19 abril, 2020
¿Cómo hizo China para contener el coronavirus?
Tercera y última entrega de la serie de artículos que dan cuenta de las acciones del gigante asiático frente a la pandemia y el enorme despliegue que implicó que -al día de hoy- la enfermedad esté controlada.

El 31 de marzo de 2020, un grupo de científicos de todo el mundo, desde la Universidad de Oxford hasta la Universidad Normal de Beijing, publicó un importante documento en la revista Science. Este artículo, titulado “Una investigación sobre las medidas de control de la transmisión en los primeros 50 días de la epidemia de Covid-19 en China”, afirma que si el gobierno chino no hubiera establecido la cuarentena en Wuhan y decretado la emergencia nacional, habrían existido 744 mil casos adicionales de Covid-19 fuera de esa ciudad. Los autores sostienen que las medidas de control adoptadas en China “dejan lecciones para otros países del mundo”.
Cabe destacar que las medidas adoptadas por los diferentes niveles del gobierno chino y por organizaciones sociales para frenar la propagación del virus y la enfermedad se dieron en un momento en que los científicos apenas habían empezado a acumular conocimiento sobre ellos y trabajaban sin un tratamiento farmacológico específico para el Covid-19.
El surgimiento de un plan
En los primeros días de enero la Comisión Nacional de Salud (CNS) y el Centro Nacional de Control y Prevención de Enfermedades (CCE) de China comenzaron a establecer protocolos para el diagnóstico, el tratamiento y las pruebas de laboratorio de lo que entonces se consideraba una “neumonía viral de causa desconocida”. La CNS y los departamentos de salud de la provincia de Hubei elaboraron un manual de tratamiento y lo enviaron a todas las instituciones médicas de la ciudad de Wuhan el 4 de enero, ese mismo día se impartió capacitación en toda la ciudad.
Para el 7 de enero, el CCE de China aisló la primera cepa del nuevo coronavirus y tres días después, el Instituto de Virología de Wuhan (Academia China de Ciencias) y otros desarrollaron kits de prueba.
Para la segunda semana de enero, se sabía más sobre la naturaleza del virus, y comenzó a tomar forma un plan para contenerlo. El día 13, la CNS dispuso a las autoridades de la ciudad de Wuhan que comenzaran a realizar controles de temperatura en puertos y estaciones y que redujeran las reuniones públicas. Al día siguiente, el organismo sanitario celebró una teleconferencia nacional que alertó a toda China sobre la virulencia del nuevo coronavirus y para preparar al público para una emergencia de salud pública. El 17, envió siete equipos de inspección a las provincias de China para capacitar a los funcionarios de salud pública sobre el virus, y el 19 distribuyó reactivos de ácido nucleico para los kits de prueba a los numerosos departamentos de salud del país.
Entre el 15 de enero y el 3 de marzo, la CNS publicó siete resoluciones para mitigar la expansión. Estas indicaban nuevos métodos de tratamiento, incluyendo el uso de una combinación de medicina china y alopática. La Administración Nacional de Medicina China informó finalmente que el 90% de los pacientes recibieron medicina tradicional, que resultó ser eficaz en el 90% de los casos.
Para el 22 de enero, estaba claro que el transporte de entrada y salida de Wuhan debía ser restringido. Ese día, la Oficina de Información del Consejo de Estado instó a la población a no ir a Wuhan, y al día siguiente la ciudad fue básicamente cerrada. La cruda realidad del virus ya se había hecho evidente para todos.
Las acciones del gobierno
El 25 de enero, el Partido Comunista de China (PCC) formó un Grupo Directivo del Comité Central para la Prevención y el Control de la Covid-19 con dos líderes: Li Keqiang y Wang Huning, a cargo. El presidente de China, Xi Jinping, dispuso que se utilicen todos los recursos para anteponer la salud de las personas a cualquier consideración económica.
Con el paso de los días, el gobierno y el PCC desarrollaron una agenda para enfrentar el virus, que puede resumirse en cuatro puntos:
- Prevenir la propagación del virus manteniendo no solo la cuarentena en la provincia, sino minimizando el tráfico dentro de la misma. Esto se complicó por el feriado del Año Nuevo Chino que ya había comenzado (gran parte de la población se moviliza en esos días para reunirse con sus familias). Todo esto tenía que ser evitado. Las autoridades locales ya habían comenzado a utilizar los conocimientos epidemiológicos más avanzados para rastrear y estudiar la fuente de las infecciones y trazar la ruta de transmisión. Esto era esencial para detener la propagación del virus.
- Desplegar recursos para el personal médico, incluyendo equipos de protección para les trabajadores, camas hospitalarias, así como equipo y medicinas para tratar a les pacientes. Esto incluyó la construcción de centros de tratamiento temporales, incluyendo más tarde dos hospitales completos (Hospital Huoshenshan y Hospital Leishenshan). El aumento de exámenes requería más kits de prueba, que tuvieron que ser desarrollados y fabricados.
- Asegurarse que, durante la cuarentena de la provincia, se pusieran a disposición de los residentes alimentos y combustible.
- Garantizar la divulgación de información al público basada en hechos científicos y no rumores. Con este fin, el equipo investigó todas y cada una de las acciones irresponsables que hubieran adoptado las autoridades desde los informes de los primeros casos hasta finales de enero.
Estas cuatro líneas definieron el abordaje adoptado por el gobierno y sus autoridades locales en febrero y marzo. Se estableció un mecanismo conjunto de prevención y control bajo la dirección de la CNS, con amplia autoridad para coordinar la lucha para romper la cadena de infección. La ciudad de Wuhan y la provincia de Hubei permanecieron virtualmente cerradas por 76 días hasta principios de abril.
El 23 de febrero, el presidente Xi Jinping se dirigió a 170 mil cuadros de los municipios, del Partido Comunista y oficiales militares de todas partes de China. “Esta es una crisis, pero también una prueba importante”, dijo. También aseguró que China está comprometida con la lucha contra la epidemia, colocando a las personas en primer plano, y agregó el gobierno se asegurará de que su programa económico de largo plazo no se vea perjudicado.
Comités barriales
Una parte clave, y poco divulgada, de la respuesta al virus fue la acción pública que define a la sociedad china. En la década de 1950, las organizaciones civiles urbanas -o juweihui- se desarrollaron como una forma para que los residentes en los barrios organizaran su seguridad y ayuda mutua. En Wuhan, a medida que se desarrollaba la cuarentena, fueron los miembros de los comités barriales quienes iban de puerta en puerta para comprobar la temperatura, entregar comida (en particular a les ancianes) y suministros médicos.
En otras partes de China, los comités barriales establecieron puntos de control de temperatura para monitorear a las personas que entraban y salían, se trataba de salud pública de forma descentralizada. Hasta el 9 de marzo, 53 personas que trabajaron en estos comités habían perdido sus vidas, 49 de ellas eran miembros del Partido Comunista.
Los 90 millones de miembros del Partido Comunista y los 4,6 millones de organizaciones de base del partido ayudaron a dar forma a la acción pública en todo el país y en la primera línea de las 650 mil comunidades urbanas y rurales chinas. Les trabajadores médicos que son miembros del partido viajaron a Wuhan para ser parte de la respuesta sanitaria. Otres integrantes del partido trabajaron en los comités barriales o desarrollaron nuevas plataformas para responder al virus.
En las comunidades hubo respuestas creativas. En la aldea Tianxinqiao, de la provincia de Hunan, Yang Zhiqiang -un locutor de la aldea- utilizó la “voz alta” de 26 altavoces para instar a los aldeanos a que no se visitaran en Año Nuevo y a que no cenaran juntos. En Chengdu, provincia de Sichuan, 440 mil personas formaron equipos para hacer una serie de acciones públicas para detener la propagación del virus: difundieron las normas sanitarias, tomaron la temperatura, entregaron alimentos y medicinas y encontraron formas de entretener a la población, que de otro modo estaría traumatizada. Los cuadros del Partido Comunista lideraron, reuniendo a empresas, grupos sociales y voluntarios en una estructura local de autogestión.
En Beijing, los residentes desarrollaron una aplicación que envía a les usuaries registrades avisos sobre el virus y crea una base de datos que puede ser utilizada para monitorear el movimiento de la enfermedad en la ciudad.
Intervención médica
Li Lanjuan fue una de las primeras médicas en llegar a Wuhan; ella recuerda que cuando arribó, los exámenes “eran difíciles de conseguir” y la situación con los suministros era “bastante mala”. En pocos días, contó, más de 40 mil trabajadores médicos llegaron a la ciudad y los pacientes con síntomas leves fueron tratados en centros de tratamiento temporal, mientras que los que habían sido gravemente afectados fueron llevados a los hospitales. Los equipos de protección, exámenes, respiradores y otros suministros llegaron rápido. “La tasa de mortalidad se redujo enormemente”, dijo Li Lanjuan. “En solo dos meses, la situación de la epidemia en Wuhan estaba básicamente bajo control”.
De toda China llegaron 1.800 equipos epidemiológicos -con cinco personas en cada equipo- para hacer encuestas a la población. Wang Bo, líder de uno de ellos de la provincia de Jilin comentó que su equipo realizó encuestas epidemiológicas “peligrosas y exigentes” puerta a puerta. Yao Laishum, también miembro de uno de los equipos de Jilin, dijo que en cuestión de semanas habían llevado a cabo encuestas epidemiológicas a 374 personas y había localizado y monitoreado a 1.383 contactos cercanos. Esta era una labor esencial para localizar a los infectados y tratarlos, así como a los que debían ser aislados si aún no presentaban síntomas o si sus pruebas resultaban negativas.
Hasta el 9 de febrero, las autoridades de salud inspeccionaron 4,2 millones de hogares (10,59 millones de personas) en Wuhan; esto significa que inspeccionaron al 99% de la población, un trabajo gigantesco.
La velocidad de la producción de equipamiento médico, en particular de los equipos de protección personal (EPP) para los trabajadores de la salud, fue impresionante. El 28 de enero, China fabricaba menos de 10 mil EPP por día y para el 24 de febrero, su capacidad de producción excedía los 200 mil diarios. El 1 de febrero, el gobierno produjo 773 mil tests de prueba por día, para el 25 de febrero estaba produciendo 1,7 millones, para el 31 de marzo se eran 4,26 millones.
Por orden de las autoridades, las plantas industriales se dedicaron a fabricar equipos de protección, ambulancias, monitores para electrocardiogramas, y otros equipamientos. El gobierno centró su atención en asegurarse de que no hubiera escasez de ningún equipo médico.
Chen Wei, una de las principales virólogas de China que había trabajado en la epidemia de SARS de 2003 y que fue a Sierra Leona en 2015 para desarrollar la primera vacuna contra el ébola, se apresuró a ir a Wuhan con su equipo. Establecieron un laboratorio de pruebas portátil el 30 de enero. Para el 16 de marzo, su equipo había producido la primera vacuna para el nuevo coronavirus que fue a ensayos clínicos. Chen fue una de las primeras en ser vacunadas como parte de las pruebas.
Asistencia
Poner en cuarentena a una provincia de 60 millones de habitantes durante más de dos meses y poner sustancialmente en cuarentena a un país de 1.400 millones de habitantes no es fácil. El impacto social y económico siempre va a ser muy grande. Pero el gobierno chino en sus primeras directrices dijo que esto último no iba a definir la respuesta; el bienestar de la gente tenía que ser prioritario en la formulación de cualquier política.
Ya el 22 de enero el gobierno emitió una circular que decía que el tratamiento médico para los pacientes de Covid-19 estaba garantizado y que sería gratis. Durante la cuarentena, el gobierno creó un mecanismo para asegurar el suministro constante de combustible y alimentos a precios normales.
Empresas estatales como la Corporación de Aceite y Alimentos de China, el Grupo de Reservas de Cereales y el Grupo de la Industria de la Sal aumentaron su suministro de arroz, harina, aceite, carne y sal. La Federación de Cooperativas de Suministro y Comercialización de toda China ayudó a las empresas a conseguir una conexión directa con las cooperativas de agricultores; otras organizaciones como la Cámara de Comercio Agrícola Industrial de China se comprometieron a mantener la estabilidad de la oferta y los precios.
El Ministerio de Seguridad Pública se reunió el 3 de febrero para para tomar medidas enérgicas contra la especulación de precios y el acaparamiento. Hasta el 8 de abril, las organizaciones de la fiscalía de China investigaron 3.158 casos de delitos penales relacionados con la epidemia. El Estado ofreció apoyo financiero a las pequeñas y medianas empresas; a cambio, estas reformaron sus prácticas para garantizar ambientes de trabajo seguros.
Cuarentena
Un estudio publicado en The Lancet por cuatro epidemiólogos de Hong Kong muestra que la cuarentena y el cierre de Wuhan desde fines de enero impidió la propagación de la infección fuera de la provincia de Hubei. Además señala que las grandes ciudades como Beijing, Shanghai, Shenzhen y Wenzhou, disminuyeron el número de infecciones en las dos semanas siguientes al cierre parcial.
Sin embargo, escriben los académicos, como consecuencia de la virulencia de la Covid-19 y la ausencia de inmunidad colectiva, el virus podría tener una segunda ola. Esto es algo que preocupa al gobierno chino, que continúa vigilante al respecto.
Más allá de eso, luces de celebración se vieron en toda la ciudad de Wuhan cuando se levantó la cuarentena. El personal médico y los voluntarios respiraron con alivio. China había sido capaz de usar sus considerables recursos -su cultura e instituciones socialistas- para romper la cadena de contagio.
Vijay Prashad, historiador, periodista y director del Instituto Tricontinental de Investigación Social
Du Xiaojun, investigador en Relaciones Internacionales, Comunicación intercultural y Lingüística aplicada (Shangai)
Weiyan Zhu, abogada (Beijing)
Este artículo es una traducción del Independent Media Institute y el tercero de una serie de tres que estamos publicando en este portal.
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