12 abril, 2020
La cuarentena no es igual para todes: la emergencia habitacional de travestis y trans
¿Qué pasa en la ciudad más rica del país? ¿Cómo se sobrevive cuando no hay garantía de poder quedarse en casa? Las travestis y trans dejan en evidencia que la crisis siempre es más profunda para los sectores históricamente postergados.

Silvana Patricia Chocobar a los 23 años cursaba Ingeniería Civil en la Universidad Nacional de Salta. Un profesor la hostigaba por trans, la había tomado de punto. Cansada, dejó todo y se instaló en la Ciudad de Buenos Aires. Desde ese entonces nunca firmó un contrato de alquiler. Su casa es la habitación de un hotel en Once, su trabajo, la calle. Paga 800 pesos por noche, que obtiene trabajando al día. Antes la imposibilidad de salir de su casa, no gana dinero, si no gana dinero corre riesgo de ser echada. El 27 de marzo el dueño intentó desalojarla junto a otras travestis, trans y maricas, en la misma situación. Un día antes el presidente Alberto Fernández, había anunciado públicamente la prohibición de desalojos, parte del paquete de medidas del DNU 320.
En el intento de desalojo intervinieron activistas y militantes de diferentes organizaciones que ayudaron a visibilizar la injusticia. Porque entendieron que cuando la obligación es aislarse, la necesidad es estar juntes y cuidarse entre todes. De esta manera lograron que las compañeras no sean desalojadas y tres de ellas puedan acceder a un subsidio habitacional.
Sin derecho a la vivienda digna
El 65% de las personas travestis y trans de la capital del país viven en habitaciones de hoteles, pensiones o casas. El 22,5% lo hacen en viviendas alquiladas, el 6,6% en refugios o se encuentran situación de calle y solo el 5,9% en casa propia. Los datos surgen de La revolución de la mariposas, un informe sobre la situación de la población trans en la Ciudad de Buenos Aires, elaborado en forma conjunta por el Programa de Género y Diversidad Sexual, la Fundación Divino Tesoro y el Bachillerato Popular Trans Mocha Celis.
“La situación de la vivienda pre, durante y post pandemia va ser siempre la misma, una desprotección total por parte del Estado”, afirmó Marcela Tobaldi de la Organización Rosa Naranja. Las políticas de vivienda pública nunca fueron pensadas de manera integradoras e igualadoras.
Las travestis y trans en la CABA sostienen el grueso número de quienes encuentran hogar en algunos de los más de 100 hoteles que trabajan en modalidad “familiar”, en su mayoría ubicados en el barrio de Constitución, zona donde el acceso a la prostitución es más viable para la comunidad. La irregularidad de estos sitios hace que tampoco puedan acceder al subsidio habitacional que garantiza un ayuda económica por 12 meses. Los hoteles no firman contratos, no extienden recibos o comprobantes con validez fiscal, no cumplen con ninguno de los requisitos de habilitación. Esto las deja sin ninguna alternativa.
Respecto a la política pública de la ciudad Tobaldi indicó: “En todos los emprendimientos inmobiliarios que lleva adelante la administración de Horacio Rodríguez Larreta no conozco una sola persona travesti trans que haya sido beneficiada para ingresar a una de esas viviendas”. Desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires presentan como única alternativa los paradores para personas en situación de calle. Lugares en donde no se les respeta su identidad de género, son víctimas de violencia y están superpoblados.
La única vez que Silvana vivió fuera de un hotel familiar fue en casa de quien era su pareja, con su ayuda pudo comenzar su emprendimiento, armaron un aula con 20 butacas para dar clases particulares. “El primer mes me fue muy bien, pero cuando se dieron cuenta que no soy mujer, las madres dejaron de mandarme a los pibes, terminé el segundo mes sin nadie en el aula”, recordó. También estudió peluquería para tener otra alternativa laboral que nunca logró concretar. “Estoy puesta a trabajar de puta, así no me guste, porque es el único trabajo que la gente me lleva a hacer”, dijo y agregó: “Sería bueno que el gobierno nos dé un poco más de inclusión, en el Estado podes encontrar trabajando a lesbianas y gays, difícilmente a una travesti”.
La pandemia y la profundización del problema
Las medidas preventivas antes el avance del virus Covid-19 destaparon una olla a presión poniendo sobre la mesa las violencias múltiples que sufre la población travesti trans.
La lista de derechos vulnerados es amplia: la falta de trabajo registrado, de acceso la salud pública y de calidad, a la vivienda. “Siempre somos trans y travestis las más pobres, las más vulneradas y las sacrificadas. Esta pandemia deja al descubierto que el Estado en su gran conjunto no se ocupa lo suficiente de las personas trans y travestis”, explicó Tobaldi. “Con la Rosa Naranja desde Orgullo y Lucha, espacio compuesto por muchas organizaciones, estamos llevando adelante la Red Nos cuidamos entre Todes, una gran colecta nacional para poder comprar alimentos y paliar el hambre de nuestra población”, agregó.
Sea cuál sea la experiencia personal con el acceso a los derechos las travestis y trans, saben que juntas y juntes, es mejor.
El informe antes mencionado, arroja que más de un 30% viven con amigas o compañeras, posiblemente con quienes también comparten el trabajo en calle y la olla sobre la mesa. Silvana dice que no viviría sola en un edificio: “La gente te mira por todos lados, como si fueras culpable de algo, con otras me siento segura”.
El riesgo habitacional es una problemática estructural para travestis y trans, la preocupación de compañeres y organizaciones crea redes y pone en marcha estrategias de supervivencia colectivas. Desde el bachillerato Mocha Celis, se impulsa la campaña Teje Solidario, con el fin de apadrinar a travestis y trans que necesiten ayuda urgente.
El despliegue del Estado está en marcha, pero aún no llega a todos lados. La urgencia no puede esperar más, en este sentido Tobaldi se preguntó: “¿Algún día llegará el acceso a la vivienda social para la población trans y travesti?”.
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