7 mayo, 2020
¿Cómo sigue la ESI en cuarentena?
Las dificultades para una efectiva implementación de la ley de Educación Sexual Integral (ESI) no son nuevas ni se dan únicamente en estos tiempos de pandemia. Cabe preguntarse cómo abordar una educación no sexista y emancipadora en esta nueva modalidad de clases virtuales.


Alicia García Tuñón
Vivimos en una sociedad mayoritariamente patriarcal y heterosexual que sostiene privilegios de género, clase y que a la vez divide todo el tiempo a niñas y niños en deportes, filas, registros, juegos y fiestas de cumpleaños. Se castiga a los varones sentándolos con las nenas o se reta a las pibas diciéndoles que se portan mal como los pibes. En algunas clases de biología se presentan todavía en color rosa el aparato sexual femenino y en azul el masculino, dando por sentado que la opción correcta para todos y todas es la cis heterosexual y no otras.
Con la sanción en 2006 de la ley 26.150 de Educación Sexual Integral (ESI) se buscaba que la escuela fuera un lugar mucho más amplio, integrador y respetuoso de las diferentes identidades que quieran asumir tanto les docentes como les estudiantes.
Se trata de una propuesta para cambiar las prácticas y conectarnos de otro modo con los deseos de aprender de niñes y adolescentes, de jóvenes y adultes y también de nosotres mismes como educadores.
En ese sentido, sirve para preguntarnos en el aula, por ejemplo, por qué las calles tienen nombres de varones, qué pasa cuando un nene se pone el vestido de princesa en el jardín, por qué hay bolsitas de nenas y nenes en los cumples, qué literatura, música y pintura realizada por mujeres estudiamos en la escuela, etc.
Después de 14 años de promulgada la ley persiste en muchas clases una visión biologicista y centrada en cuestiones reproductivas sin tomar en cuenta la integralidad que se plantea. Y lo que es más grave, hay provincias en las que los contenidos y las formas de trabajo propuestos desde los lineamientos curriculares, aprobados por el Consejo Federal de Educación, no se implementan y están sesgados por una mirada religiosa.
También hay resistencia en algunes docentes a implementar la ESI como si fuera una decisión personal de dar este u otro cuento. Es una ley y en este sentido no debe pasar por una decisión personal o sólo destinada a les profesores de Ciencias Naturales o de Biología, y lo que es peor aún, a una organización no gubernamental (ONG).
¿Cómo se aborda la ESI en cuarentena?
Las dificultades para una efectiva implementación de la ley no son nuevas y no ocurren únicamente en tiempos de cuarentena. Pero así como nos replanteamos el significado de la escuela y de nuestras prácticas pedagógicas durante el aislamiento, también tenemos que preguntarnos cómo seguir introduciendo la educación sexual integral en estas nuevas modalidades de trabajo virtual con les pibes.
Interrogarnos sobre cómo podemos pensar la problemática sanitaria en la que estamos inmersos con los lentes de los cinco ejes pedagógicos desde los que se aborda la ESI: ejercer nuestros derechos, respetar la diversidad, valorizar la afectividad, reconocer la perspectiva de género y cuidar el cuerpo y la salud. Hacerlo nos abrirá nuevos horizontes.
Por otro lado, según el Ministerio Público Tutelar de Buenos Aires, las clases de ESI fueron claves para que muches niñes adviertan que habían sido víctimas de delitos contra su integridad sexual. En el año 2019, según un análisis de casos de abuso infantil en la Ciudad de Buenos Aires, entre el 70% y el 80% de las niñas, niños y adolescentes se dieron cuenta que fueron abusados después de sus clases de educación sexual. También, gracias al espacio de confianza que se genera en muchas escuelas, ocho de cada diez niñes y jóvenes víctimas de abuso sexual pudieron contar su caso en la escuela.
“Une de cada cinco niñes está conviviendo con su abusador y no estamos teniendo un espacio áulico donde les pibes puedan hablar de eso», subrayó Celeste Mac Dougall, referente de la Red de docentes por el Derecho al Aborto, seguro, Legal y Gratuito. También sostuvo que la escuela sigue siendo «un lugar donde se construyen otros sentidos y en este contexto no lo vamos a poder hacer. Ahí estamos limitando en parte la posibilidad de la garantía de los derechos de les chiques, de que vean otra realidad, otra forma de ser y relacionarse”. Y sugirió: “Es necesario que preguntemos cómo están, cómo están sus familias, si se sienten angustiades, si quieren hablar o contar algo. Tratar de buscar un nexo amoroso siempre”.
En estos casi dos meses de cuarentena, a partir de algunos textos y del vínculo que se generó por medios virtuales, algunes pibes pudieron contar que les estaban violentando en sus casas. Sin embargo, este vínculo se complejiza con les más pequeñes porque hay adultes mediando cuando acceden a las tecnologías, por lo que es mucho más difícil que les niñes hablen o que tengamos acceso a una denuncia o situación de abuso como sucedía en la escuela.
Por otro lado, esta virtualidad puede ser una buena oportunidad para que las familias puedan conocer algo de la normativa y derribar algunos prejuicios y representaciones. Por ejemplo, para que conozcan de qué se trata, partir de propuestas, cuentos y videos que les permitan un acercamiento menos prejuicioso.
De todos modos la ESI no es una política exclusivamente de la escuela, es una política pública. Es responsabilidad de cada une de nosotres pero, fundamentalmente, es el Estado el responsable de su aplicación porque de lo contrario pareciera que no avanza por problemas de los docentes.
Desde el Ministerio de Educación nacional se imparten contenidos a través del programa Seguimos educando con 14 horas diarias de televisión para los distintos niveles educativos. También se distribuyeron casi 14.000 cuadernillos. “Estos soportes dialogan entre sí”, expresó Laura Sirotzky, subsecretaria de Educación Social y Cultural del Ministerio de Educación.
Además agregó: “En los programas de televisión una vez por semana, por lo menos, hay abordaje de temas de la ESI, sumado a un conjunto de acciones que tiene que ver con visibilizar y sostener la transversalidad”.
A su vez, destacó que en todos los cuadernos hay actividades propuestas “desde cuando se lee o trabaja con Me miro al espejo, de Hugo Midón hasta en ciencias naturales”. Asimismo, señaló que trabaja en conjunto “con el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad en el abordaje de las tareas de cuidado, la corresponsabilidad y, por supuesto, el tema de violencias”.
Mientras tanto, en la Ciudad de Buenos Aires es poco lo que se viene trabajando desde el cartera. No hay casi diálogo entre ambos ministerios para realizar una puesta en común sobre la temática. Nuevamente, les docentes ponen el cuerpo para garantizar el derecho de sus estudiantes a recibir los contenidos.
En este sentido, les legisladores porteños Ofelia Fernández y Manuel Socías, con el acompañamiento del resto del bloque del Frente de Todes, presentarán un proyecto de declaración para que el Poder Ejecutivo arbitre las medidas necesarias para dar cumplimiento a la Ley de Educación Sexual Integral mientras dure el contexto de emergencia sanitaria. La idea es que se haga efectiva con jornadas escolares a través de plataformas digitales, elaborando contenido físico y digital para alumnes y docentes.
En paralelo, presentaron un pedido de informe sobre el funcionamiento del Consejo de niños, niñas y adolescentes, su guardia de abogades y las defensorías zonales, además del número de consultas que se recibieron en este período en relación al maltrato y abuso infantil y juvenil intrafamiliar.
Si en la escuela queremos formar sujetes autónomes con capacidad de discusión propia desde temprana edad es necesario comenzar a reconocer el derecho a la voz e identidad de elles. Repensar nuestras prácticas, generar instrumentos de discusión y debate en las escuelas entre les docentes y con los estudiantes y sus familias. Porque queremos una educación no sexista, emancipadora y con prácticas pedagógicas que permitan la construcción de alternativas de participación que nos ayuden a superar los estereotipos de género, para así poder transformar realmente las condiciones de desigualdad en la sociedad.
Y en tiempos de pandemia, aunque nos resulte más difícil, esto también es posible.
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