5 mayo, 2020
Coronavirus: una amenaza de hambre y muerte para las favelas brasileñas
Desde que comenzó el aislamiento vecinos temen por su sustento y el de sus familias, además de la posibilidad de contraer la enfermedad en un contexto de un Estado ausente que profundiza las desigualdades.


Ana Laura Dagorret*
En Brasil y en toda América Latina el coronavirus siguió el mismo camino: empezó en las áreas más ricas a partir de contagios en el exterior o vuelos comerciales para después extenderse por los barrios más pobres, donde se concentran hoy la mayor cantidad de muertes y un contagio más acelerado.
La pandemia puso en evidencia las contradicciones de un país de dimensiones continentales por demás desigual: quien no dispone de agua potable para lavarse las manos y vive con mucha gente en un espacio reducido corre más riesgo de contagio. A su vez el aislamiento resulta desolador y hasta imposible para quien depende del movimiento permanente de las personas para garantizar su propia supervivencia.
En las comunidades, nombre que refiere a las favelas en el territorio brasilero, el coronavirus amenaza no sólo la salud y la vida de los vecinos, sino el sustento y el plato de comida diario de quien vive al día, una paradoja que no es una novedad en éstos territorios. Se calcula que cerca de 13,6 millones de personas viven en estos barrios y los estados con mayor proporción son Pará, Amapá, Rio de Janeiro, Amazonas y Pernambuco.
Según una encuesta realizada por Data Favela, instituto de investigación asociado a la Central Única das Favelas (CUFA) y al Instituto Locomotiva, la mitad de los vecinos de las comunidades son trabajadores autónomos. Sólo un 19% poseen trabajo en blanco, datos que resultan fundamentales teniendo en cuenta que más del 70% depende de su trabajo para vivir. A su vez, un 54% de los asalariados temen perder su empleo por causa de la pandemia.
Si bien los trabajadores informales tienen la posibilidad de solicitar el auxilio de emergencia, que consiste en un salario de $600 reales durante tres meses, las dificultades para recibir el bono aumentan en ámbitos más vulnerables. Donde falta agua y luz, difícilmente se tiene acceso a internet, lo cual genera que el solicitante tenga que trasladarse al banco Caixa Económica, debiendo afrontar largas filas y aglomeraciones sin ningún tipo de cuidado y prevención, sobre todo en las dependencias más concurridas.
Aislarse o comer: el dilema de la mayoría
La realidad de quien vive al día es muy diferente de aquel que tiene el privilegio de tener la heladera llena y continuar con su actividad laboral vía home office. En las comunidades, el acceso a una alimentación de calidad así como las dificultades en el traslado aumentan el riesgo de contagio. Sin embargo, el miedo a la enfermedad resulta menor si se tiene en cuenta la cotidianeidad de vivir en una favela.
“Percibimos que mucha gente todavía no es consciente de la gravedad del asunto” afirma Juliana Pinho, comunicadora popular del complejo de favelas de Maré, en Río de Janeiro.
“Es muy difícil concientizar personas que están amenazadas desde siempre sobre el peligro de vida. En días de tiroteo y operaciones policiales, nuestra rutinas no pueden parar, el patrón no libera. El dinero para llevar comida a casa depende del trabajo y esa realidad genera la naturalización del riesgo de vida. Es complicado” agrega.
Juliana explica que los discursos pronunciados por el presidente Jair Bolsonaro, instando a la población a retomar sus actividades, generaron un aumento en la circulación de las personas en las comunidades.
Desde las Organizaciones no gubernamentales (ONGs) y asociaciones de vecinos se busca difundir el mensaje acerca de la importancia del aislamiento así como informar sobre los riesgos de la enfermedad. La iniciativa “Corona nas Favelas e Periferias” con el apoyo del Instituto Marielle Franco busca divulgar información de calidad, como también conectar y divulgar las acciones que se llevan a cabo en todo el territorio brasilero para asistir a los más vulnerables.
Cuanto mayor es la vulnerabilidad más letal el virus
Tanto por estas condiciones como por la falta de políticas públicas en cuanto a prevención, las comunidades y periferias de las grandes ciudades brasileras presentan tasas de mortalidad mayores al resto del territorio.
Según los datos proporcionados por el Ministerio de Salud, en las ciudades de Río de Janeiro y San Pablo, que concentran la mayoría de casos en el país, las comunidades presentan un índice de letalidad por Covid -19 más elevado que en los barrios de clase media y alta de ambas ciudades.
En el caso de las favelas de Maré, la letalidad es del 30%, cuando en Leblón, barrio carioca de alto poder adquisitivo, es apenas del 2,4%. Los índices responden únicamente a los datos oficiales y deben ser observados teniendo en cuenta la enorme subnotificación de casos. Principalmente en los barrios más pobres, donde las denuncias de vecinos sobre la demora que presenta el Servicio de Atención Móvil de Urgencia (SAMU) para remover los cuerpos en los domicilios acompaña la falta de acceso a un diagnóstico preciso.
En San Pablo el riesgo de morir por coronavirus es 10 veces mayor en barrios más pobres, debido a la falta del acceso a higiene y atención médica de calidad, según un informe presentado por la alcaldía.
A su vez, según apunta Alexandre Da Silva, docente de la Facultad de Medicina de Jundiaí e integrante del grupo temático Racismo y Salud, de la Asociación Brasilera de Salud Colectiva, hay una creciente preocupación de los investigadores en salud colectiva con la llegada de ésta enfermedad a territorios más vulnerables.
“En su mayoría son individuos no blancos: negros, indígenas, inmigrantes de países de África y América del Sur. El color de la piel puede significar el agravamiento del cuadro clínico de la persona”, señala.
Y añade: “En las personas negras, por ejemplo, aparecen enfermedades crónicas no transmisibles, como hipertensión arterial y diabetes, que asociadas con el coronavirus pueden aumentar las chances de muerte”.
Da Silva también se refirió a la actuación de ONGs y asociaciones para la concientización en prevención, aunque destacó que éstas acciones sin un Estado presente no son suficientes: “Solas estas acciones no van a conseguir cambiar el escenario total de pandemia que se viene instalando en el país. Las acciones intersectoriales son importantes, pero es importante pensar a la salud de forma amplia”.
Según el docente , no se trata sólo de camas en los hospitales y medicamentos, se precisa protección social. “El SUS (Sistema ÚNICO de Salud) tendría que estar pronto, fuerte y con capacidad para monitorear a toda esa población”, concluye.
Así como el avance del virus representa un riesgo letal para pueblos originarios en territorios invadidos, también lo es para aquellas comunidades que se asientan en las periferias con servicios de salud pública desfinanciados. Además de estar desprovistas de saneamiento básico y con la acción de ONGs y asociaciones de vecinos como única fuente de información. Con un Estado ausente, las comunidades luchan por su supervivencia en un contexto sanitario triste que desnuda las miserias de un Brasil gobernado para unos pocos.
*Desde Río de Janeiro
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