27 abril, 2020
El desmonte no descansa
Un reciente informe de la ONG Greenpeace muestra que durante la cuarentena, hubo grandes desmonte en el Chaco seco. De esta forma, no solo violan la ley de bosques al desarrollar esta práctica sin habilitación, sino que también la cuarentena, ya que la actividad se encuentra suspendida.


Julián Monkes
¿Qué está pasando?
La ONG Greenpeace, monitorea constantemente el avance de los desmontes en Argentina mediante imágenes satelitales. En un reciente informe, denunciaron que en el norte del país fueron arrasadas más de 6.500 hectáreas desde que comenzó el aislamiento social obligatorio.
En el mismo documento, se plantea que se perdieron cerca de 8 millones de hectáreas en los últimos 30 años y que Argentina es uno de los 10 países que más destruyen sus bosques.

Las provincias donde la organización ecologista realizó el monitoreo fueron: Santiago del Estero (3.222 hectáreas desmontadas), Salta (1.194 hectáreas desmontadas), Formosa (1.132 hectáreas desmontadas) y Chaco (1.017 hectáreas desmontadas), ya que estas cuatro concentran el 80% de la deforestación del país.
Salta puntualmente es una de las provincias con más deforestación del país. Según datos oficiales, entre 1998 y 2018 perdió 1.425.493 hectáreas de bosques. Muchas de estas zonas, eran el ámbito de comunidades indígenas.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en Sudamérica desaparecieron 40 millones de hectáreas de bosques nativos durante la primera década del siglo XXI. En el “Cerrado” (Brasil), la selva de “Chiquitanos” (Bolivia) y el “Gran Chaco Americano” (que comparten Argentina, Bolivia y Paraguay), se concentran el 76% de los desmontes que se produjeron en todo el planeta.
¿Qué pasa cuando se desmonta?
El desmonte implica la remoción del bosque nativo mediante rolos o topadoras. Su fin, es la “limpieza” y posterior sistematización del terreno para poder plantar soja o pasturas para el ganado. Ecosistemas complejos típicos de la ecorregión del Chaco Seco son simplificados y degradados al eliminar los árboles y arbustos nativos. Esto produce la reducción de la infiltración del agua, la fijación de carbono y la vegetación que es el sustento de muchas comunidades locales.
La combinación entre la eliminación de los árboles y la utilización de maquinaria compacta los suelos, produce inundaciones y sequías a la vez. Las inundaciones se producen por el hecho de que el agua que antes era retenida por los árboles o por la infiltración del suelo ya no lo hace. Por otro lado, cuando la lluvia pasa, todo el agua escurre fuera del sistema, por lo tanto no queda ni en el suelo ni en la vegetación -ya que los árboles y arbustos retienen más agua que las pasturas y la soja- produciendo sequías como las que se vive actualmente en las comunidades de Salta.

El desmonte produce diversos problemas ambientales, pero hay otro efecto del que se suele hablar poco y que es clave para entender la pandemia: este tipo de prácticas favorecen la propagación de nuevas enfermedades y el aumento de otras (como es la malaria y el dengue).
Estos cambios del uso del suelo y su reconfiguración ecosistémica hacen que la fauna nativa ya no se encuentre en su hábitat natural; ya sea porque se moviliza hacia un nuevo hábitat donde no se vea amenazada o porque son cazados y enviados a los mercados. Sea cual sea la forma, su salida se da de forma conjunta con los microorganismos que portan en su cuerpo.
Hay estudios que plantean que los patógenos que antes podían ser controlados por los mismos hábitats naturales en los que se encontraban -como ecologías forestales- están siendo liberados a través de los desmontes.
A su vez, la interrupción de los bosques por desmonte -como también por minería, carreteras y urbanización- está acercando a las personas a nuevas especies animales. Sin ir más lejos, el equipo de investigación de Ecología y Biodiversidad de la Universidad de Londres identificó que al menos 200 de las 335 enfermedades que surgieron entre 1960 y 2004, provenían de animales.

Por último, hay que destacar el rol de la biodiversidad. Cuando hay una gran variedad de especies que viven en comunidades ecológicas suele haber un proceso de dilución del efecto de los hospedadores reservorios -quienes portan los patógenos-. Esto se debe a que el patógeno puede saltar a otras especies que apenas son infectadas o que no son capaces de transmitirlo, poniendo un freno a la expansión.
A contrapelo de esto, cuando se simplifican los ecosistemas se produce un efecto de amplificación, ya que las especies que sobreviven suelen ser las que transmiten más las enfermedades.
De esta forma, los desmontes producen: liberación de los patógenos; mayor proximidad entre animales y humanos; y amplificación de los procesos de contagio. Una combinación perfecta para que aumente la probabilidad de transmisión de nuevas enfermedades -zoonosis-.
Desde la ecología no se puede plantear que si hay desmonte, va a haber otro brote epidémico o pandémico; pero sí que cuanta mayor simplificación ecosistémica hay una mayor ventana de oportunidad para que muten nuevos virus y haya nuevos eventos zoonóticos. De esta forma, la pandemia visibiliza la interdependencia con el ambiente y las consecuencias que puede conllevar su deterioro.
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