensos que involucren a la mayor cantidad posible de organizaciones e instituciones. Únicamente sobre la base de esos consensos se podrá sortear la pandemia actual con paz social, y sin cargar los costos sobre la población más vulnerable.
A pesar de los reclamos y propuestas concretas, como los diferentes proyectos presentados por el Frente de Todes, tanto para conformar una Mesa Amplia de Organizaciones, como para grabar a las grandes empresas, especialmente las que desarrollan sus actividades en la ciudad pero tributan en otra (recientemente presentado por concejales del FdT), no ha habido respuestas positivas. El intendente Gennuso ha rechazado sistemáticamente todas estas iniciativas. Además en reiteradas oportunidades se ha dirigido a la población cargando las responsabilidades por el estado de situación sobre el comportamiento individual de la ciudadanía, relajando y endureciendo la ASPO prácticamente sin argumentos, sin medidas paliativas para las familias sin recursos que habitan en barrios con focos de epidemia.
Las contradicciones bordean las responsabilidades penales, recientemente se conoció el contagio de dos pastores evangélicos, que habían sido autorizados por el intendente a realizar reuniones religiosas. Las prioridades del intendente pasan por abrir las chocolaterías de la ciudad y sostener los mecanismos de entrega de bienes comunes. En los últimos días se supo que la Cámara de Apelaciones en lo Civil de Bariloche, y el legislador del Frente de Todes, Ramos Mejía, dieron un espaldarazo al negocio de la familia Trappa con el gobierno de Gennuso, en el camino para entregar la ladera del cerro Catedral a la empresa CAPSA por treinta años.
Indudablemente el estado municipal, al igual que el provincial y nacional, necesita recursos para enfrentar la pandemia. Sin embargo la creatividad del gobierno local es acotada, y parece no trascender las propuestas vinculadas a la entrega de bienes comunes y al turismo, con la precarización y explotación de trabajadores de la ciudad en tareas poco calificadas e inestables.
Desde el gobierno municipal y provincial no hay iniciativas para garantizar la salud de los sectores populares, ni la seguridad alimentaria de la población, que podría lograrse movilizando los numerosos recursos agrícolas de la provincia y disponiendo la logística necesaria para distribuir los alimentos. Tampoco se fortalecen los dispositivos de prevención y asistencia contra la violencia de género y las infancias, no se garantiza el acceso de la conectividad y el transporte público a los barrios. Mucho menos se involucra a las cooperativas, emprendimientos productivos y PyMES en la elaboración de los bienes necesarios para sortear la pandemia, desde alimentos hasta elementos de higiene.
La pandemia profundiza y exhibe crudamente la extrema desigualdad social y económica de nuestra ciudad, castiga con más fuerza a los barrios de El Alto y estigmatiza a la población más vulnerable. Nada nuevo por la zona, les mismes ganadores de siempre, les mismes perdedores de siempre.
*Físico del Conicet e Instituto Balseiro
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