Ambiente y Hábitat

16 abril, 2020

Agricultura industrial vs agroecología

Un modelo de producción que no apunta a resolver los problemas del hambre sino a maximizar las ganancias ha deteriorado el medioambiente y favorecido la mutación de distintos virus que hoy afectan a la humanidad.

Tatiana Velehorski*

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Para poder comprender por qué los virus se están volviendo cada vez más peligrosos, es necesario investigar el modelo de agricultura industrial. Según John Vandermeer, ecologista norteamericano, “el modelo de agricultura industrial impulsado por las empresas productoras de insumos, los gobiernos y la academia desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, ha transformado nuestras relaciones con los alimentos y los bosques”. Es decir, se han venido sustituyendo las funciones naturales de la biodiversidad, los suelos vivos, las semillas nativas por abonos químicos, plaguicidas, semillas modificadas genéticamente cuyas consecuencias son devastadoras para los ecosistemas. 

En ese sentido, se produce un quiebre en la relación existente entre los bosques y la agricultura lo que, a su vez, lleva a la ruptura de los ciclos de nutrientes deteriorando la calidad de los alimentos.

Con la llamada Revolución Verde iniciada en los años 60 -cuyo objetivo era terminar con el hambre en el mundo a través de la tecnificación de la agricultura-, el uso de semillas “mejoradas” genéticamente (también llamadas semillas híbridas), el uso de plaguicidas y de fertilizantes se instaló un modelo de agricultura que entrega el control de la alimentación a grandes corporaciones. 

Con estos antecedentes, hoy la agroindustria es la que acapara el mercado de alimentos y sus prácticas son las que ponen en peligro a la biodiversidad y a la especie humana. El biólogo evolutivo, Rob Wallace, integrante del Cuerpo de Investigación de Agroecología y Economía Rural en St Paul, Minnesota, plantea que se puede “culpar al objeto – el virus, la práctica cultural – pero la causalidad se extiende a las relaciones entre las personas y la ecología». 

En una nota publicada en el periódico británico The Guardian, la autora Laura Spinney, explica que desde la década del 90, China incrementó la producción de alimentos a escala industrial generando como consecuencia el desplazamiento forzoso de pequeños productores rurales hacia zonas boscosas provocando que estos, para poder subsistir, se dedicaran a la cría de animales salvajes.

Otro punto importante es que la expansión de la población hacia zonas prístinas de la naturaleza en la que los ecosistemas no eran perturbados también ayudó al aumento de la zoonosis, es decir, la transmisión de enfermedades infecciosas de animales a humanos. 

La cría intensiva de aves de corral, principal huésped intermedio de la gripe para los humanos, está en el ojo de la tormenta. En el año 2018 se publicó un documento llamado Patrones geográficos e históricos en la aparición de los nuevos virus de la gripe aviar altamente patógena (IAAP) H5 y H7 en las aves de corral en la plataforma sobre ciencia conocida como Frontiers. Este grupo de investigación revisó los virus H5 y H7 y cómo se convierten de virus de baja incidencia patógena a alta incidencia patógena, es decir, como van evolucionando y volviéndose más peligrosos. 

De acuerdo a las conclusiones del estudio la mayoría de esos virus se registraron en sistemas de producción avícola comercial, y con mayor frecuencia tuvieron lugar en países de altos ingresos como EE.UU., Australia y Estados europeos. Claro que China no quedaría por fuera ya que en las últimas décadas surgieron allí dos formas con alta incidencia patógena de gripe aviar: la H5N1 y el H7N9, ambas infectan a los humanos. 

Los primeros casos de H7N9 se registraron en el año 2013 en humanos y luego hubo pequeños brotes anuales. La preocupación devino una vez que el virus resultó ser patógeno para las aves por lo que las autoridades chinas decidieron comenzar a vacunar masivamente y eso impidió que se transmitiera a los humanos.

En los países de altos ingresos, más del 95% de los pollos se crían de forma intensiva en sistemas de producción avícola comercial y altamente especializados para la producción de huevos y carne. Por eso surge la importancia de prohibir los mercados de vida silvestre a nivel global para prevenir la propagación de enfermedades infecciosas y abordar uno de los principales factores de la extinción de especies.

En lo que respecta al impacto de las nuevas tecnologías agrícolas, cabe señalar que ha cobrado relevancia la ingeniería genética como una de las aplicaciones de la biotecnología mediante la cual se manipula el ADN y la transferencia de componentes genéticos entre especies. Si bien la ingeniería genética tiene múltiples aplicaciones en la agricultura, el foco está puesto en el cultivo de los transgénicos como los resistentes a herbicidas, plagas y enfermedades. 

Las consecuencias de estos cultivos en los ecosistemas son significativos principalmente porque está demostrado que un área dedicada a un solo cultivo es vulnerable a un nuevo patógeno o plaga y que el uso extendido provoca la pérdida de la diversidad genética. Todo indica que los esfuerzos no se orientan a resolver problemas agrícolas sino a aumentar las ganancias de la industria de la ingeniería genética.

¿Existe una alternativa?

Los retos que enfrentan la agricultura y la producción de alimentos en el mediano y largo plazo son inmensos ya que la estrategia de desarrollo agrícola tiene que centrarse en aumentar la producción de alimentos y tenerlos disponibles para una población en crecimiento y, al mismo tiempo, revertir la degradación ambiental. Por esta razón, la apuesta hoy está en la agroecología como una respuesta a los estragos provocados por la “Revolución Verde” y como estrategia viable para abandonar las prácticas actuales que conducen a la degradación de los recursos naturales -erosión del suelo, la desertificación, inundación y salinización, contaminación de aguas superficiales y subterráneas, y pérdida de la biodiversidad- que, de continuar, generará serias restricciones ambientales a la capacidad de la tierra para alimentar futuras generaciones.

La agroecología es una alternativa que busca romper con la visión mecanicista y reduccionista que el ser humano tiene sobre la naturaleza. Se trata de una nueva forma de vivir, de revalorizar las prácticas e innovaciones campesinas para la producción de alimentos saludables libres de agroquímicos. De esto depende nuestra supervivencia.

* Licenciada en Comercio Internacional y maestranda en Ambiente y Desarrollo Sustentable, Universidad Nacional de Quilmes (UNQ)

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