29 abril, 2020
Protestas en la cárcel de Devoto: qué pasó después
Luego de un extenso reclamo, los detenidos y las autoridades judiciales penitenciarias lograron llegar a un acuerdo. Sin embargo, esta última semana quedaron en mayor evidencia las profundas falencias del sistema penitenciario.


Daniela Errecarte
Las cárceles argentinas están en emergencia habitacional y sanitaria. La sobrepoblación, la falta de medidas de higiene y la convivencia en situación de hacinamiento son tan solo algunos de los problemas que atraviesan al sistema penitenciario, y la situación se agrava con el avance del coronavirus.
Históricamente la función de las cárceles fue blindar. Es por eso que sabemos tan poco sobre el sistema penitenciario, sobre lo que pasa adentro y sobre su organización. El pasado viernes, los presos de la cárcel de Devoto rompieron el blindaje a modo de protesta. Denunciaron así la falta de medidas sanitarias para prevenir el contagio del Covid-19, y exigieron el diálogo con las autoridades. Por otro lado, mientras dentro de la cárcel se llevaba a cabo el reclamo, afuera las familias de los detenidos fueron salvajemente reprimidas por las fuerzas policiales.

Finalmente este sábado se llevó a cabo una mediación, y se pudo a llegar a un acuerdo. Este implica la contemplación de la excarcelación para algunos casos particulares: para los mayores de 60 años, para los enfermos, para quienes tienen condenas menores a tres años de prisión, para las mujeres con niñes pequeñes y las embarazadas, y para los presos que ya tenían salidas transitorias, entre otros.
La medida será para que finalicen su condena en prisión domiciliaria quienes no hayan cometido delitos violentos. Si bien el balance de este acuerdo es positivo, ya son dos los casos positivos de coronavirus entre los detenidos de Devoto.
En paralelo, además de la violencia ejercida hacia los familiares de las personas privadas de su libertad el viernes pasado, la represión hacia las protestas por el incumplimiento de los derechos básicos de los reclusos se venía replicando en varios puntos del país. Este domingo el servicio penitenciario reprimió a los presos de la UP N° 3 de Concordia, que también se manifestaban reiterando sus urgentes reclamos.
Violencia institucional
La semana pasada los agentes penitenciarios de la cárcel de Florencio Varela asesinaron a Fernando Rey disparándole con balas de plomo. En un intento de disfrazar su muerte como el resultado de una pelea entre internos, terminaron demostrando la violencia sistemática que sucede dentro de la cárceles.
En la Unidad Penal Nº 1 de Corrientes, José Candía, de 22 años, también murió tras recibir un disparo hace una semana en el mismo contexto de protesta. El arma que lo mató era de un efectivo de las fuerzas de seguridad.

En lo que va de la cuarentena, ya son al menos nueve las personas muertas en condiciones sospechosas en todas las cárceles federales del país. El lunes pasado, una mujer fue encontrada ahorcada en su celda de la unidad 40 de Lomas de Zamora, y todavía se está intentando esclarecer el caso. Según ANRed, esto se suma a otros asesinatos sucedidos en el resto del país: cuatro en Santa Fe, uno en Corrientes, dos en San Luis, dos en Buenos Aires.
El gatillo fácil no es una novedad en la Argentina -ya que es una práctica histórica aplicada por parte de las fuerzas policiales-, pero en el contexto de encierro la situación pierde claridad, dada la política punitivista y restrictiva que existe con respecto a este ámbito.
La salud es lo primero
Otras de las aristas problemáticas del sistema penitenciario es la sobrepoblación. El Servicio Penitenciario Federal elaboró un informe que delata cifras alarmantes: más de la mitad de las cárceles del país exceden su capacidad máxima. La otra mitad cumple con un porcentaje de ocupación que va desde el 91% al 99%.
La sobrepoblación implica una serie de problemas que van desde la falta de recursos, falencias con respecto a la infraestructura, y el potenciamiento de la situación de hacinamiento. Todo esto se ve agravado por la situación del coronavirus.
Dado a que las mejores medidas para evitar el contagio es la distancia social y la higienización, era solo cuestión de tiempo hasta que aparezcan los primeros casos positivos en las cárceles, las cuales no cumplen con las prevenciones mínimas. En esas condiciones, no hay protocolo aplicable.
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