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29 abril, 2020

Salud mental en cuarentena (I): acciones útiles para sobrellevar el aislamiento

La situación inédita de pandemia nos (des)ubica en un escenario extraordinario y atípico, que convulsiona nuestra cotidianeidad y conmociona los cimientos de nuestras rutinas. Prima la sensación de desamparo e incertidumbre. ¿Qué podemos hacer?

Augusto Spinelli* y Camila Peña**

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Vivimos en un estado de alerta frente a una amenaza “invisible” y cuasi omnipresente, en boca de todes, con un gran fogoneo constante en los medios y de consecuencias aún impredecibles. Frente a esto, si bien lo central es no propagar el virus, es importante destacar que cuidar nuestra salud es mucho más que evitar el contagio del Covid-19 y seguir las medidas de cuidado e higiene necesarias e imprescindibles. La centralidad de las medidas preventivas recaen sobre el manejo de nuestros cuerpos (lavarse las manos, uso de barbijos, etc), pero cuando la materialidad de la medicina grita frente a un virus,nuestra salud mental puede estar agonizando en silencio. Poder pensar a nuestra salud mental como parte de nuestro bienestar resulta entonces de vital importancia.

En momentos de desorientación generalizada frente a lo que irrumpe, se evidencia más que nunca el carácter comunitario de la salud mental, la inscripción social de la subjetividad, siempre sujeta al contexto social, económico, de género y fuertemente relacionada a la posibilidad de vincularnos y construir redes.

Poder poner en palabras las sensaciones, pensamientos, angustias y miedos es una forma de apaciguar esto que nos pasa. Es necesario sabernos en un momento de cierta dosis de vulnerabilidad psíquica y de relativa fragilidad de nuestra autoestima, en donde probablemente nos podamos sentir empujades a duelar la pérdida de nuestra cotidianeidad, fuente ineludible de previsibilidad y certidumbre.

Es así que se pueden enumerar algunas reacciones y emociones como probables denominadores comunes frente a la pandemia: estados de ansiedad, miedos latentes, frustración, enojos desproporcionados, irritabilidad en aumento, desorganización cotidiana, aburrimiento fastidioso, tristeza repentina y sensación de soledad, entre otras. La reorganización psíquica que nos demandan estos tiempos puede generarnos marcadas oscilaciones en el estado de ánimo, al mismo tiempo que alterar la estabilidad de las relaciones cotidianas, empujando a la necesidad nuevos acuerdos y consensos vinculares (nuevas rutinas, distribución de tareas, reorganización de los espacios, etc).

¿Qué hacer (en épocas de pandemia)?

No hay soluciones mágicas ni universales. Estas serían impropias de una lectura de la complejidad y ajenas a las diferencias de fondo (propias de la subjetividad, con recorte de género y de clase). Sin embargo se pueden pensar un conjunto de acciones que pueden llegar a ser útiles para sobrellevar los efectos principales del aislamiento:

  1. Es recomendable mantener el contacto con amigues, familia, compañeres, gente que nos haga bien. Somos seres sociales, por lo que resulta fundamental el intentar conservar el lazo con el/la de al lado, no importa que tan cerca o lejos esté físicamente. El lazo social nos permite «salir simbólicamente» de ese aislamiento real (que es físico, no emocional ni vincular).
  2. Intentar mantener los horarios de sueño, mantenernos en contacto -en la medida de lo posible- con la naturaleza y la luz solar.
  3. Es sugerible evitar el mandato de hiper-productividad propio del sistema, esto es: ponernos metas que resultan poco alcanzables en un momento en donde disminuye nuestra capacidad atencional voluntaria y aumenta la involuntaria. Caer en una exigencia de hiperactividad puede provocar culpa, agotamiento y fuertes sentimientos de fracaso y frustración.
  4. Evitar autoevaluaciones que refuercen pensamientos negativos sobre nosotres mismes, ya que el momento de incertidumbre probablemente imprima un sesgo negativo en nuestros propios balances.
  5. Ser benévola/o con une mismo, con sus estados emocionales, teniendo presente que los cambios de rutina tan abruptos, la incertidumbre y la amenaza de la pandemia afecta la estabilidad de nuestro estado emocional.
  6. En las casas donde hay niñes es importante hablar pedagógicamente con elles explicándoles, de acuerdo a la edad y a su capacidad de reflexión, lo que está sucediendo. Es propicio intentar armar en conjunto con el niñe una rutina, ya que ir anticipando y construyendo previsibilidad ayuda a reducir la ansiedad y empezar a simbolizar la experiencia. Si hay otro adulto a cargo, intentar que cada une tenga un momento de relajación para poder despejarse. No es necesario que estemos entreteniéndole todo el tiempo, ni que hagan todas las actividades que le lleguen de internet, escuela, amigues, familia. Todes estamos aprendiendo a atravesar esta situación y a expresar qué nos pasa en torno a ella.
  7. Por último, es importante informarse correctamente sobre la situación, evitando circular y difundir información falsa que redunde en abrumamiento. No sobreexponerse a noticias y consultar solamente fuentes confiables para disminuir la sobreinformación como estresor típico en momentos de incertidumbre.

* Psicólogo, coordinador de salud mental de la Mutual Senderos y militante del Movimiento de Trabajadores Excluides (MTE)

** Psicóloga de Vientos de Libertad y militante de la colectiva feminista Mala Junta

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