21 abril, 2020
Debates urgentes sobre Reforma Agraria
La editorial Batalla de Ideas lanzó un libro necesario para las discusiones sobre agricultura, alimentación y justicia social-ambiental: «Experiencias de Reforma Agraria en el mundo». Coordinado por Joao Pedro Stédile, dirigente del Movimiento Sin Tierra de Brasil, cuenta con textos de investigadores de distintos países.
Experiencias de Reforma Agraria en el mundo, publicado en Argentina por la editorial Batalla de Ideas y la rama rural del Movimiento de Trabajadores Excluides (MTE), es una complicación de textos sobre la situación del agro a nivel global. Se trata del primer volumen de una colección que constará en total de tres números.
El segundo -que ya se encuentra en proceso de elaboración-, analizará experiencias de reformas agrarias socialistas como las de la Unión Soviética y Mongolia, entre otras. Además, la colección será traducida al inglés por medio de la articulación de investigadores que promueve el Instituto Tricontinental de Investigación Social, co-editor de la publicación.
El lanzamiento de este primer libro es importante en Argentina ya que la discusión sobre la distribución de la tierra siempre intenta ser vetada por parte de los sectores dominantes. Sin ir más lejos, en este preciso momento de disputa sobre quienes pagarán la crisis del Covid-19, donde se debate la desigualdad y sus formas en todo el mundo, esta batalla toma un lugar central al estar en el núcleo de la acumulación de riquezas patrimoniales y al mismo tiempo ser un recurso vital en la pelea por el derecho humano a la alimentación.
Los alcances del primer volumen
El libro presenta una organización de los textos de acuerdo a una tipología de las reformas agrarias, que postula Joao Pedro Stédile, coordinador de la publicación y dirigente del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST) de Brasil. En su propuesta, hay diversas experiencias de reforma agraria: clásicas; anticoloniales; radicales; populares; parciales o moderadas; de liberación nacional; y socialistas.
Si bien las mismas han tenido lugar desde el surgimiento de la revolución francesa, también sostiene Stédile en el libro que “hay referencias en los textos bíblicos sobre las leyes vigentes en esos pueblos con respecto a la redistribución periódica de tierras”.
Un segundo texto que busca introducir la discusión es el del profesor e investigador paraguayo Miguel Carter, que presenta una sistematización de alcances y límites de las reformas agrarias en el mundo. En su aporte se pueden ver porcentajes de tierras distribuidas, de campesinos beneficiados y la propuesta de un “Índice de Reforma Agraria”, que “mide el alcance y la intensidad del proceso de redistribución de la tierra”.
Reformas agrarias clásicas
Luego de ello, se presentan los diferentes producciones sobre las “reformas agrarias clásicas”, comenzando por la de EE.UU. La distribución de la tierra en el entonces naciente país del norte hacia mediados del siglo XIX era un debate clave ya que el latifundio se presentaba como una gran barrera para el surgimiento de las relaciones sociales capitalistas modernas.
Así fue que en 1862, el presidente Abraham Lincoln aprobó la Ley de Propiedad Rural (Homestead Act). Esta reforma, prototipo de las llamadas “clásicas” buscaron “expandir las relaciones típicamente capitalistas mediante el uso de una distribución de tierras”. Así, en EE.UU. se distribuyeron aproximadamente 60 millones de hectáreas (la extensión de dos provincias de Buenos Aires) y se beneficiaron un millón de familias.
En Japón, luego de la Segunda Guerra Mundial, fue la ocupación estadounidense la que promovió una reforma agraria. Así, “el 80% de toda la tierra arrendada se distribuyó a los arrendatarios de bajo costo, y en 1949 la tierra arrendada se redujo del 46% al 13% de toda la tierra cultivada”. Con un objetivo modernizador logró crear “un gran estrato de propietarios”.
Por último, sobre el final de esta primera parte, el libro traza algunas miradas sobre los procesos de distribución de la tierra en Europa, desde países centrales a los países del este europeo.
Reformas reformistas
La segunda parte remite a las “reformas agrarias reformistas”, aquellas que fueron limitadas y no buscaron (o no lograron) cambiar la estructura de la tenencia de la tierra.
Sergio Gómez analiza casos de América Latina y el Caribe de la segunda mitad del siglo XX, particularmente centrado en los procesos posteriores a los años 60. Todos ellos tuvieron como característica el ser parte de los mecanismos impulsados por la Alianza para el Progreso.
En América Central, Nicaragua alcanzó mayor profundidad con la reforma. Guatemala, por el contrario, es una experiencia frustrada y fuertemente revertida por la contrarrevolución. Para América del Sur analiza los casos de Chile y Perú, son los países donde se avanzó más en el reparto de la tierra.
Finalmente, sostiene que hubo dos casos más “rezagados”: Brasil, primer país en promulgar una ley de reforma agraria en la década de 1960 («Estatuto da Terra») y el último en aplicarla; y Venezuela que recién con Hugo Chávez en 2001 dio inicio a un proceso de Reforma agraria. El segundo artículo en la pluma de Samir Amin se centra la reforma agraria en el Egipto de Gamal Abdel Nasser.
Las radicales
La tercer parte del libro analiza las “reformas agrarias radicales”, aquellas que contaron con movimientos campesinos fuertemente organizados y no esperaron que se sancionaran leyes de tierras, sino que las consiguieron mediante la lucha.
El caso de México es excepcionalmente analizado por Francisco Pineda. Se trata de la cuna de la reforma agraria con el lema zapatista: «La tierra es de quien la trabaja». Se inició en 1910, de la mano de la Revolución mexicana y culminó en la década de 1990, cuando el Gobierno firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) con EE.UU. y Canadá y se reformó el Artículo 27 de la Constitución Nacional, en 1992. El siglo corto de América Latina como fuera analizado.
En el segundo texto Pilar Lizárraga y Carlos Vacaflores se centran en el análisis de Bolivia. Lo interesante de este caso, es que bien su reforma agraria fue en la década del 50, la llegada al Gobierno de Evo Morales marcó un nuevo estadío al incorporar al debate el derecho comunitario de los pueblos indígenas.
Las populares
La cuarta parte del libro se centra en las experiencias de lo que llaman “reformas agrarias populares”, bajo las que podemos comprender a la experiencia China, Vietnam y Cuba.
Sobre China se presentan dos textos, uno del periodista Jayme Martins, que analiza en perspectiva histórica el problema de la distribución de la tierra en ese país. El segundo texto (escrito en 2017) de cuatro investigadores y profesores universitarios chinos, pretende actualizar el debate situándolo en las experiencias de las comunidades rurales y las discusiones sobre las relaciones entre la agricultura y la industria, y entre el campo y la ciudad.
La experiencia vietnamita, es relatada desde la eliminación de los latifundios coloniales, pasando por la colectivización de la reforma agraria socialista, hasta la descolectivización promovida por el propio partido comunista desde la década del 80.
Por último, el caso cubano, es el más importante de los procesos de reforma agraria popular en América Latina. Juan Valdez Paz divide el proceso de la reforma (aún en curso) en siete periodos en los cuales hubo diferentes objetivos para dirigir la agricultura. Según el autor estaríamos insertos actualmente en la cuarta reforma agraria cubana, que busca pasar de manos estatales a cooperativas una parte de las tierras.
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El libro es una recopilación que, aunque remite a procesos del pasado, plantea debates que son vigentes, urgentes y necesarios.
La Reforma Agraria, siguiendo las palabras que Stédile plantea en la introducción del libro, fue siempre caracterizada “como un programa de gobierno que busca democratizar la propiedad de la tierra en la sociedad para garantizar su acceso, distribuyéndola a quienes quieran producir en ella o usufructuarla”. Pero hoy, tiene que ser mucho más que eso. Es necesario avanzar hacia reformas agrarias de nuevo tipo: integrales, populares y sustentadas en nuevos paradigmas.
En primer lugar, la tierra debe ser entendida como territorio, mirando también la naturaleza y las relaciones que se tejen en ese espacio físico. En segundo lugar, requiere de construir otras formas de producir, circular y consumir alimentos, basados en la soberanía alimentaria. En tercer lugar, no es posible producir alimentos sanos sin adoptar la matriz productiva y política de la agroecología. En cuarto lugar, es necesario pensar en la construcción de agroindustrias a pequeña escala en todos los municipios y distritos que generen nuevos y variados empleos.
Finalmente, la reforma agraria tiene que incorporar el tema de la educación formal, ya que la población rural siempre fue excluida del derecho universal a la educación. Se debe dar, según Stédile, la posibilidad de realizar estudios primarios, secundarios y “lograr estudios de cursos superiores en la forma de alternancia, que es nuestra más rica experiencia acá en Brasil”.
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