11 mayo, 2020
“Está en marcha una auténtica querella planetaria por el excedente económico”
Así caracterizó Álvaro García Linera, ex vicepresidente boliviano, al actual escenario mundial de disputa abierto por la pandemia en una conferencia virtual organizada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Mientras, en su país se hacen oír cacerolazos contra el gobierno de facto.


Manuel Diaz
El pasado jueves 7 de Mayo, el ex vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, ofreció una conferencia virtual titulada “El Estado post-coronavirus: entre la protección proveedora y el autoritarismo patrimonializado”. La actividad, organizada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), tuvo lugar a seis meses del golpe de Estado que obligó al Presidente Evo Morales y al propio Linera a exiliarse, primero en México y luego en Argentina.
La exposición del ex vicepresidente no desentona con los últimos sucesos ocurridos en su país de origen. Este domingo, los diferentes departamentos fueron testigos de una jornada de protesta que incluyó “cacerolazos” y “petardazos” en todo el país. Las consignas que convocaban a la actividad y que se escucharon por las calles fueron la exigencia de “elecciones ya” y la crítica directa a la Presidenta de facto en el grito de “Fuera Añez”.
La mala gestión de la crisis sanitaria, la extensión de su mandato que debía ser sólo transicional sin fecha confirmada de elecciones, un decreto permitiendo los cultivos transgénicos y la falta de protección social para los sectores más golpeados por el confinamiento, son algunos de los elementos que en el último tiempo se fueron acumulando y que estallaron en estas importantes jornadas de protesta.
En su ponencia, Linera comenzó problematizando justamente la esencia misma del Estado y concluyó que la pandemia ha develado su composición básica al presentarlo como “el único y último espacio social de protección ante el riesgo de muerte y la catástrofe económica”. Pero además, planteó que “la institucionalidad que se insuflaba de haber creado una globalización por encima del Estado, ahora tiende su mano en busca de dádivas gubernamentales”, volviendo a colocar a los Estados en el centro.
A su vez, propuso pensar que lo que define a la época que se ha abierto con la pandemia, es “un Estado exigido en su papel de protector de las personas y financiador de recursos económicos para atenuar la recesión económica”. Y también arriesgó que “está en marcha una auténtica querella planetaria por el excedente económico, con destino incierto, sometido a intensas luchas sociales”.
El copiloto de Evo Morales planteó que frente a la caída de los ingresos estatales, serán tres los sectores sociales que disputarán el devenir de los nuevos recursos y los costos de esta crisis: “las clases adineradas, los sectores populares y la burocracia estatal”.
Frente a este panorama, puso el énfasis en tres elementos relevantes que se desprenden de la nueva coyuntura mundial. En primer lugar, remarcó que los estados oscilarán entre los extremos de mayor democratización social o más monopolio. Que el Estado se incline para uno u otro lado, dependerá de la lucha de clases y de cómo esta condicione a los administradores estatales. Y no se trata sólo de qué sectores tengan el mando del estado, sino también de las estrategias desplegadas por fuera del mismo.
También recordó las crisis del 2008 por las hipotecas y la del 2015 por la caída de los precios de las materias primas, y enfatizó que ambas demuestran que “los recursos públicos extraordinarios pueden ser transferidos a las élites empresariales” para mantener sus ganancias a nombre del bien común, pero recortando derechos y ajustando a la población.
Dijo que eso mismo «se dio allá donde los gobiernos eran neoliberales, la sociedad estaba desmovilizada y el ambiente social del competitivismo darwinista predominaba”. Hoy no tendría por qué ser distinto en aquellos lugares donde estas tres condiciones se mantengan. Aunque también cree que allí donde haya gobiernos progresistas, una opinión pública identificada con la igualdad y amplios sectores sociales movilizados, “probablemente los recursos públicos reafirmen antiguos derechos sociales y se amplíe a nuevos”.
Asimismo planteó que el segundo hecho relevante de este nuevo tiempo histórico “es que las ideas y propuestas gestadas marginalmente en el seno de los colectivos de izquierda, son las que se presentan hoy como las únicas plataformas de acción que están alimentando los debates públicos y las decisiones de los Estados” ante la crisis sanitaria y económica del Coronavirus.
Protagonismo económico del Estado, inversión pública acrecentada, condonación del pago de la deuda externa, renta básica universal, ecologismo social, cadenas cortas de valor y reindustrialización en áreas esenciales, proteccionismo selectivo, nacionalización de actividades económicas estratégicas y distribución de la riqueza para reducir desigualdades, ampliación de derechos sociales, desmercantilización de la salud y repatriación de fortunas de paraísos fiscales, son algunas de las propuestas que están en agenda y que fueron elaboradas antaño por la izquierda y llevadas a la práctica, en parte, por los gobierno progresistas de la región.
El tercer elemento trascendental que señaló es “la porosidad de las maneras de pensar, representar y de actuar de la sociedad”. Y agregó que se trata de “una nueva disponibilidad a escuchar nuevas razones morales y nuevos artefactos lógicos sobre la manera de estar en el mundo”.
Pero esta apertura a pensar desde nuevas ideas implica un horizonte de posibilidad para caminos muy distintos: “Desde horizontes más autoritarios, injustos y racistas, hasta horizontes más comunitarios”. Y remarcó en la exposición que no pasará mucho tiempo para que esta posible renovación del sentido común se clausure, consolidando un nuevo largo período de representaciones predominantes.
Ante ello, aseguró que las izquierdas “tienen la obligación política de ayudar a construir un nuevo sentido común sobre una manera deferente de organizar la vida en común” y propuso que son la democracia y la propiedad los pilares sobre los que puede construirse un programa igualitario.
La posibilidad de avanzar en este sentido, depende, desde su óptica, de dos aspectos fundamentales: “Horizontes de futuro capaces de unificar las esperanzas prácticas de las personas y fuerza colectiva movilizada”. Según su mirada, “no asumir con apasionamiento esas luchas es un desprecio histórico que puede llevar a una reactualización envilecida y vengativa del viejo orden social-estatal neoliberal”.
A último momento, antes de dar por terminada la conferencia virtual, interpeló directamente a aquellos y aquellas que a lo largo y ancho del mundo se involucran en la política como vía de transformación social, expresando que “esta batalla que se ha abierto en el mundo por el excedente planetario, va a durar mucho tiempo y es bueno que nos vayamos preparando para luchas más intensas en los siguientes meses, en los siguientes años”.
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