26 abril, 2020
¿De qué se habla cuando se habla de “testeos masivos”?
Algunos elementos para el análisis crítico del bombardeo mediático sobre los llamados “testeos masivos” que viene creciendo en los últimos días.


Laura Fischerman*
Prácticamente desde el comienzo de la cuarentena, desde distintos sectores se planteó que en Argentina existía un problema para abordar la pandemia: no se realizaban “testeos masivos” como en otros países. Algunas claves para entender de qué se está hablando cuando se hace referencia a este tipo de medidas.
Lo primero que es necesario aclarar es que la palabra “test” no refiere a un único procedimiento ni una única interpretación del resultado. Específicamente, existen disponibles para la enfermedad causada por el coronavirus (covid-19) distintas pruebas:
- RT-qPCR: es una técnica que, a partir de una muestra tomada de las vías respiratorias, amplifica y permite medir la presencia del material genético del virus. Si resulta detectable, significa que la persona de la que proviene la muestra se encuentra infectada con el nuevo coronavirus (SARS-CoV2, es su nombre oficial). La muestra deber remitirse a un laboratorio con equipos especializados y condiciones de bioseguridad particulares. Su procesamiento lleva varias horas.
- Test rápidos inmunocromatográficos (TR): se realizan con una gota de sangre y dan un resultado en 10 minutos (de ahí su nombre). Un resultado positivo indica la presencia de anticuerpos específicos para este virus. Algunos de más temprana aparición y otros más tardíos, que suelen asociarse a una inmunidad definitiva, aunque aún no hay evidencia de que esto sea así para este virus en particular, como ocurre con otros tantos. Ello puede indicar la respuesta de un organismo con un estado inmunitario normal a una infección presente o pasada.
- ELISA: también es un método que determina anticuerpos en la sangre pero, a diferencia de los TR, es más sensible (detecta mayor proporción de las muestras verdaderamente positivas) y debe realizarse en un laboratorio.
Entonces la pregunta es: ¿todos sirven para lo mismo?. Y la respuesta es contundente: no. La única de estas técnicas que se encuentra validada para establecer un diagnóstico es la PCR. Entonces, ¿es deseable que se hisope a la mayor cantidad de gente posible para realizarle esta prueba? La realidad es que no.
En lo que se refiere al diagnóstico por laboratorio, no todas las muestras sirven para todo y no sirve tomarlas en cualquier momento. Por tomar un ejemplo relativamente conocido, si se quiere investigar si una persona está infectada con VIH, la muestra a elegir es sangre y no, por ejemplo, orina. Asimismo existe un “período de ventana” desde la posible fecha de infección con el virus hasta el momento en que este puede detectarse con los métodos de diagnóstico disponibles.
Lo mismo pasa con el coronavirus: la muestra de hisopado de nariz y garganta es apropiada para establecer un diagnóstico en personas que tienen sintomatología y dentro de la semana de aparecidos los síntomas. ¿Esto quiere decir que si se realiza la prueba en alguien que no cumpla con esas condiciones no puede resultar positiva? No, pero tampoco quiere decir que haya que testear a todas las personas asintomáticas por las dudas.
Parece contradictorio en términos de mejorar el diagnóstico pero no lo es. ¿Por qué? Es muy fácil ver que si la prueba resulta positiva se está frente a un caso confirmado, se trate de alguien con síntomas o no. Pero si resulta negativa ¿cómo podemos saber si la situación es que se trata de una persona sana o una persona que podría estar infectada y no estamos en condiciones de detectar? No se puede, es indistinguible a menos que se dejen pasar un par de días.
Una situación como la planteada constituye una indeterminación, frente a la cual se habría usado un recurso escaso a nivel planetario para obtener un resultado que no permite tomar decisiones. Entonces, las decisiones se toman de otra manera.
Si existe contacto estrecho con una persona cuyo diagnóstico fue confirmado, corresponde que quien lo mantuvo realice aislamiento estricto durante dos semanas. Allí se evalúa si en ese tiempo no desarrolló síntomas, o bien no tuvo la enfermedad o bien la cursó sin manifestaciones clínicas pero también sin oportunidades de contagiar a nadie más. De eso se desprende un mensaje importante, que es que testear mucho no reemplaza las medidas higiénicas y de aislamiento preventivo que se han implementado en los países que vienen sobrellevando de manera exitosa la pandemia, mientras que quedó demostrado que hacer mucho en diagnóstico en EE.UU. o España no contuvo la cantidad de contagios ni muertes por la enfermedad.
Entonces, ¿para qué se compraron días atrás los tests rápidos? Así como lo publica Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), cuando enumera los reactivos autorizados en el país, el uso de TR como de ELISA está previsto solamente para vigilancia por el momento.
Y acá es donde debe puntualizarse la diferencia entre diagnóstico y vigilancia epidemiológica. Este último es un término con el que probablemente nadie que no haya estudiado sobre salud pública está familiarizado, pero que cobra una relevancia extraordinaria en el contexto de la pandemia. Pero también para estudiar qué pasa con el dengue, el sarampión y otras enfermedades cuyo comportamiento (el estado inmunitario de una población en relación con un patógeno o bien la distribución geográfica) es necesario conocer para definir políticas públicas como planes de inmunización (vacunas), compra de camas de internación o cuarentenas.
Los primeros resultados obtenidos con estos TR en estaciones de trenes por ahora no dicen mucho. Por lo pronto, se ve que el virus no parece haber circulado ampliamente en la población. Pero también plantea situaciones complejas de abordar. ¿Qué significa un resultado positivo de un método no válido como diagnóstico en el medio de Constitución? ¿Es adecuado y ético comunicar un diagnóstico en ese contexto? ¿Cómo se procedería a continuación con esa persona? No todos los problemas se resuelven con tener un test en la mano.
Al tratar de usar todo esto para interpretar los mensajes no siempre bien fundamentados de los medios de prensa, sirve justamente tomar prestadas algunas categorías del mundo de la comunicación, que resultan válidas tanto para el periodismo, como la informática y la ciencia. Estas son las de dato, información y conocimiento.
Como tamiz para la avalancha de noticias que suelen llegar, consideremos que el resultado detectable o no de un test constituye un dato, que en el contexto epidemiológico puede procesarse para confirmar o descartar un caso. Es sólo con conocimiento que esa información puede ser interpretada y utilizada para comprender el escenario e intervenir sobre él.
* Bioquímica
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