29 abril, 2020
Salud mental en cuarentena (II): Dime dónde vives y te diré cómo te afecta
Además del “caso por caso”, es importante poner sobre la mesa que no son uniformes las condiciones de posibilidad para aislarse en ámbitos de seguridad y tranquilidad, por lo tanto el fino de su impacto subjetivo puede tampoco ser el mismo.

El aislamiento social, preventivo y obligatorio conlleva determinados efectos generalizados que se presentan como respuestas prevalentes en el escenario actual, aunque con la marca de lo singular, siempre irreductible a cualquier pretensión de generalización y simplificación: el sufrimiento, siempre, tiene un sesgo subjetivo, dicen.
Cuando el aislamiento social es sinónimo de más hacinamiento y antónimo de la famosa “changa” laboral, cuando la sugerencia de limpieza e higiene funciona como claroscuro de la falta generalizada de agua potable, cuando el aislamiento sin medios tecnológicos “punguea” el derecho al ocio y cuando el Covid-19 se parece más al hambre hiper-visible que a un virus invisible, el impacto social del nuevo contexto termina de arrasar subjetividades.
Que quede claro: la emergencia sanitaria acelera y agudiza desigualdades existentes, no las provoca. Profundiza miserias estructurales, no las inventa. En efecto, condiciona las respuestas tanto individuales como colectivas para ampararse.
La ausencia de estallidos sociales como fenómenos contestatarios (a excepción de los recientes reclamos legítimos generalizados en los penales), canalizadores masivos de angustia y rabia colectiva, es un ejemplo coartado de este último, que arroja a los cuerpos y al mundo doméstico la anegación emocional propia de estos tiempos. A esto se le pueden sumar espectáculos del acervo cultural popular argentino como el fútbol y los recitales, escenarios masivos de descarga pulsional.
En cuanto al primero, a las formas individuales de respuesta, podemos adelantar algunas lamentables consecuencias a la vista: el refuerzo del consumo problemático de sustancias, la disparada masiva de ataques de ansiedad, quiebres identitarios ante la discontinuidad laboral, el recrudecimiento de la violencia intra-familiar en general y la violencia machista en particular, el agravamiento de cuadros psicopatológicos de prolongada instalación, llegando hasta al resurgir del suicidio de posible contagio intra-barrial, son la contracara viva de esas limitaciones profundizadas por el escenario actual. Intentos desesperados por salvaguardar una subjetividad sitiada por la catástrofe socioeconómica histórica… y sanitaria actual.
Frente a este escenario, tal vez la respuesta colectiva de mayor implicación y visos de heroísmo, en conjunto con la enorme labor de les médicos/as y profesionales de la salud, sea la de “parar la olla” ahí donde campea la miseria. Una vez más, impulsadas mayoritariamente por las mujeres de las barriadas con el espíritu comunitario que las caracteriza, con un pretendido impacto material (paliar el hambre generalizado), pero de seguro con un impacto psicosocial contrario al endurecimiento del individualismo sociológico propio de algunas porciones de la clase media.
En alguna medida, mientras las clases populares socializan su padecimiento, algunos sectores de la clase media-media alta tienden a privatizarlo. Los aplausos a les mediques, como manifestaciones con cierta espontaneidad, son acciones difusas, posibles contratendencias en estos sectores, aunque también ideológicamente compatibles con el fogoneo anti-politica y con la invisibilización de las acciones solidarias de los/as de abajo.
Al mismo tiempo, se ha dado un aumento de los casos de violencia por razones de género en situaciones de aislamiento: porque no para cualquiera la casa es un lugar seguro. El encierro endogámico, como bien dice la psicóloga María Luján Costa, empuja a “las masculinidades tradicionales a ingresar masivamente al ámbito privado sentimentalizado”. Se trata de un hábitat por lo general ajeno para los varones.
Esto, sumada a la paralización laboral mencionada, puede potenciar el malestar y menoscabar el autoestima masculino redundando en cauces violentos que, al mismo tiempo, hagan pie en el deterioro relativo de la red de contención construida por mujeres y disidencias.
¿De qué lado de la mecha te encontrás?: Una disyuntiva que se profundiza
La actual crisis marca un punto de inflexión profundo, un acontecimiento con profundas consecuencias políticas, económicas y psico-sociales que aún no resultan cuantificables ni mucho menos del todo identificables. El actual contexto nos obliga a repensarnos como sujetos inmersos en una sociedad desigual, patriarcal y sumida en un ritmo vertiginoso propio de los grandes centros urbanos.
Al respecto la psicóloga Beatriz Janin plantea un dilema de carácter existencial, que recorre todo el campo humanístico con una escala de grises cada vez más angosta. Las tendencias contrapuestas laten como dos tubos de lava prestos a erupcionar: o salimos del aislamiento más solidaries, inmersos en redes vinculares más sólidas, con una mayor noción del cuidado mutuo anclado en un sistema público de salud jerarquizado y un Estado con alta capacidad de respuesta; o salimos más individualistas, replegados sobre nosotres mismos, con lazos más endebles y emocionalmente más distantes, coincidentes con el “sálvese quien pueda” propio de la lógica del mercado, con la competencia como bandera y el parafraseo meritocrático como argumento encubridor de las flagrantes desigualdades.
Tal vez, como de costumbre, haya moralejas extraíbles de lo más profundo de los barrios populares que pueden funcionar como brújula civilizatoria: el refuerzo de lo comunitario, de la salida colectiva frente a la miseria, del compartir lo que tenga aunque no alcance, que hoy predomina como respuesta masiva con la multiplicación de comedores, merenderos y centros comunitarios de contención en las barriadas humildes, frente al conjunto de tendencias contradictorias que se gestan (y explotan en escenarios de crisis) en la amplia y heterogénea clase media argentina.
* Psicólogo, coordinador de salud mental de la Mutual Senderos y militante del Movimiento de Trabajadores Excluides (MTE)
** Psicóloga de Vientos de Libertad y militante de la colectiva feminista Mala Junta
Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.