10 mayo, 2020
Treinta y cinco años del incendio de Valley Parade: el principio del fin para el fútbol inglés
El 11 de mayo de 1985, 56 personas murieron en un incendio que devoró en cuestión de segundos la platea principal del estadio del Bradford City, que celebraba el título de campeón de la Tercera División. Fue la primera de las tragedias para los clubes británicos en aquellos años: días después ocurriría la tragedia de Heysel y, en 1989, la de Hillsborough.


Nicolás Zyssholtz
El 11 de mayo de 1985 era un día de fiesta en Bradford, una ciudad del noroeste inglés que ya sufría la decadencia industrial producida por las políticas de Margaret Thatcher. El City, el principal equipo de la ciudad, había logrado el ascenso a la Segunda División e ilusionaba a sus hinchas con volver a las épocas de gloria de principios de siglo, cuando incluso llegó a ganar la FA Cup de 1911.
Su rival, el Lincoln City, también celebraba: se había asegurado la permanencia en la categoría. El partido, entonces, no revestía mayor importancia. Los locales, con camiseta alternativa azul en vez de la tradicional bordó y amarilla, recibirían la copa de manos de las autoridades de la Football League y esa sería la noticia.
El trámite del partido, cuentan las crónicas de la época, estuvo a la altura de esa intrascendencia. Pero cuando iban 40 minutos del primer tiempo, todo cambió. El lateral derecho del local le dio un pase demasiado corto al arquero, Erie McManus, que desesperado llegó a rechazarla contra la platea principal del estadio. Pero la atención ya estaba puesta justamente allí.
Todo ocurrió en cuestión de segundos. Aparentemente un cigarrillo mal apagado, un poco de humo, una llamita, y rápidamente un infierno que devoró la tribuna típicamente inglesa, de madera, con techos a dos aguas sostenidos por columnas que incomodaban la visión de los espectadores. Cincuenta y seis personas murieron.
El estadio, Valley Parade, estaba a punto de cumplir cien años. En pie desde 1886, no rankea ni siquiera entre los diez estadios más antiguos en Inglaterra, pero es antiquísimo para el resto del planeta. El club de fútbol más antiguo de América, Gimnasia y Esgrima La Plata, fue fundado un año después.
Las investigaciones posteriores descubrieron que había pilas de basura inflamable debajo de la tribuna. Pilas de vasos descartables de cartón, pedazos de madera podrida que había sido retirada del estadio e incluso un diario que estaba por alcanzar la mayoría de edad: una edición del periódico local, el Telegraph and Argus, de 1968.
Aún en ese momento no era la peor tragedia de la historia del fútbol: también en Gran Bretaña, pero en Escocia, ocurrió el desastre de Ibrox Park en 1971. En el mítico clásico de Glasgow, los Rangers recibían al Celtic, cuando una avalancha entre el público local causó la muerte de 66 personas.
Un incidente similar había ocurrido unos años antes en Argentina, en otro clásico histórico, pero esta vez entre el público visitante. El 23 de junio de 1968, los hinchas de Boca que se retiraban del Monumental luego de haber empatado sin goles ante River se encontraron con la puerta 12 del estadio cerrada: la avalancha mató a 71 de ellos.
Apenas unos días después del incendio de Valley Parade, el 29 de mayo de 1985, en el Estadio de Heysel de Bruselas, Bélgica, los hinchas ingleses volverían a ser protagonistas de una tragedia pero esta vez como victimarios: los hooligans del Liverpool amagaron con atacar a los fanáticos de su rival en aquella final de la Copa de Europa, la Juventus de Italia. El retroceso de los italianos generó una avalancha que terminó con la vida de 39 de ellos. La final se jugó de todas formas y el equipo italiano, liderado por Michel Platini, ganó 1-0. Como consecuencia de lo ocurrido, la UEFA suspendió de sus competencia a los clubes ingleses, campeones en siete de las diez ediciones anteriores, por las siguientes cinco temporadas.

Pero el punto de quiebre definitivo para el fútbol británico llegaría cuatro años después: el 15 de abril de 1989, 96 hinchas del Liverpool perderían la vida aprisionados por las rejas del estadio de Hillsborough, en Sheffield, en la previa de una semifinal de la FA Cup ante el Nottingham Forest. Este desastre, generado por la decisión de la policía de West Yorkshire de abrir las puertas del estadio y dejar ingresar indiscriminadamente al público, tuvo una repercusión distinta. Las víctimas eran fanáticas del equipo más importante de Inglaterra.
La investigación posterior, conocida como Informe Taylor por el nombre del juez que la lideró, llevó a cambios trascendentales en los estadios ingleses y en su cultura futbolística. Se mejoraron los ingresos, los baños, se limitó el consumo de alcohol y se obligó a los clubes a poner asientos en todas sus localidades. Para costear estas modificaciones, los clubes tomaron decisiones que expulsaron a la clase trabajadora, hasta entonces público principal, de los estadios. Los precios de las entradas aumentaron exponencialmente.
Así se construyó lo que hoy es el producto Premier League: la mejor liga del mundo, la más organizada, con los estadios más prolijos que están siempre llenos. Costó las vidas de 191 personas en menos de cuatro años, y la expulsión de centenares de miles de inocentes de las canchas. Ojalá no para siempre.
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